Relatto

Un superpulmón colombiano para el mundo

por Avatar Relatto

Una sensación de apocalipsis comenzaba a invadirme luego de un período de lecturas referentes al poder de la naturaleza, pero también a los graves problemas que enfrenta por la desenfrenada explotación de sus recursos. Fue entonces cuando, por una extraña coincidencia, llegó a mis manos un artículo sobre la declaración como reserva natural del Parque Natural de Manacacías. ¡Era un rayo de esperanza! No solo para Colombia sino para el planeta pues el Parque además de adentrarse en la Orinoquia se conecta con la Amazonia, dos verdes gigantes cuyos aportes en carbono y estabilización del clima global son trascendentales.

Quise profundizar sobre el tema y decidí contactar al científico mencionado en el escrito, Thomas Walschburger, a quien había conocido en el pasado por asuntos relacionados con temas ambientalistas.

La noticia de la declaración del Parque Nacional Natural Serranía de Manacacías, (68.000 hectáreas) en el colombiano departamento del Meta, a fines de 2023, fue registrada con entusiasmo por varios medios como el New York Times y personajes como el actor y ambientalista Leonardo Di Caprio, en sus redes sociales.

Parque Nacional Natural Serranía de Manacacías

Paisaje de sabanas onduladas del Parque Nacional Natural Serranía de Manacacías (PNN). Foto/Thomas Walschburger.

Se trataba de un hecho alentador en medio de las frecuentes noticias de violencia en el mundo y Colombia, país que a pesar de ello y paradójicamente, es vanguardia en la conservación de ecosistemas. Casi el 44% del territorio nacional está constituido por resguardos indígenas y áreas protegidas del sistema de Parques y 2.5 Millones de hectáreas son cogestionadas por Parques Nacionales y autoridades indígenas.

La declaración de esta área de conservación busca preservar las sabanas onduladas, un ecosistema único que sirve a la vez de conector entre la Amazonia y la Orinoquia. Sin embargo, la ley dispone que dentro del perímetro de un parque natural no puede haber “ni una vaca”, lo que supuso evacuar del área a los ganaderos que han realizado esta actividad por generaciones y con ellos a los cantos de vaquería, patrimonio inmaterial de la humanidad.

Desde el punto de vista de la ecología la vaca, ese manso rumiante, es considerado un degradador, pero para el biólogo Thomas Walschburger, científico de The Nature of Conservancy y participante en el proceso de declaración del Parque, se trata de uno de los pocos herbívoros sobrevivientes, luego de millones de años, cuya presencia ayuda a mantener los pastos de las sabanas e incluso a dispersar semillas.

Sobre estas y demás implicaciones en el proceso de la declaración del Parque Manacacías, que duró casi 10 años, conversamos con Walschburger cuya vasta experiencia en ecología, biodiversidad y desarrollo sostenible le han merecido varios premios en ciencias como el de la Fundación Alejandro Ángel Escobar, el más alto galardón científico que se otorga en Colombia.

Otro biólogo de origen alemán

Nos citamos en un café del barrio Usaquén, una zona pintoresca al norte de Bogotá. No veía a Walschburger hacia años, pero lo ubiqué de inmediato una vez entró al local, cargando un maletín y buscándome entre la gente. Su pelo canoso revelaba el paso del tiempo, y su camisa sin corbata y su chaqueta desenfadada revelaban su talante de biólogo amante de la naturaleza más que de las formas acartonadas de la ciudad. Nos ubicamos en un rincón, lejos del ruido del lugar y pedimos sendos cappuccinos para dar paso a la entrevista.

El biólogo Thomas Walschburger, participante en el proceso para la declaración del PNN Serranía de Manacacías. Foto/ María Elvira Talero G.

Antes de comenzar no pude dejar de comentarle acerca de los muchos nombres de extranjeros que surgen al hablar de nuestra exuberante naturaleza y cuyo turno le correspondía ahora a este Thomas Walschburger de ojos azules que intuían sus orígenes.

Desde la colonia son numerosos los científicos extranjeros que han observado y documentado la fauna y flora de Colombia y Suramérica, como Alexander von Humboldt, Aimé Bonpland y José Celestino Mutis entre muchos otros. De hecho, fueron los hallazgos en la isla Galápagos los que impulsaron al inglés Charles Darwin a escribir El origen de las especies por selección natural, revolucionando el mundo de la ciencia. Y un joven Simón Bolívar profundizó su conocimiento sobre la geografía de los países latinoamericanos a través de von Humboldt con quien se encontró en Europa. Incluso durante su campaña de emancipación, el llamado “libertador”, consultaba ocasionalmente las descripciones geográficas y mapas levantados por el sabio alemán. Como si fuera poco, el español Nino Bravo se hizo famoso exaltando nuestra riqueza natural con la interpretación de la canción “Todo un inmenso jardín, eso es América”.

Sin embargo, Walschburger se declara colombiano pues nació en este país, aunque sus padres son inmigrantes alemanes.

La fascinación por los Llanos Orientales

Fue precisamente debido al trabajo de su progenitor como ingeniero civil en los Llanos Orientales, que Walschburger tuvo oportunidad, en su juventud, de conocer y quedar encantado con estas tierras. Una vez adulto y con un doctorado en Biología de la Conservación de la Universidad de Santiago de Compostela (España), la vida le dio la oportunidad de participar activamente en el proceso de declaración del Parque Nacional Natural Serranía de Manacacías, en su calidad de científico de The Nature Conservancy.

Oso mielero Tamandua tetradactyla. Foto/ Thomas Walschburger.

Al preguntarle por sus sentimientos aquel día en el que declararon el Parque Nacional Natural número 61, sus ojos azules parecen brillar y una amplia sonrisa se dibuja en su rostro al recordar la gran alegría y alivio que lo inundaron, pues según afirma: “siempre hay incertidumbre porque fue un proceso muy difícil y largo y a uno le entran dudas de si se va a lograr o no. Declarar parques naturales es un reto que exige muchísimo”.

De hecho, desde 2016 The Nature Conservancy (TNC) se unió al esfuerzo de varias organizaciones y personas, para definir el proyecto (liderado por Parques Naturales Nacionales) en la Serranía de Manacacías, que tan sólo se logró a finales de 2023.

La vinculación de Walschburger a este proceso, respondía al interés de TNC en la conservación de sabanas naturales, dada la importancia de estos ecosistemas. Así detalla él sus reflexiones y observaciones durante esta emocionante aventura.

Sorprende la declaración del parque en un país marcado por la violencia como Colombia, ¿Cuál es la situación en Manacacías?

“Esta zona fue previamente controlada por los paramilitares en donde había laboratorios de coca pues la región era uno de los corredores de exportación de droga, por lo que muchos de los dueños de las fincas tuvieron que abandonarlas. Ya durante la época de Uribe, alrededor del 2005, muchos finqueros entraron en proceso de restitución, aunque algunos perdieron sus tierras porque ese proceso no es tan fácil. Todavía hay mafias de invasión de tierras que invaden fincas en una noche con niños y familias, arman cambuches y si no los expulsas en 48 horas terminan teniendo derechos pues los tierreros logran obtener algún tipo de documento.

Venado de cola blanca Odocoileus virginianus. Foto/ Thomas Walschburger.

Afortunadamente cuando comenzó el proceso para la declaración del parque ya se había saneado ampliamente esta situación”.

¿Y cómo fue ese proceso?

“Alrededor del año 2016 recibimos una donación de la fundación norteamericana, Bobolink, enfocada en la conservación de aves de sabana y migratorias. Muchas de las especies que emigran de Estados Unidos (alrededor de 125) llegan al Llano en donde algunas permanecen y otras continúan volando al sur del continente. Esta fundación quería apoyarnos en declarar áreas importantes para la conservación de la biodiversidad de las sabanas, porque generalmente la prioridad ha sido la selva amazónica.

Todos ven en los Llanos una frontera agrícola que hay que transformar y se cree que esos son unos pastizales improductivos con unas vaquitas por ahí. Pero esas sabanas tienen un valor muy grande para la diversidad pues son las únicas en la zona tropical ubicadas entre Colombia y Venezuela. Aquí puede haber más de 1000 especies de pastos diferentes, o gramíneas que entre otras no hemos estudiado bien”.

¿Qué es lo que hace único al Parque Serranía de Manacacías?

“Es un parque que es un “conector” al estar en la zona de transición entre la Amazonia y los Llanos. El río Manacacías tiene unos bosques inundables muy amplios en donde hay selvas muy extensas que se conectan con la Amazonía. Es como un eslabón perdido que conecta el Amazonas con Los Llanos y sus cabeceras con la Serranía de la Macarena y que llega finalmente hasta los Andes.

Águila sabanera Buteogallus meridionalis. Foto/Thomas Walschburger.

Esta es un área de gran importancia por su biodiversidad y la provisión y regulación del recurso hídrico. Casi 460 de las aves amazónicas llegan por esos corredores, también están las llaneras y alrededor de 50 especies migratorias. Aquí abundan los morichales, bosques de galería, diversas sabanas con sus plantas y fauna. Es de resaltar su riqueza en crustáceos, varias especies endémicas de mariposas, murciélagos, dantas, venados, zainos, monos, puercoespines, ñeques, numerosos peces de agua dulce, jaguares, pumas, anfibios y reptiles.

Y si bien el parque Serranía de Manacacías no es muy grande, dependemos de él para mantener esa diversidad y para la mitigación del impacto climático”.

¿Qué sigue ahora tras la declaración del Parque?

El área queda a cargo de Parques Nacionales que debe hacer un plan de manejo, pues hay todavía riesgo de invasión de tierras y se debe conocer aún más su diversidad única.

TNC está enfocado en la zona alrededor del parque porque hay mucha presión por los cultivos de palma y forestales y se busca que la ganadería extensiva continúe ya que es el sistema productivo predominante de esta región que ha logrado mantener la sabana por más de 500 años. Por ley en el parque no puede haber ni una vaca y en la compra de tierras muchos llaneros debían sacar el ganado y la verdad, desde el punto de vista humano, es doloroso ver esa transición.

Llaneros arreando ganado en los Llanos Orientales de Colombia. Foto/Thomas Walschburger.

La cultura ganadera en el llano es patrimonio inmaterial de la humanidad, todas esas vaquerías, los cantos para arriar el ganado, es un arte impresionante y poco a poco lo hemos ido perdiendo. Las nuevas generaciones no ven la ganadería como una oportunidad ya que tampoco es la actividad económica más rentable del mundo comparado con la agroindustria. Por eso es importante hacer innovaciones que ayuden a que esta actividad sea más rentable y sostenible, porque no todos los ganaderos quieren volverse cultivadores de soya o algo así”.

¿Por qué hay quienes afirman que este puede ser el último Parque Nacional?

“Lograr acuerdos con la comunidad es el proceso más difícil. Yo creo que este es el primer parque en Colombia que se declara con un saneamiento de tierras bastante adelantado ya que Parques Nacionales avanzó mucho en la compra de tierras. TNC se sumó con el aporte de 5 millones de dólares provenientes de donantes americanos, entre ellos la Fundación Wyss y Art into Acres a través de Re:wild.

Uno de los grandes obstáculos era que el parque estaba ocupado, no pertenecía a los baldíos de la nación. Parque Nacionales, a través de empresas petroleras y bonos de compensación, reunió fondos para comprar las tierras de los propietarios. Pero estas legalizaciones son dispendiosas. De hecho, cuando TNC hizo la campaña para recaudar fondos en Estados Unidos, la respuesta de los donantes fue casi inmediata y al final del 2019 ya se había reunido el dinero y ellos no entendían la demora en la declaración del Parque pues los recursos ya estaban disponibles. Declarar un área como Parque implica adentrarse en el núcleo mismo de los conflictos sociales del país: actividades ilegales, titulación de tierras, desplazamiento, entre otros”.

Pero si bien el horizonte para la declaración de futuros parques nacionales puede no estar muy claro, como concluye Thomas Walschburger, es posible que la amalgama de saberes ancestrales, gobiernos, personas y organizaciones conscientes de la importancia de la biodiversidad, logren continuar preservando y exaltando la belleza de nuestra naturaleza para así cantar como Nino Bravo “…cuando Dios hizo el Edén, pensó en América”.

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