Papel Literario

J.J. Yzquierdo. Transición entre la Academia y el Círculo de Bellas Artes

por El Nacional El Nacional

Hay artistas que no son olvidados. Simplemente como que no hubieran existido. Ha sido muy difícil localizar datos de Juan de Jesús Izquierdo (Venezuela, 1867-1952) o simplemente J.J. Yzquierdo –como solía firmar sus cuadros. El primer crítico que se percata de la valía de nuestro artista fue Alfredo Boulton. Y lo inicia, certificando su fecha de nacimiento. Lo hace al encontrar, en el Cementerio General del Sur, su partida de defunción, en la que se especifica que nació en 1867. Ardua labor tuvo el acucioso Boulton, en empezar a desentrañar, con método y orden, los datos de nuestros viejos artistas.

J.J. Yzquierdo se identifica como la transición entre la Academia de Bellas Artes y el Círculo de Bellas Artes –donde aparece como fundador, en 1912. Se movió en los dos mundos. Y siendo humilde y atezado, logró el respeto de todos por su oficio y la belleza de sus piezas.

Estudió en la Academia de Bellas Artes, primero con Emilio Mauri y, después de la muerte de este, con Antonio Herrera Toro –quien ejerció mucha influencia en su obra. Ha debido ser un alumno muy aventajado y carente de recursos ya que, para 1894, Herrera intercede y le tramita una beca de Bs. 120 mensuales, para que continuara sus estudios. En 1895, gana en la Academia de Bellas Artes el primer premio en un concurso, con motivo de los cien años del nacimiento de Antonio José de Sucre. Para 1898, gana el primer premio de dibujo, en el primer certamen de la Academia de Bellas Artes. Y, en 1899, nuevamente el primer premio y, adicionalmente, un accésit (recompensa en metálico), que además incluía dos publicaciones en El Cojo Ilustrado. Los dos alumnos predilectos de Herrera Toro fueron Gabriel d’Empaire –quien nunca quiso pertenecer al Círculo de Bellas Artes y se mantuvo fiel a su maestro. Y J.J. Yzquierdo –quien tuvo el privilegio de tener relaciones con ambas tendencias. Ya era un hombre maduro de 45 años, para ese momento. Sin embargo, toda su pintura fue académica. No vemos ningún viso de modernidad, ni de empastes, ni trabajos a plein air. Tan solo algunos paisajes que realizó, bien sea por encargo o para participar en una exposición. Aparece en el I Salón Anual del Círculo de Bellas Artes, de 1913, en el Teatro Calcaño. Posteriormente no aparece más.

Recibe, adicionalmente, clases con Jacinto Inciarte –un pintor que había sido beneficiado por Guzmán Blanco para estudiar en Roma (1870-1877) y del pintor italiano Rafael Balzaretti, que estuvo en Caracas, en el siglo XIX, contratado por Joaquín Crespo para decorar la Villa Santa Inés (residencia presidencial) y el Palacio de Miraflores (sede del despacho presidencial). Se decía que manejaba muy bien el estilo pompeyano. Le hicieron muchos encargos las familias ricas caraqueñas como los Boulton, Paul, Smith, Uslar y Fonseca. Presumimos que necesitó un ayudante y se sirvió de Yzquierdo, para hacer esos frescos. Aprender esa actividad le permitió, durante toda su vida, sobrevivir. La vida para un pintor era muy dura en ese tiempo. Una anécdota de Manuel Cabré relata que fue el primero de su generación en vender una pintura. La vendió en Bs. 35. Él se sintió muy feliz y fue la envidia de sus compañeros en ese momento.

Localizar obras de Yzquierdo es una verdadera proeza. Recordamos de niña haber visto bellas casonas, en el centro de Caracas, con esos frescos. Eran murales que se ubicaban en el zaguán, el salón principal y algunas paredes, del corredor central. Solían ser temas florales o arabescos. Hoy lamentablemente demolidas. Realmente la destrucción que se hizo en Caracas, tanto de las casas coloniales como de las del siglo XIX, fue algo tan corrosivo como la devastación del terremoto de 1812, la Guerra de Independencia o la Guerra Federal. Yzquierdo pinta esos motivos en casas de postín en Santa Rosalía, Altagracia y La Pastora. Sería un deleite volverlos a ver, con ojos de adulto.

Yzquierdo tenía una especial habilidad para pintar flores, en especial rosas. Destacando la gran disposición para reflejar el brillo y la opacidad de la porcelana. Hay una característica en esa obra que lo hace distinguible. Y no lo reconocemos en otro artista. Mucho menos de su generación. No se trataba de una simple naturaleza muerta. Mirando con detalle tienen un sello inconfundible. En sus composiciones siempre está presente un ángulo –que podía ser una ventana, un muro o una jardinera–, y sobre ese recuadro desarrollaba la pieza. Con gran inteligencia manejó la luz, donde se percibían, claramente, las diferencias entre el interior y el exterior. Establece así un engranaje entre la Academia y el Círculo de Bellas Artes, en el momento que da un viso de modernidad a los antes estáticos bodegones.

Hoy estos óleos nos pueden parecer edulcorados, pero si nos situamos en el tiempo, en la poca posibilidad de viajar para un hombre humilde, la dificultad para acceder a la información y la precariedad de recursos técnicos; entonces, entendemos que fue muy diestro en la resolución plástica y de una fina sensibilidad. Manejaba la proporción humana con gran pericia, en paisajes y retratos. Sin duda, los bodegones con flores son excepcionales, que solo les falta la fragancia para ser perfectos. Fueron –para nuestro análisis– muy superiores en factura a Carlos Rivero Sanabria. Y a otros del Círculo de Bellas Artes que como tendencia de época, a excepción de Brandt y López Méndez, preferían los paisajes.

Hombre sencillo y pobre, murió precariamente. Trabajó en esos menesteres, como pintor de murales, hasta su muerte, a la avanzada edad de 85 años. Aun sorprende la fineza de esas hermosas e impecables flores: rosas, hortensias, novios, pensamientos. Su aroma se pierde en el tiempo. Lo que se olvidó es quien las pintaba.

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Exposiciones

1913 Primer Salón Anual Círculo de Bellas Artes, Caracas.

1942 Exposición paisaje venezolano. Museo de Bellas Artes, Caracas.

1952 Paisajes de Caracas. Museo de Bellas Artes, Caracas.

Exposiciones póstumas (colectivas)

1977 Guaraira Repano. Galería de Arte Nacional, Caracas.

1980 Indagación de la imagen. Galería de Arte Nacional, Caracas.

1989 Un siglo de flores. Ateneo de Caracas.

1995 Naturalezas muertas. Galería de Arte Nacional, Caracas.

Premios

1895 Primer Premio del Certamen Cien años del natalicio de Antonio José de Sucre. Academia de Bellas Artes, Caracas.

1898 Primer Premio de dibujo del primer Certamen de la Academia de Bellas Artes, Caracas.

1899 Accésit de pintura del segundo Certamen de la Academia de Bellas Artes, Caracas.

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Bibliografía

Boulton, Alfredo. Historia de la pintura en Venezuela. Tomo II. Época Nacional. Caracas: Editorial Arte, 1968.

Calzadilla, Juan. Obras singulares del arte en Venezuela. Caracas: Edit. Euzkoamericana, 1977.

De la Plaza, Ramón. Ensayos sobre arte. Caracas: Imprenta de la Opinión Nacional, 1883.

Diccionario de las artes plásticas en Venezuela. Inciba, 1973

Diccionario biográfico de las artes plásticas en Venezuela. GAN. Ministerio de la Cultura, 2005.

El Cojo Ilustrado. Caracas, 1889.

Quintero, Domingo. Hojas de un libro. Caracas: Imprenta Venezuela, 1883.

Sánchez, Manuel Segundo. Las acuarelas de Faldi. Caracas: Litografía El Comercio, 1940.

Silva, Carlos. Historia de la pintura en Venezuela. Tomo III. Armitano Editores, 1988.

Un siglo de flores (catálogo). Texto: Roberto Guevara. Curaduría: Anita Tapias. Ateneo de Caracas, Mayo-junio 1989.

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Ilustraciones

(1) Autorretrato de J.J. Yzquierdo; óleo sobre tela; firmado abajo izquierda; sin fecha (circa años 40); medidas: 61 x 86 cm; Colección Galería de Arte Nacional; imagen cortesía de Juan Astorga Junquera y Carlos Maldonado-Burgoin

(2) s/t (bodegón con flores); óleo sobre tela; firmado abajo derecha; sin fecha (circa 1900); medidas: 51,0 x 31,5 cm; colección privada