Es un lluvioso 16 de noviembre de 2022. Pleno otoño. Olivia Mandle aparece completamente vestida de azul. Como si buscara mimetizarse con el mar de su natal Barcelona. Pantalones de tela y camiseta con letras blancas que enarbolan la frase #NoEsPaísParaDelfines. Olivia es catalana, pero hoy está en Madrid porque se reunirá en el Senado con un grupo de políticos, para discutir algunos asuntos relativos a la Ley de Bienestar Animal y cómo en ella se puede incluir un apartado que ayude a su campaña, la de terminar para siempre con los delfines y cetáceos en cautiverio en España. Olivia tiene 15 años.
Al salir de su cita, nos reunimos en un café, cerca del centro de Madrid. Ha sido un día largo, a Olivia se le ve cansada, pero, sobre todo, un poco incómoda. Decepcionada. La reunión no resultó como esperaban. No ha habido ningún avance respecto al tema que vienen trabajando ya hace un par de años. Su moción para que los delfines fuesen incluidos en la Ley de Bienestar Animal, hasta ahora no ha sido escuchada. Los delfines siguen indefensos.
—No estaba preparada psicológicamente quizás, para esta derrota. Aún así, esto me da más ganas de luchar. Si me derrumbo, no gano nada.
Al terminar aquella frase esboza la única sonrisa de la jornada. No es su primera decepción, y sabe que tampoco será la última, pero Olivia va en serio y planea volver a la carga, para hacer escuchar su voz y la de toda la gente que ha confiado en ella.
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Cuando Olivia tenía cuatro años, asistió a un clásico paseo de colegio sin saber que, a tan corta edad, marcaría toda su vida. La visita fue al zoológico de Barcelona, y no habría pasado de ser una divertida experiencia escolar, salvo por lo que observó en el delfinario y que calaría hondo en su memoria y en su corazón. Ver a los delfines, tan alegres y juguetones, saltar y hacer acrobacias de un lado a otro es algo que puede maravillar a cualquier niña, pero especialmente a una entusiasta de la naturaleza y los animales. Sin embargo, Olivia ya tenía un conocimiento previo sobre el tema. Siempre había visto a los delfines moverse en libertad, tanto en las películas y documentales que le habían mostrado, como en los libros que abundaban en su hogar. Por esa razón, al llegar de vuelta del paseo, preguntó a sus padres si los delfines también se iban a casa después del espectáculo. Cuando le respondieron que no, ese golpe de realidad, a pesar de ser tan pequeña, le quedaría grabado en su mente para siempre.
Olivia Mandle Navarro se define como una activista medioambiental que lucha por los derechos de los animales marinos. Crecer junto al Mediterráneo la ha ayudado a generar una especial conexión con el océano y a poner como prioridad en su vida todo lo que suceda en él. Su núcleo familiar, sin duda, es un gran apoyo. La protege, la alienta y la empodera. Ricky Mandle, su padre, asegura que son una familia que busca la sostenibilidad como forma de vida, por lo que las inquietudes de Olivia son totalmente compartidas en casa por él, su madre Mónica y su hermano Max.
Olivia ha crecido rodeada de estímulos que han ido fraguando su camino hacia el activismo y en particular, la defensa de los delfines. De niña jugaba con sus Legos a que salvaba animales y se nutría de información con libros y documentales de algunos de sus ídolos, Jane Goodall, David Attenborough o Sylvia Earle. Mucho más que Ironman o la Mujer Maravilla, estos han sido sus súper héroes. Eso sí, Liberen a Willy, fue una película hollywoodense que la marcó.
Para conversar quedamos en Barcelona, esta vez en octubre de 2023. No es fácil. A su corta edad vive inmersa en una apretada agenda que va desde presentaciones y ponencias en seminarios medioambientales, reuniones con congresistas y creación de estrategias para concienciar y compartir su mensaje, hasta grabación de programas de televisión, cápsulas, clases de ballet y salidas a limpiar el océano. Se hace un tiempo después de salir del colegio, donde cursa el primer año de Bachillerato Internacional.
Barcelona, su belleza y su pesada humedad por partes iguales, nos reciben en un parque del barrio Sarrià, donde Olivia aparece junto a su padre, impecablemente uniformada con su camiseta azul de #NoEsPaísParaDelfines. Se le ve animada, pero está un poco cansada. Y no es para menos. Sus días son muy intensos, aunque en ningún momento se queja. Ha pasado gran parte de su vida de la misma manera.
En marzo de 2020, con 12 años, Olivia lanzó una campaña en la plataforma Change.org, con el objetivo de liberar a los tres delfines que quedaban en el Zoológico de Barcelona. Pese a que la campaña reunió 56 mil firmas, el objetivo no se cumplió. Si bien los delfines salieron del zoológico, no fueron liberados ni trasladados a un santuario marino, sino enviados a otro zoológico en Atenas. Ya con trece años cumplidos, Olivia sufrió su primera gran derrota como activista.
—Cuando vi la noticia de que solo los habían trasladado, realmente me decepcionó. Que una ciudad como Barcelona pudiera hacer algo tan terrible como llevar esos animales a otra cárcel, en vez de poderles dar una mejor vida. Al final esos delfines, pobrecitos, siguen hoy en día haciendo espectáculos en Atenas. Me entristeció muchísimo. Pero yo siempre he sido una persona muy optimista y que no me rindo con nada. Pensé, vale, ha pasado esto, quizás no voy a poder hacer nada, pobrecillos, por estos tres, pero a lo mejor sí que voy a poder hacer algo por todo el resto de los delfines en España.
Es así como después de aquel episodio, Olivia comenzó la campaña para eliminar por siempre los delfinarios españoles: #NoEsPaísParaDelfines. La idea es pedir al gobierno una ley de prohibición de estos lugares, como ya lo han hecho Chipre, Eslovenia, Croacia, Costa Rica, India, Francia, Reino Unido y Chile, entre otros.
Había decidido no solo seguir intentándolo, sino perseguir un objetivo mayor. Mucho más difícil. Mónica, su madre, tiene una explicación para ello.
—Olivia tiene esta misión de vida desde que era muy pequeña, y espero que no se aleje de ella, porque se estaría alejando de su esencia como persona. Se recupera rápido y vuelve a coger fuerzas. Sale decepcionada, llora, le duele en el alma, pero enseguida busca formas para volver hacia el propósito que persigue. Ella es esperanza en estado puro.
Olivia recuerda los inicios de su campaña, el fracaso y su rápida reacción para comenzar una nueva y siente que es solamente lo que tiene que hacer.
—Hay muchas situaciones de derrotas. No todo es conseguir algo bueno, hay momentos de bajón. Pero soy una persona súper optimista. Las derrotas las cojo como una lección y como fuerza para seguir esforzándome y trabajando por lo que quiero.
Y lo que quiere, por ahora, es muy difícil de conseguir. En junio de 2023, en el marco del Día Mundial de los Océanos, la ONG World Animal Protection presentó un ranking que muestra la distribución de los delfines en cautiverio en Europa. El informe refleja que en este momento hay 308 delfines atrapados en 14 países europeos. 93 de ellos están en España, es decir, un 30%. España también lidera el número de delfinarios, con diez de los 34 que funcionan en el continente. Según el mismo informe, cada uno de los delfines atrapados que está cautivo para realizar espectáculos vive en piscinas 200.000 veces más pequeñas que el espacio en el que se desenvolvería en su hábitat natural. Espectáculos que pueden generar entre 400 mil y 2 millones de euros al año en ingresos.
—Es vergonzoso. A mí me da vergüenza. Que España sea el país con más cautividad de cetáceos en Europa y el sexto a nivel mundial, que España promocione esta crueldad, ¡me da vergüenza! Si España quiere ser líder en materia de transición ecológica, yo digo que no puede serlo siendo el país con más cetáceos en cautiverio en Europa.
En marzo de 2023, en España se aprobó la Ley de bienestar animal, que prohíbe el uso de animales en circos. Los delfines quedaron fuera de la normativa.
El informe refleja que en este momento hay 308 delfines atrapados en 14 países europeos. 93 de ellos están en España, es decir, un 30%***
Olivia y el mar tienen una relación simbiótica. Es su lugar en el mundo. También una obsesión. El azul es su color favorito, siempre lleva algo azul en su vestimenta. Su hermano menor, Max, siempre le reclama que al momento de elegir colores para dibujar o pintar algo, siempre elige el mismo, “¡pero que no puede ser todo azul!”.
Cuando saca su teléfono para enseñarme algunas fotos que ha hecho del mar, lo primero que me muestra, orgullosa, es la carcasa del móvil, por supuesto azul y con ballenas por todos lados. Hablando del mar su cara se ilumina, su cabello largo y liso y sus ojos verdes brillan con luz propia. Parece eliminar el cansancio, se relaja. Su energía cambia por completo y se siente. Se ríe, todo el tiempo se ríe hablando del mar.
—Cuando quiero liberar mi mente hago submarinismo. Cuando estoy bajo el agua todo es un mundo completamente diferente que cuando estoy en la superficie, rodeada de todo azul, con animales, con el silencio, los rayos de sol entrando, la mente se me va y no pienso en los problemas. El mar es mi medio.
Asegura que en tierra se pierde, que si la dejan en el centro de Barcelona no se orienta, pero que en el mar, sin embargo, siempre podrá encontrar la orilla.
—El mar siempre nos da lecciones, de cómo convivir, de cómo ser mejor persona. Hace unos días estaba haciendo submarinismo y vi a dos langostas limpiándole los dientes a una morena. El equilibrio perfecto. Cómo estas dos criaturas que son tan diferentes se complementaban…
Escuchándola, viéndola, es completamente entendible que quiera dedicar su vida a salvar a los delfines. A estudiar biología marina en el futuro, a investigar sobre el océano. En 2019 visitó una exposición sobre el cambio climático en Nueva York. Su padre es originario de esa ciudad y sus abuelos viven en La Gran Manzana. Quedó tan golpeada por lo que vio, que sintió la necesidad de hacer algo. Fue el despertar de la Olivia activista. Al regresar a Barcelona de ese viaje, con tan solo 12 años, diseñó una herramienta casera, artesanal, para limpiar los microplásticos del océano y la bautizó como “Jelly Cleaner”. Es una especie de colador, con forma de monstruo de dibujos animados, hecho de botellas de plástico y medias viejas de ballet.
—Cada verano veía más y más plásticos en la playa, en la orilla, en la superficie del agua, entonces comencé a investigar sobre ellos. Me di cuenta de que los microplásticos eran un problema muy grave que tenían nuestros mares, y dije, vale, voy a intentar crear algo para atrapar estos microplásticos.
Pensó en muchas formas posibles para dar con una solución rápida y manejable, hasta que tomó los elementos que tenía más a mano y se las ingenió para hacer algo fácil, rápido, y que todo el mundo pueda replicar en casa. Funciona arrastrándola por el mar. Las botellas ayudan para que el instrumento flote y las medias hacen de colador. La primera vez que lo probó, observó que dentro de las medias habían quedado atrapadas dos pelotas negras. Investigó, y se dio cuenta de que, en efecto, eran microplásticos acumulados.
—Yo voy a todas partes con mi camiseta y con la Jelly Cleaner. En la playa mucha gente me mira raro, me preguntan qué es eso, entonces yo les explico qué es la Jelly Cleaner y aprovecho de explicarles la situación de nuestros mares, del Mediterráneo que es el mar más contaminado en el mundo. Entonces puedo concienciar. Y si esa persona le cuenta a una o dos más a su alrededor, se va creando una cadena de conciencia.
La Jelly Cleaner se puede usar en el mar, lagos o ríos y hoy Olivia da charlas y talleres en colegios, enseñando cómo construirla, para que cada niño que tenga la motivación, pueda ser parte de esta cadena de conciencia.
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En junio de 2023 Olivia Mandle visitó el Parlamento Europeo en Bruselas. Fue invitada a una convención sobre el cautiverio de cetáceos dictada por las científicas que han sido su gran inspiración a lo largo de su corta pero intensa vida de activismo.
Entre las asistentes se encontraban la directora de Marine Conecction de Reino Unido, Margaux Dodds, la doctora Ingrid Visser de Nueva Zelanda, experta en orcas, y la doctora Naomi Rose, una de las especialistas más importantes del mundo en materia de delfines y cetáceos en cautiverio.
—Fue increíble estar con todas ellas, mujeres todas, que han sido mis mentoras desde el principio de todo. Estar ahí en persona con ellas, que son las más top en cetáceos y están luchando para acabar con el cautiverio… estar con ellas hablando de todo esto, fue una experiencia increíble que nunca voy a olvidar.
Ricky Mandle, cuenta que, en medio de una conversación en plena convención, hicieron una mención a Olivia. De alguna manera incorporándola en la lucha y entregándole la posta. Olivia, por su parte, aún no se lo puede creer.
Desde Washington, Estados Unidos, la doctora Naomi Rose del Animal Welfare Institute, cuenta cómo ve la irrupción de Olivia Mandle en la batalla contra el cautiverio de delfines y cetáceos.
—Olivia ha estado haciendo un trabajo increíble creando conciencia pública en España, presionando al gobierno y haciendo campaña a favor de los cetáceos en cautiverio. Posiblemente el aspecto más importante de esta campaña sea que los jóvenes participen ya que ninguno de nosotros vive para siempre y este es un esfuerzo a largo plazo, porque puede tomar años cambiar la opinión pública sobre este tema. Que jóvenes como Olivia se interesen y luego conviertan ese interés en acciones efectivas es el futuro de la campaña.
Sin jóvenes como Olivia, este esfuerzo termina cuando la actual generación adulta de activistas y defensores desaparezca. Olivia no sólo ha hecho todas las preguntas correctas, sino que ha convertido las respuestas en acciones efectivas para ayudar a los cetáceos en España.
Para la doctora Rose, la batalla por terminar con el cautiverio de grandes cetáceos en todo el mundo es más factible de ganar a corto plazo, dado que la evidencia científica es abrumadora sobre la diversa cantidad de problemas que ellos sufren durante el confinamiento. Sin embargo, para los delfines nariz de botella, entre otras especies más pequeñas, la batalla será más larga y compleja.
—España tiene más delfinarios que cualquier otro país europeo, por lo que contar con una joven defensora y eficaz como Olivia, es aún más importante.
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España es el país en Europa con más delfines y cetáceos en cautiverio, uno de cada tres delfinarios en el continente está aquí, en este país… Por favor, ayudadme, a que la voz de estos delfines llegue hoy al Congreso de los Diputados.
Este es parte del mensaje que Olivia Mandle, emocionada, comparte en sus redes sociales hoy, 20 de abril de 2023. Olivia ha vuelto a Madrid. La campaña #NoEsPaísParaDelfines está en su punto más alto. Ha conseguido reunir 155 mil firmas y junto a su equipo, ha decidido que es momento de dar un paso más y entregarlas en el Congreso de Diputados. Ya tiene un número de firmas importantes para hacer ruido. Han sido dos años de trabajo duro, de intentar convencer a la gente para que se una, hacerles entender que mientras más firmas, mas fuerza tendrá la petición online, que luego se puede transformar en un movimiento y así ejercer más presión para ser escuchados. Han sido un par de años de enviar cientos de correos y hacer cientos de llamadas telefónicas, sin recibir respuesta. De golpear muchas puertas y de enfrentarse al rechazo de manera constante.
—No me rendí y seguí siendo pesada (insistente). Es así como se consiguen las cosas, siendo pesada.
La cita con sus adherentes es en la Plaza de las Cortes, justo frente al Congreso de los Diputados. Olivia, como siempre, aparece con una de tantas camisetas con el lema de su campaña y el dibujo de un delfín. Las tiene por lo menos en unos cinco colores diferentes. Esta vez la camiseta es blanca y los pantalones verdes estilo militar. Como si a alguien le faltara entender que está aquí para librar una batalla. Bajo su brazo izquierdo y las pulseras juveniles que adornan su muñeca, lleva una gran caja de cartón que simboliza el receptáculo de las más de 150 mil firmas. Impreso en ella hay un código QR, su nombre y todos los detalles de la cruzada. Su rostro natural muestra seriedad y concentración, como si estuviera entrando a jugar la final del mundial. Seguramente, para ella lo es.
Bajo su brazo izquierdo y las pulseras juveniles que adornan su muñeca, lleva una gran caja de cartón que simboliza el receptáculo de las más de 150 mil firmas. Impreso en ella hay un código QR, su nombre y todos los detalles de la cruzada.
Esta vez Olivia no está sola. La acompaña la ONG World Animal Protection España que llegó con unas 15 personas entre científicos, expertos y activistas que vienen con pancartas y debidamente uniformados con la camiseta oficial de la campaña.
Camina hacia el Congreso flanqueada por Sandra Campina, responsable de World Animal Protection y Amanda Romero, concejala, ambas activistas de largo recorrido que hoy se han plegado al llamado de esta adolescente de 15 años.
Mónica, sigue a su hija hasta que ésta se pierde en la entrada del edificio del Parlamento. Ricky, su padre, espera nervioso en la plaza. Se pasea de un lado a otro, mira hacia el edificio, se sienta, se levanta. Observa algunas fotografías del día. No quiere ver a su hija una vez más saliendo triste del recinto, por eso ha decidido venir y apoyarla .
—Este es el cierre de una etapa, pero el principio de otra. Ella nos enseña todo el tiempo. Nos hace leer, prepararnos. Si te dedicas a trabajar en tu pasión, no vas a trabajar un solo día de tu vida.
La comitiva logró entrar al Congreso y reunirse con la diputada Inés Sabanés, de Más País, que les entregó su apoyo e ingresó la demanda ciudadana con las miles de firmas.
—Creo que hoy hemos podido alzar nuestras voces y llamar la atención sobre este tema. Seguiremos en ello —apunta Sandra Campina.
—Hay que seguir adelante, queda todavía recorrido. Y cada vez vamos a ser más acompañando a Olivia en esta enorme tarea de liberar a los delfines y cetáceos del cautiverio en nuestro país —agrega Amanda Romero.
Ha llegado prensa nacional de todos los medios. Se acercan a buscar reacciones de una Olivia que sale a enfrentarlos con un semblante más bien esperanzador. Micrófonos de La Sexta, Antena 3 y Televisión Española la rodean, sin embargo, se desenvuelve con tranquilidad. Ya está acostumbrada a la exposición y sabe que parte de su rol es justamente el de hablarles para transmitir su mensaje.
En medio de la plaza, se forma un círculo conformado con todos los participantes en la entrega de firmas. Conversan, se alientan, se animan y cierran con un aplauso que retumba hasta el Congreso de Diputados que está en frente. Olivia deja la alineación con una sonrisa que refleja su tranquilidad. Sabe que están dando un paso pequeño, pero muy importante. Se asienta en ella la idea de estar en el camino correcto, de estar haciendo las cosas bien.
—Fue una sensación de alivio. Por fin estas firmas ya están registradas en el Congreso y se van a quedar ahí para siempre. Yo ya he puesto mi semilla, una sensación de… no lo puedo creer. Satisfacción.
—Liderar la causa por la libertad de los delfines es algo grande. Estás luchando por muchos que no se pueden defender y tú sola te has puesto este peso sobre la espalda. ¿Sientes presión? —le pregunto.
—Esto es algo por lo que merece la pena luchar. Estoy acostumbrada. Es necesario para un futuro más sostenible, para un futuro sin la crueldad animal. Es un peso, pero un peso bueno. Yo soy la que ha alzado más la voz en España sobre el cautiverio, soy bastante joven, llevar toda esta responsabilidad no es fácil, pero yo lo disfruto muchísimo y no me arrepiento de nada.
***
Hoy Olivia ya tiene 16 años. Siente que es parte de una generación que “pasa de todo”, sin embargo, intenta poner su grano de arena para cambiarlo. Sueña con crear un santuario marino en la Costa Brava. Cuenta con numerosos premios y reconocimientos por parte del Instituto Jane Goodall Global, las Naciones Unidas y la Fundación Inspiring Girls, entre otros. El 24 de octubre de 2023, Día Internacional contra el Cambio Climático, presenta su libro No es cosa tuya, “una guía práctica que nos invita a reflexionar y actuar contra el cambio climático antes de que sea demasiado tarde”. En la portada, cómo no, está Olivia, su camiseta y los delfines saltando libres en el mar.
Para la doctora Naomi Rose, el escenario es claro.
—Olivia es el futuro de este movimiento y dejo en sus buenas manos el bienestar de los delfines en cautiverio.
Las 155 mil firmas aún duermen en el Congreso. Nada ha cambiado. La diputada que las recibió dejó su puesto. Al parecer en el activismo siempre hay una de cal y otra de arena. Pero eso no la detiene. Olivia seguirá peleando.
—Tengo paciencia infinita.
Infinita como el mar.
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