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A la espera de una casa: la vida en edificios invadidos en Venezuela

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Erick quisiera salir corriendo del edificio abandonado donde se refugia desde hace ocho años en Caracas. Aunque vive un “infierno”, prefiere seguir esperando allí por la casa que, asegura, le prometió la gestión de Nicolás Maduro.

Es el sueño de 120 personas que residen en Jehová Giré, el nombre que dieron a una edificación de la Magistratura a medio construir en Petare.

Símbolo de las invasiones toleradas desde la época del presidente Hugo Chávez, el esqueleto de concreto es hogar de indigentes, damnificados de desastres naturales y caídos en desgracia por la peor crisis económica en la historia moderna de Venezuela.

“Estoy cansado de vivir aquí. Si tuviera para donde irme, me iría de esta vaina”, dijo a AFP Erick Hurtado.

Sobran razones para el hastío de este mototaxista de 42 años de edad. Desde hace cuatro meses no hay agua y los residentes rompieron el asfalto e improvisaron una conexión, en plena calle, para bañarse y lavar ropa con una manguera.

Solo hay un baño y un balde plástico funciona como letrina, la electricidad se limita a la planta baja, única habitada.

“Este sitio no es apto para vivir, especialmente por los niños, porque hay epidemias, zancudos, cucarachas, ratas”, aseguró Roni Aranguren, albañil de 42 años de edad.

Soñar “una vivienda digna”

Despedido por un recorte de personal y en la calle luego de derrumbarse su casa, Roni se resguardó hace dos años en el edificio con su esposa y cuatro hijos. Aguanta con la misma ilusión: “Una vivienda digna”.

En Jehová Giré viven aproximadamente 80 menores de edad, pero solo 50 van a la escuela y a menudo se ausentan por falta de transporte y alimentación, dijo a AFP Stéphanie Marcelot, de la ONG Rayiluz, que ayuda a los residentes.

Estómagos hinchados atestiguan la desnutrición de muchos pequeños, que deambulan sucios y enferman de dengue, escabiosis o bronquitis. Con los años quedaron en el olvido las razones por las que el inmueble fue abandonado.

Algunos cuentan que los funcionarios se negaron a trabajar en un suburbio considerado peligroso y fueron trasladados, contó a AFP Katiuska Camargo, de Rayiluz.

Atrás quedaron los cubículos de oficinas de cuatro metros cuadrados, transformados en dormitorios con camas, televisores y neveras apiñados.

Sus ocupantes alimentan la esperanza con la fortuna de unos pocos compañeros que lograron el objetivo y viven en un cercano edificio de la Gran Misión Vivienda.

Mediante ese programa, Nicolás Maduro asegura que se han entregado 2,6 millones de viviendas subsidiadas desde 2011, pero la oposición denuncia que la cifra está sobreestimada.

Fenómeno masivo  

Roberto Orta, presidente de la Cámara Inmobiliaria Metropolitana, aseguró que aproximadamente 155 edificios de Caracas fueron invadidos entre 2003 y 2007, y 241 expropiados sin indemnización de 2006 a 2008.

La ocupación ilegal más famosa fue la de la Torre de David, un rascacielos de 28 pisos que albergó a 1.150 familias entre 2007 y 2014 y hoy sigue abandonado.

Cansados también de la estigmatización de la policía, que considera el lugar una guarida de delincuentes, los ocupantes de Jehová Giré conformaron una cooperativa para ser reconocidos como damnificados, y no invasores.

Con ello esperan ser trasladados pronto a un complejo de Misión Vivienda en Cúa, en las afueras de Caracas.

Con información de AFP

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