Bien sea por obligación o por devoción, o por una mezcla de las dos, desconectarse de Internet, del celular, de la computadora y del router es una misión cada vez más difícil.
Pasamos gran parte del día conectados a Internet por una razón u otra. El problema llega cuando la necesidad o la costumbre se convierte en una obsesión y una adicción.
Esta adicción se caracteriza, según los psiquiatras, por una pérdida de control sobre el uso de Internet y «por el desprecio a las consecuencias asociadas».
Ante una situación límite en la que las horas giran en torno a Internet y al smartphone o en la que no se puede gestionar de manera sana su uso, cada vez son más los que se interesan por el modelo de vacaciones o retiro para la desconexión.
Además, también está creciendo el número de centros de rehabilitación para los adictos a las tecnologías.
Campamentos analógicos
Los individuos de la Generación Y y los millennials recordarán los campamentos en los que lo único que se enchufaba era la radio que emitía la música que avisaba la hora de comer. El resto del día transcurría en la naturaleza, entre gritos, actividades al aire libre y risas.
Ahora, el número de los que anhelan estas experiencias va creciendo. La demanda de experiencias donde sea posible olvidarse y desconectarse de Internet, va en aumento.
Digital Detox es una empresa dedicada a organizar este tipo de escapadas. Organizan, desde eventos nocturnos, campamentos y retiros hasta workshops con el mismo hilo conector. Los teléfonos están prohibidos.
Y parece que tienen éxito, ya que los campamentos Camp Grounded, por ejemplo, tienen lista de espera.
«Es donde los adultos se desconectan, se escapan y vuelven a ser niños», se lee sobre el programa en la web de la empresa.
La idea es sencilla: tres días en los que se realizan más de 50 juegos y actividades como yoga, guerras de colores, meditación, escalada, senderismo, karaokes, fotografía analógica y hasta un concurso de talento.
«Es un sitio seguro en el que puedes ser tú mismo y simplemente pasártelo bien«, dice un cliente en el video resumen del campamento.
«Fue divertido ser libre y conocer a un montón de gente», confiesa otra ex campista.
Todos pasaron por el mismo rito: dejar todos sus aparatos electrónicos y no revelar sus identidades. Esto para que no importe de dónde viene cada uno o en qué trabaja.
Rehabilitación, desconectarse de Internet
Según un estudio de la organización Common Sense de 2018, la adicción al teléfono móvil afecta a 50% de los estadounidenses adolescentes y 75% siente la necesidad de revisar sus mensajes en el celular cada hora. Una condición que afecta a individuos jóvenes cada vez más.
Adolescentes y niños cada vez en mayor número pasan el día enganchados a YouTube, a las redes sociales o a los juegos en línea.
El Lindned Center of Hope es un centro de salud mental en el que tratan diferentes desórdenes como el alimenticio, la ansiedad, el trastorno obsesivo compulsivo y las adicciones a la tecnología.
En este lugar tratan a niños y adolescentes que sufren algún tipo de dependencia relacionada con Internet. Desde las apuestas online, el sobreuso de las redes sociales, la adicción a la pornografía, al sexting o el juego en línea.
El director clínico de los tratamientos para las adicciones, Chris Tuell, decidió comenzar con el programa después de ver varios casos en los que los adolescentes y jóvenes utilizaban Internet como método de automedicación, comentó a los medios.
«En los últimos años, el uso de la red ocupó el lugar de otras sustancias como el alcohol o las drogas. Al cerebro no le importa lo que sea, si me lo meto por la garganta o me lo meto en la nariz o lo veo con los ojos o lo hago con las manos», dijo Tuell al diario The Straits Times.
«Están produciéndose similares procesos neuroquímicos en el cerebro que con otras adicciones», añadió.
Pero hay que tener en cuenta que aprender a desconectarse de Internet y recuperarse de esta dependencia es diferente a hacerlo con otras sustancias, según los expertos.
Internet y la tecnología no son algo que se pueda ignorar. Es una parte esencial e inevitable del modo de vida actual, está presente en los trabajos, en la educación y hasta en las relaciones sociales y personales.
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