La glucosa es la principal fuente de energía que utilizan las células del cuerpo humano para realizar sus diferentes funciones. “Es como el combustible que emplea el organismo para complejos procesos como el muscular, cardiovascular y cerebral. Por ello, sin la glucosa nuestro cuerpo no trabaja”, explicó la médico internista Virginia Salazar.
Este tipo de azúcar, la fructosa y la galactosa constituyen los tres tipos de monosacáridos que están presentes en los alimentos y durante la digestión son absorbidos directamente por la sangre. Su presencia determina el nivel de azúcar en la sangre, también llamada glicemia.
Este proceso estimula que el páncreas produzca la insulina, hormona que permite la entrada de la glucosa a cada una de las células del organismo. Al entrar el monosacárido a la célula, los niveles de glucosa en la sangre disminuyen y el cuerpo retorna a su normalidad. A la par, el azúcar absorbido durante la digestión también puede ser almacenado en el hígado y en los músculos en forma de glucógeno para luego ser utilizado como energía.
Tanto la insulina como el glucagón, otra hormona producida por el páncreas que transforma el glucógeno en glucosa cuando sea necesario, son las encargadas en mantener a la glucosa en la sangre en rangos aceptables para que el cuerpo funcione. En una persona sin diabetes, los valores de la glucosa en la sangre deben encontrarse entre 70 y 100 mg/dl en ayunas y en menos de 140mg/dl después de comer (postpandrial).
Otro indicador a analizar es el nivel de hemoglobina glucosilada (HbA1c). El valor normal en personas no diabéticas es de 4% a 6% y a medida que sube se evidencia un mal control de la glicemia por ello el diabético tiene los niveles de HbA1c mayores a 7%. Estos aspectos, más otros, integran a la patología diabetes mellitus, divida en tipo 1 y tipo 2.
Los niveles elevados de la glucosa en la sangre se deben a la escasa o nula producción de la insulina por el páncreas y/o a la resistencia de las células a la acción de dicha hormona, lo que ocasiona trastornos en distintos órganos y sistemas. Si no es controlada, algunas consecuencias que se presentan a largo plazo de esta enfermedad son insuficiencia renal o falla renal crónica, pérdida de la visión, sensibilidad en los pies y riesgo de amputación, muerte por enfermedad cardiovascular, entre otras.
“Por eso es vital que el diabético mantenga los niveles de glucosa en sangre lo más cercano a lo normal posible para alcanzar control glicémico y lograr prevenir o retardar la aparición de estas serias complicaciones. La glucosa en la sangre es un indicador esencial de la salud. Si tiene dificultad para controlar el nivel normal de glucosa en la sangre, debe buscar ayuda en su médico”, alertó la especialista.
Ojo con los carbohidratos y medicamentos
Salazar explicó que existen varias condiciones que elevan los niveles de glucosa en la sangre, como la ingesta excesiva de carbohidratos en la dieta como azúcares refinados, harinas y refrescos; consumo regular de algunos medicamentos como esteroides, agentes antipsicóticos y antirretrovirales; infecciones o deshidratación severa; quemaduras corporales extensas y politraumatismos.
Asimismo, recomendó a los diabéticos estar pendientes de su alimentación, así como de monitorear su glicemia por medio del glucómetro y de la prueba de hemoglobina glucosilada.
Más control: Mejor calidad de vida
El cuidado exitoso de la diabetes requiere un abordaje sistemático que necesita el cambio de conducta del paciente frente la enfermedad e incluye adoptar un estilo de vida saludable, autocontrolar la enfermedad, prevenir las complicaciones de la diabetes e identificar por sí mismos problemas, además del tratamiento farmacológico, que consiste en la administración de agentes orales e inyecciones de insulina, que puede ser de acción rápida, acción lenta y mixtas.
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