Toda historia tiene un trasfondo. Eddy Alexander Hernández Lobo, el bebé de 4 meses que murió por desnutrición proteica calórica el 11 de agosto en el Hospital Miguel Pérez Carreño, provenía de una familia de escasos recursos que reside en el kilómetro 25 de El Junquito, en el sector Las Torres.
La madre, Gabriela Alejandra Hernández Lobo, de 20 años de edad, fue detenida por funcionarios de la Subdivisión del Oeste del Cicpc en el recinto de salud por “descuido” al permitir que su hijo muriera por desnutrición.
Eddy Silva, pareja de Gabriela Alejandra, y quien afirmó que no es el padre biológico del recién nacido, relató el verdadero trasfondo de esta tragedia y los elementos que la rodearon.
En un principio la mamá trasladó al pequeño al Hospitalito de El Junquito, en donde le encomendaron que le comprara suero al bebé. Debido a que no lo conseguía en ninguna parte, afirmó, se vio en la necesidad de llevar a su hijo una noche al Pérez Carreño. Narró que en la madrugada le dieron de alta y pudo llevarse a su pequeño a la casa. “Pero el bebé empezó a estar malito otra vez, y decidió regresar al hospital para que lo atendieran”, añadió. Lamentablemente, el niño murió en el centro de salud.
Otro elemento es que la mujer vivía con tres hermanos y sus otros tres hijos –de 5, 4 y 3 años de edad– en la casa de su mamá en El Junquito. Silva indicó que es una de las viviendas que el gobierno entregó en esa zona, las cuales están hechas de bloques y techos de madera, con tres habitaciones muy pequeñas y un espacio compartido entre la sala y la cocina.
Los servicios básicos, como el agua, son lujos que los habitantes de la zona difícilmente se pueden permitir. Señaló que tienen que recoger el agua de la lluvia y cuando no llueve compran de los camiones cisternas, cuyo valor oscila entre los 15.000 y los 20.000 bolívares. Con el gas, sostuvo, deben hacer largas colas para poder obtener una bombona pequeña de 300 bolívares que les puede durar, dependiendo de cuánto se cocine, 15 días o menos. “Las bolsas CLAP llegan 1 vez cada 2 meses, cuando se acuerdan de nosotros”, aseguró.
Manifestó que Gabriela Alejandra y sus hermanas trabajaban como meseras en una venta de cachapas en el pueblo de El Junquito y que sus ingresos dependían en gran medida de las propinas de los clientes. También sostuvo que este año las ventas bajaron por la situación económica del país y que tal restricción afectó la entrada de dinero de la familia. Su hermano es agricultor y tampoco se da abasto para mantener a la familia.
“Ella no se alimentaba bien”, dijo, y agregó que no tienen los recursos para pagarle un abogado a Gabriela Alejandra, que está detenida.