Relatto

El Señor de los lectores

por Avatar Relatto

Cada año, editoriales, libreros, universidades, narradores, pensadores, invitados especiales y, sobre todo, lectores, esperan con ansias este evento. Sin embargo, debido a la pandemia de la covid-19, hubo tres obligados años de espera para volver a realizarla de manera presencial en 2022. Durante ese multitudinario reencuentro sin precedentes, tuve la oportunidad de encontrarme con su director, Andrés Sarmiento Villamizar que, junto a su equipo, escribió una página inédita hasta ahora en la historia de la feria, por la asistencia que logró y, sobre todo, por el desbordado entusiasmo de la gente.

Mientras recorría los pabellones del enorme recinto, pude ver a un Andrés multifacético, una especie de pulpo organizador que con sus tentáculos lograba inesperadamente estar en todo: reuniones, entrevistas, presentaciones, verificando que hubiera orden en los diferentes puestos, leyendo al público fragmentos de libros, compartiendo con los invitados, hablando con la gente, solucionando problemas.

Fue ese frenético ritmo de actividades el que no me permitió hablar con él sino hasta el final de la feria. Así, sentados en un rincón lejos del público, explicó: “Soy un gestor cultural, que viene trabajando desde hace 15 años en la industria editorial, haciendo que estos espacios y oportunidades para la formación de lectores, tengan cabida. También soy un lector que intenta ser escritor y, definitivamente, un convencido de que los libros nos ayudan a ser mejores personas”.

Claramente se le nota su pasión. Lo corroboramos cuando dijo que si tuviera que ponerle un título a su vida sería precisamente: El Lector, porque “el disfrute de todo esto, al final te lleva a que la lectura sea la conclusión de todo lo que haces. Una lectura placentera que te conecte con lo que fuiste, con lo que eres y serás”.

Sarmiento se crió en la pequeña ciudad de Pamplona, en el departamento Norte de Santander. Allí, lejos del vigor cultural de las grandes urbes e influenciado por su madre que trabajaba en una biblioteca, y por su abuela, una reconocida maestra que le regalaba libros, cayó desde pequeño bajo el embrujo de la literatura.

El primer ejemplar que lo impactó fue Tarzán de Edgar Rice Burroughs, después llegaron muchos más. Pero la fascinación por las aventuras del hombre mono lo llevó a crear, con sus primos, un club de lectura para conversar sobre lo que pensaban de esa historia. Un lugar que se convirtió en la mejor forma de pasar el tiempo y de compartir en familia.

Su paso por la Universidad de La Sabana, en Bogotá, donde estudió Periodismo, le permitió tener contacto con una materia llamada Lecturas selectas, que lo adentró en el encuentro con grandes autores locales y universales. Pero fue otra materia, Crónica, que dictaba el celebrado cultor del género, Alberto Salcedo, la que lo llevó a descubrir el puente que une la literatura con el periodismo.

Desde entonces su paso hacia el mundo de las letras fue inevitable.

Sarmiento se crió en la pequeña ciudad de Pamplona, en el departamento Norte de Santander.

—¿Qué lo llevó al mundo editorial?

—Trabajé en cine, hice periodismo, televisión. Pero la industria editorial tiene un componente muy interesante, y es que te acerca a una diversidad de contenidos muy particular. Entonces, un día estás trabajando con libros de los grandes escritores colombianos, conoces grandes plumas internacionales, pero también abordas a los grandes pensadores, políticos, deportistas, influenciadores, quedas inmerso en un mundo de contenidos, de diversidad, de pluralidad, de pensamiento, creo que esto te atrapa y hace que procures estar depurando un poco el trabajo en cuanto a cuáles son los mejores libros para que la gente conozca.

Sarmiento está rodeado de libros. En su casa tiene alrededor de 2000. Aunque muchos están de paso mientras cumplen su misión, pues lidera una bella causa: donar libros a las bibliotecas públicas. Es su grano de arena para transformar la sociedad. Sin embargo, conserva con mucho afecto aquellos que le han firmado muchos escritores con los que ha tenido oportunidad de trabajar.

—Cuénteme de dos momentos de su vida que hayan sido un marcapáginas.

—El nacimiento de mi hijo Joaquín, porque me cambió la forma de pensar y las inquietudes sobre la vida.

Por otro lado, yo nací en Bogotá y me fui muy niño a Pamplona, así que creo que ese tránsito a una ciudad pequeña, difícil, con muchas limitaciones, también te marca la forma de pensar y te da una cosmovisión de lo que es la vida.

Justamente ese marcapáginas que fue su hijo lo inspiró para escribir literatura infantil, a la que le tiene mucho respeto por ser la formadora de lectores. Su primer libro fue Baba y Utu, ilustrado por el reconocido caricaturista colombiano Matador, con un mensaje central de amistad y empatía, el estar ahí para el otro. Y lo hizo bajo el heterónimo de Enrique Rojo, pues con ese nombre quería que los niños sintieran una especie de personaje cercano, lejos de la idea que normalmente tienen acerca del que el autor es un señor viejito, o que ya murió. “Escribir para ellos ha sido una gran experiencia. Esos espacios de interacción con los niños donde percibo su interés por escuchar las historias que les cuento, sus expresiones, ver el brillo de sus ojos mientras transcurren los relatos, ha sido muy satisfactorio. Me ha marcado y convencido de que la promoción de la lectura y formación de lectores es un trabajo muy valioso”.

Su segundo libro para niños Sim y Noa, deja entrever el reflejo de su autor a través de Noa, un oso de anteojos al que le encanta leer y salva a los demás personajes gracias a su conocimiento.

Baba y Utu, fue el primer libro escrito por Andrés. Fue ilustrado por el reconocido caricaturista colombiano Matador.

—¿Podríamos decir que Noa está inspirado en usted?

—Claro, los personajes de los libros están un poco inspirados en su autor. Hay elementos en todos los personajes que retratan un poco la personalidad de uno. Entonces, sí, por supuesto, Noa es un oso de anteojos que encuentra en los libros su sustento de imaginación y un puente para relacionarse con nosotros.

—¿Qué le gustaría que leyera su hijo Joaquín?

—Los libros que generan empatía, que generan esa noción como de sociedad, de aprender valores, son los que me gustan más. Los niños cuando van creciendo se van conectando con otro tipo de narrativas y me encantaría que él se conectara con los grandes clásicos como: La isla del tesoro, de Stevenson, o los libros de Julio Verne, para que se adentre en lo que nosotros, a través de esas historias, pudimos aprender, porque estos libros tienen nuevas vidas a través de las generaciones y quisiera que mi hijo viviera está experiencia.

El capítulo de la FilBo

Los 15 días de la Feria Internacional del Libro de Bogotá 2022, con su reencuentro presencial con la gente, superaron el fantasma de la covid-19 con creces y su lema “Vuelve para que vuelvas”, cobró todo el sentido.

Los más de 500 expositores que colmaron los puestos de exhibición recibieron al público con sonrisas y gratitud por poder compartir de nuevo este espacio. Más de 600 invitados nacionales e internacionales de más de 30 países aportaron agudas y valiosas conversaciones. 517 mil visitantes desbordaron con su presencia y entusiasmo el recinto ferial.

—¿Qué esperaba de este nuevo capítulo de la Feria, después de los años de aislamiento?

—Reencontrarse, reencontrarnos todos acá. Fue una feria muy emocionante que hizo que valoráramos este tipo de espacios. Reunió editores, escritores, libreros; pero, sobre todo, a esos lectores que se emocionan con la posibilidad de tener una de las más grandes librerías de América Latina durante 15 días.

—¿Cuáles fueron los mayores desafíos de esta feria?

—Sin duda la pandemia, pues hizo que estuviéramos por varias semanas sin confirmar a los autores internacionales. Fue un reto volver a invitar a patrocinadores para que se sumaran al proyecto y el temor de que la gente no pudiera asistir con todas las garantías de bioseguridad. Por otro lado, a pesar de que Corferias (el lugar donde se realiza la Filbo) es excelente y ha demostrado que es uno de los recintos feriales más importantes de Latinoamérica, la FilBo sigue creciendo, lo que implica mayores exigencias en el espacio físico, que de alguna manera debe crecer a la par de este evento. A futuro hay que pensar en más alternativas de transporte para que la gente pueda llegar con mayor facilidad.

—¿Qué libro recomendaría para quienes quieren reencontrase con la buena lectura?

—Uno que está leyéndose mucho es El infinito en un Junco, de Irene Vallejo. Nos cuenta los orígenes del libro, de la lectura y, en ese sentido, nos hace antojarnos, no solamente de leer, sino de amar y querer más los libros.

—¿Qué momentos importantes le deja esta Filbo 2022?

—Hay muchos. Por ejemplo, haber conocido escritores tan importantes como Mircea Cărtărescu o John Katzenbach, recibir de nuevo a J.J. Benitez. Vivir conciertos para personas sordas, tener un pedazo de nuestro litoral Pacífico con una agrupación finalista del Petronio Álvarez, el festival de música más importante de esa zona del país, que le puso mucho sabor y corazón a la feria. Los espacios para niños. Volver a ver a los jóvenes, pues esta feria es de jóvenes y volverlos a ver caminando de la mano, buscando libros, asistiendo a las conferencias ha sido maravilloso.

—¿Cuáles fueron esas páginas que se escribieron por tener a Corea como país invitado de honor?

—Las páginas de una relación binacional poderosa de 60 años, un descubrimiento de nuevas voces de la literatura coreana, de poetas de los más importantes de Asia. Una potencia en ilustración y en edición. Yo creo que la deuda con Corea es inmensa, hay que leer más escritores coreanos, ya se está trabajando en traducciones. También fue una feria espectacular gracias a ellos.

—Bajo su dirección, la FilBo tuvo una importante agenda cinematográfica. ¿Cómo se integró?

—Contamos con una muestra de cine coreano, de largometrajes y cortometrajes que se proyectaron durante la feria en diferentes escenarios de la ciudad.

La feria se descentraliza aún más y la tuvimos en parques, bibliotecas, librerías; en la zona rural de Bogotá, Sumapaz, Ciudad Bolívar, entre otros. Ahí el público tuvo la oportunidad de tener una muestra cinematográfica, no solamente coreana, sino de otras producciones del momento.

Es importante anotar que el cine coreano llamó muchísimo la atención, es un cine muy premiado. Por ejemplo, hay que recordar que hace unos años la película Parásitos ganó un Oscar.

Feria Internacional del Libro de Bogotá 2022 contó con 600 expositores y 517.000 visitantes. / FilBo.

—Usted tiene el sueño de realizar una feria del libro en Pamplona, su ciudad…

—Realmente el sueño ya no es solo en Pamplona, ahora quisiera que hubiera ferias del libro en todas las ciudades y rincones del país. La Feria Internacional del Libro de Bogotá se ha convertido en un refugio, en un momento específico, pero la gente se lleva libros para leer todo el año y esperan con ansias la próxima edición; se conectan con conferencias, con charlas, con performances culturales. En ese sentido, todas las ciudades merecen ese oasis de cultura.

—¿Cómo será la próxima edición de la Feria del Libro de Bogotá?

—El año entrante tendrá una coyuntura interesante, ya es la celebración de la edición 35, un número redondo que nos hace detenernos un poco y pensar en este proyecto; en hacerlo crecer, invitar a la gente a que lo disfrute de una manera mucho más profunda. Además, los retos de optimizar la programación, las condiciones del recinto ferial y hacer que esta experiencia sea más interesante para su público.