Por LEÓN SARCOS
A Andreína Araujo Belloso de Bustamante
Ya don Manuel Belloso había sido alquimista en el arte del emprendimiento, maestro en la consolidación de empresas, y un paradigma de ciudadano del mundo, antes de que las Ciencias Gerenciales lo lleguen a graduar, algún día, de experto en la promoción y proyección de exitosas iniciativas empresariales, en tiempos de cambio en todos los órdenes de la vida, en que la globalización y la revolución tecnológica han llegado a hacer del emprendimiento y la innovación una especialidad emergente y de avanzada.
Nace un gran emprendedor
Entre finales del siglo XIX en el que nació, 17 de octubre de 1882, y en el que le tocó vivir y construir su gran obra, el XX, don Manuel Belloso dejará un legado, para orgullo del gentilicio zuliano, que seguirá en pie hasta su fallecimiento, y aun después, proyectándose al presente con todas sus bondades económicas y sociales durante más de cien años, gracias al soporte de cinco generaciones.
Le tomo la palabra y lo traigo al presente con su puño y letra, para que comunique él mismo un bello pasaje de su honorable vida:
Nací casi huérfano, pues cuando apenas tenía tres años, murió mi padre. Quedamos cuatro hermanos pequeños, sin recursos, pues el negocio que tenía desapareció a su muerte y no pudimos estudiar mucho, porque no podíamos aceptar que nuestra madre trabajara… para sostenernos y educarnos. Yo era muy mal estudiante, vivía distraído en las clases… los únicos premios que recibí en el colegio fueron una novela, titulada El Quijote, y un tratado de Botánica, que sin duda serían dos de mis grandes pasiones: los libros y las plantas.
Don Manuel Belloso, a los 24 años y con un pequeño capital ahorrado, contrae matrimonio con María Blanca Josefa Basilisa Villasmil Villasmil, nacida en Boconó, de cuya unión nacerán doce hijos: el mayor del matrimonio, Mario Joaquín gemelo con Blanca María Margarita, Consuelo Valentina, Alberto Enrique, Ana Isabel, a la que siguen las gemelas Margarita Matilde y Josefina Elena, Carmen Teresa, María Luisa, Humberto José, Alfredo Ernesto, Manuel Adolfo José Belloso Villasmil, e Isolina Villasmil Nones, adoptada como hija amada. Antes del matrimonio, fue padre de José Salvador y Ángel Emiro Belloso Larrazábal.
Es monseñor Constantino Maradey quien quizás nos pinte el retrato más impecable de este zuliano inolvidable en un artículo publicado en el diario La Columna en 1968, cuando ya ha entrado en la parte final de su existencia: Don Manuel es un señor, no por sus villas y castillos, sino por su fino don de gentes, por su espíritu de servicio a la comunidad, por su amor a la tierra que lo vio nacer, por su presencia donde surge el bien, y por su verticalidad plomada en toda la línea de la vida cívica.
La época que comienza en 1908, cuando don Manuel y don Samuel Belloso fundan M.A. Belloso & Hno., después de haber comprado a Herminio Quintero la Botica Nueva, propiedad del Dr. Manuel Dagnino luego de su fallecimiento, se hará en un contexto social, económico y político bastante difícil, tanto para los potenciales consumidores del negocio, pero más aún para los emprendedores de aquel tiempo, personas que detectaron una oportunidad de negocios, sin recursos suficientes, pero con una inmensa voluntad, vocación, y amor por lograr la superación personal y ayudar a crecer la región y el país.
Sabían que tenían un mercado cautivo y una localización envidiable en el lugar que había ocupado la antigua farmacia desde su fundación, al lado de La Zulianita en la Plaza Baralt, un espacio ideal donde concurrían todos los sectores de Maracaibo.
El historiador Germán Carrera Damas dirá de ese tiempo: La venezolana era una sociedad plagada de males y abrumada de carencias: materiales, morales y culturales. Rómulo Betancourt sentenciaría: Un país quebrado, presa de monstruosos problemas, un país de analfabetas, un país agostado por esa trilogía devastadora constituido por: el aguardiente, el paludismo y las enfermedades venéreas y los jefes civiles.
En esas condiciones, sin Estado que estimulara las inversiones, sin posibilidad de obtener préstamos por no tener respaldo de capitales, ni garantías de activos, ni fiadores de primera mano, el mérito como emprendedores de los hermanos Belloso Nava adquiere mucha más significación a través de la historia empresarial y económica en Venezuela.
Dignas de resaltar son las ideas que inspiraron, según Kurt Nagel, autor del libro Cobeca 100 años, una historia, a los hermanos Belloso, muy bien emparentadas con los principios básicos modernos que hacen posible el emprendimiento exitoso, y que figuran en el documento que suscribieron ambos a la hora del registro:
… con el aporte común de cuatro mil bolívares, se fijarán tres normas como guía de sus actividades, que serán una especie de pacto de sangre grabado como un código de honor empresarial que se transmitirá de generación en generación: 1) suministrar productos de calidad; 2) considerar a la clientela como amigos de los que se reciben beneficios, y 3) acoger prontamente cuanta innovación se indicara para el mejor desarrollo y rápido servicio.
No solo don Manuel Belloso y su hermano Samuel serán pioneros en el emprendimiento en Maracaibo, sino que también llevarán adelante distintos tipos de este. Después del pequeño, vendrá el de escala, el de grandes empresas y el emprendimiento social, que será insignia, pues don Manuel nunca entendió el beneficio empresarial sin que sea compartido con la comunidad que ayuda a producirlo.
La actividad mercantil para el siglo XIX estuvo principalmente en manos de extranjeros. A principios del XX la situación comienza a transformarse. Según el historiador José María Rivas, entre los pioneros de la región, cita a la firma M.A. Belloso & Hno., y comentaba: Pertenecían al grupo de comerciantes en drogas y medicina, refundaron la Botica Nueva, que desde un principio se hizo notable por su creciente auge, y consiguieron abrirse paso como importadores y hacer exportaciones para cubrir por este medio sus compromisos en el exterior, y concluía, con una sentencia que fue premonitoria en la consagración como empresarios de primera línea, forjadores de una firma centenaria: Indudablemente este es un negocio con mucho porvenir.
El emprendedor se hace un sólido empresario
Hay dos momentos históricos, luego de la fase de emprendimiento que inicia don Manuel junto a su hermano Samuel, que podrían considerarse de consolidación y expansión empresarial: la compra definitiva en febrero de 1923, del local que estuvo arrendado desde la fundación de M.A. Belloso & Hno., y la construcción del moderno edificio que servirá de nueva sede a la Botica Nueva, y el otro, el acto jurídico mediante el cual el 31 de diciembre de 1945, se cambia la razón mercantil y M.A. Belloso & Hno. se convierte en Compañía Anónima, bajo la denominación de Comercial Belloso, C.A. (Cobeca).
Constituyen una leyenda urbana y no hay un solo marabino que, en algún momento, en una de las visitas al centro de la ciudad, no los haya contemplado con un cierto dejo de curiosidad. Son los famosos viejos Atlantes de Carrara de 2.500 kilos cada uno, que sirven de guardianes a la entrada del, para la época, majestuoso edificio donde funcionó la Botica Nueva.
Construido en un área de 525 metros cuadrados, obra de Poveday Rojas, de cuatro pisos y veinte metros de altura, se concluyó el 21 de junio de 1925. Los titanes esta vez sostendrán sobre sus espaldas no el cielo que como castigo les impusiera Zeus, sino por el contrario, los planes, las esperanzas y los sueños para crear progreso y hacer el bien, de los hermanos Manuel y Samuel Belloso Nava.
Unas cortas palabras, dichas el día de la inauguración, definen bien el talante moral y ético de don Manuel: Que, así como en el templo de los cristianos se venera siempre a Dios, en esta casa templo del trabajo que es creación de lo alto, se rinda siempre también culto a la imposición del deber y a los augustos principios de la honradez.
Puede señalarse que, si bien en los primeros años la principal actividad fue la farmacéutica, que siguió creciendo progresivamente a escala, la tendencia fue a expandir y diversificar las actividades rápidamente. Según Kurt Nagel, don Manuel, de una manera inteligente, simultáneamente con la expansión y diversificación de la empresa, iba incorporando y sin duda poniendo a prueba a los sucesores de la segunda generación, que serán los herederos del negocio a futuro.
Su jefatura de la empresa lograría ejercerla de manera impecable hasta su fallecimiento, dejando un gran ejemplo heredado por sus descendientes, porque no se conocen disputas personales ni querellas jurídicas que pusieran en entredicho el nombre de la empresa, menos aún el estilo gerencial de don Manuel o controversias mayores ni enfrentamientos por asuntos financieros ni personales entre los dos hermanos Belloso Nava, y menos aún entre los Belloso Villasmil y los miembros de la familia Belloso Vethencourt.
Nace Cobeca
Cuando la empresa tiene éxito y las dos familias van creciendo profesionalmente y se van ampliando los campos de acción de la compañía, los dos socios fundadores deciden de mutuo acuerdo separar el ámbito de sus actividades; es decir, repartirse el mercado, aun manteniendo su interrelación accionaria. Don Samuel se mudará a la capital, donde se abre camino fundando un grupo de nuevas empresas con sus hijos, y don Manuel permanecerá en Occidente, con los suyos.
El 31 de diciembre de 1945, bajo el No. 129, folios del 153 al 156, M.A. Belloso &Hno. se convierte en compañía anónima, bajo la denominación de Comercial Belloso, C.A (Cobeca). Seguirá ocupándose de la importación y exportación, compra y venta de todo tipo de mercadería de comercio lícito, especialmente de los ramos de drogas y medicinas, la elaboración de especialidades farmacéuticas, perfumería y toda clase de operaciones industriales y comerciales no prohibidas por la ley.
Esta vez, además de don Manuel y don Samuel, socios únicos desde su fundación en 1908, estarán parte de los descendientes de ambos. Una de las características de esta organización, en palabras de sus socios, ha sido el espíritu que siempre animó no solo a sus fundadores, sino a las generaciones futuras, de ir amoldando sus actividades a los tiempos modernos, evolucionando hacia nuevas y mejores formas, tanto en sus actividades mercantiles como industriales.
Obligados estamos a incluir a Comercial Belloso (Cobeca), entre otras muchas organizaciones empresariales venezolanas que pudieran considerarse han estado a la altura de los atributos que utilizaron Tom Peters y Robert H. Waterman, para calificar la calidad del funcionamiento de las empresas en su libro En búsqueda de la excelencia, publicado a principios de los ochenta, y que hasta la década pasada era reconocido por los expertos como de gran vigencia.
Cuando la Ciencia de la Gerencia estudie lo que ha sido la historia de M.A Belloso & Hno., y Comercial Belloso, estoy seguro va a encontrar en el Zulia a través de sus institutos de educación superior, una estrategia de desarrollo empresarial que entendió con mucha antelación los principios que aconsejan los autores de este libro para alcanzar el éxito, y, en don Manuel Belloso, un capitán de empresas adelantado a su tiempo como un referente importante a imitar para las nuevas generaciones de empresarios.
Quien pueda hacer un seguimiento profesional, podrá darse cuenta que todos los elementos que enumero a continuación, forman parte de las características que definen las empresas de excelencia, y que fácilmente pueden identificarse a lo largo de los 100 años de vigencia en el mercado nacional, en las empresas emprendidas y consolidadas por don Manuel y heredadas por el grupo Belloso:
Tienen claros objetivos. Son buenas aplicando el modelo racional, pero no se limitan a seguirlo fielmente. Sus procedimientos internos son sencillos. Conceden un gran valor a las cualidades humanas. Se preocupan por los empleados, los clientes y los productos. Fomentan la experimentación. Minimizan la burocracia mediante estructuras flexibles. Favorecen la iniciativa personal, buscan la calidad en todos los apartados y están atentos a las dinámicas de cambio en el mercado.
Ciudadano a carta cabal
Alguien dijo que, en ocasiones, hay ideas que simplemente logran recoger una aspiración del mundo. Es el caso de una muy antigua que exige un ajuste milenario, y que tiene que ver con la distribución de la riqueza sin violencia, sin coacción ni confrontación. Para Emeterio Gómez, eminente economista venezolano, se trata de mejorar el capitalismo para hacerlo más humano y solidario, a partir de la ética y el cambio de actitud de los empresarios, frente a la vida, a la sociedad, a los trabajadores y a la acumulación de riqueza.
Don Manuel Belloso hizo suya, sin conocer a Emeterio, una de las reflexiones teóricas del viejo lector de El Capital en Venezuela, y la volvió una práctica social suya de obligado cumplimiento entusiasta, de la cual dejó una ejemplar herencia cuando afirmó:
No hay que olvidar que parte de los beneficios obtenidos corresponden a la comunidad que se sirve, y a ella ha de retribuirse en obras de bien social, benéfico o cultural… y a esto agregaba su animada disposición de estar siempre presto en situaciones especiales para ponerse al servicio de emergencias sociales, catástrofes naturales y carencias que debieran atenderse con el gobierno:
Siempre he estado listo a trabajar en todas las obras, de necesidad o calamidad pública, sin esquivar mi cooperación, porque siempre he considerado que ello es una obligación insoslayable de todo ser humano.
Don Manuel fue un hombre de convicciones cristianas, no de los que se rasgan las vestiduras para simular, sino porque se sentía un auténtico practicante que, comprometido con la palabra del Señor, era fiel a su primer y segundo mandamiento: Amarás a Dios con todo tu corazón, y con toda tu mente y en consecuencia, Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Su libro de cabecera era Justamente para hoy, escrito por el sacerdote romano James Keller, perteneciente a la orden Mariknoll, que en un acto de fe regaló a sus amigos en un aniversario de su matrimonio.
Fue un amantísimo esposo y un padre digno de reconocimiento y elogios morales, tanto en la empresa como en el hogar. A veces cuesta entender cómo logró la unidad de mando en la empresa y la sucesión en mérito por los cuales tres de sus hijos, a su fallecimiento, ocuparon la presidencia en diferentes momentos de una manera fluida: Alberto Belloso (1971-1983), Humberto Belloso (1983-1991), y finalmente, Alfredo Belloso (1991-2006).
En el caso de la familia, un periodista en alguna ocasión le preguntó cuál era el método utilizado para mantener una familia unida, eficiente y feliz. A lo que don Manuel sin inmutarse respondió: No hay método. Únicamente la libertad dirigida con consejos oportunos. Nunca los obligué a hacer algo con lo que no estuvieran absolutamente de acuerdo.
En la historia de la ciudadanía en el país, pocos líderes sociales y empresariales han dado preeminencia, cuando hablan en nombre de otros, a los deberes por encima de los derechos, y eso dice mucho de la integridad de don Manuel como ser humano, de su vocación de servicio al prójimo, y de su sentido de justicia genuinamente igualitario.
Tenía conciencia para ese tiempo, de algo que se ha convertido en una debilidad de nuestra cultura política después que conquistamos la democracia, y que le quita fuerza al reclamo de nuestras exigencias, y es el hecho de que todos anteponemos nuestros derechos a los deberes, y el primer paso para ser un buen ciudadano y exigir con autoridad respeto es cumplir a cabalidad y puntualmente con nuestros deberes.
La vocación de servidor social de don Manuel nació con él, y se manifestó mucho antes de sus primeros logros y de que sus empresas empezaran a obtener dividendos y a ser sólidas. En este sentido —según uno de sus biógrafos, Adolfo Romero Luengo— su actuación es impresionante por su fecunda y extensa dinámica, que abarca muy diversos sectores: cívico-patriótico, asistencial y benéfico, cultural y social. Por lo amplio de sus espectros y limitaciones de espacio, solo mencionaré las más resaltantes:
Antes de que naciera la Fundación Belloso: clínica para atención de enfermos de la gripe española, promotor del edificio Pro Infancia, que alberga la sede para La gota de leche, la clínica para asistir a los niños de bajos recursos y el Instituto Josefino para atender niñas huérfanas, y también el asilo Santa Cruz para 60 ancianas.
En enero de 1958 se establece la Fundación Belloso, con la finalidad de auspiciar obras de educación y protección a la niñez y a la ancianidad, colaborar con el desarrollo socio-económico de la región y difundir la cultura y la asistencia social. A esta institución pertenecen las siguientes realizaciones, entre muchas otras: edificio del Hogar Santa Cruz para 300 ancianas, Biblioteca Baralt con 25.000 volúmenes, Casa histórica de Los Puertos de Altagracia, construcción de la Escuela Artesanal para Mujeres.
Entre los cargos más representativos están: presidente del Consejo Municipal de Maracaibo, presidente de la Cámara de Comercio, presidente fundador de la Liga Anticancerosa del Zulia, director de la junta de beneficencia del Hospital Urquinaona. Y entre las condecoraciones y reconocimientos: Orden Francisco de Miranda en segunda clase y Orden Mérito al trabajo en primera clase otorgada por el gobierno nacional.
Don Manuel Belloso Nava fue un aficionado apasionado por la botánica. Uno de sus amigos, el eminente botánico venezolano Tobías Lasser, pilar fundamental en la creación del Jardín Botánico y de la Escuela de Biología de la Universidad Central, escribió con motivo de su fallecimiento un hermoso artículo en el diario El Nacional titulado: Don Manuel Belloso. Un Héroe Civil.
Amante de las plantas, nos invitó más de una vez a su gran jardín de aclimatación de La Rinconada, donde introdujo un sinnúmero de especies vegetales y variedades de valor económico que trajo de uno de sus viajes por diferentes regiones del mundo…
…Tesonera y calladamente laboró todos los días por la realización de sus proyectos que, siendo el producto de la iniciativa particular, nos llenan de admiración, pues llevan el sello de la grandeza de alma de este hombre a quien hay que rendirle tributo como héroe civil que ha dado mucho de sí mismo para que sus conciudadanos vivan mejor.
El centenario de su gran obra, desde su nacimiento como M.A. Belloso & Hno. sería celebrado en octubre del 2008, en los jardines de Cobeca de Occidente. Para la familia quedaría como la Bellosera, La Fiesta inolvidable, donde se reunieron en un ambiente festivo y de fraternidad, más de 500 personas: los descendientes y amigos muy cercanos del Zulia, Caracas y el exterior. La rama de cada hijo tenía un distintivo de color. Comenzó a las 11 am con una misa, siguieron las palabras protocolares, un almuerzo, baile y juegos para los niños. Seguro Papa Viejo, como le decían sus nietos a Don Manuel, ese día desde el cielo los contempló sonriente y muy feliz.
Don Manuel Ángel Belloso Nava partió de este mundo, ante el gran pesar de un pueblo agradecido que sin distingos de clase fue a darle el último adiós, el 2 de julio de 1971. Su nuera, la poetisa Mercedes Bermúdez de Belloso, le escribió un sentido poema de despedida, titulado Elegía Final, del cual tomé la siguiente estrofa:
La siembra quedará como una rúbrica/ para dar testimonio de tu obra,/para decir a todos/cuanto allí realizó aquel hombre puro/ en las frescas mañanas/ y en los atardeceres calurosos/eternizando el fugitivo instante/ y dando a los minutos/certidumbre de sueños alcanzados/ con sudor y con sangre/con terquedad risueña/con fe en la tierra, en Dios, / y fe en el hombre, /con amor y dolor/ con lágrimas y risas…
*Dos libros fueron consultados y sirvieron de fuente para este ensayo. Don Manuel Belloso. Sembrador de cultura y de bienestar social, escrito por Adolfo Romero Luengo, Ediciones Fundación Belloso; y Cobeca. Cien años. Una historia, escrito por Kurt Nagel von Jess. Ediciones, J & Eme Editores.