Por ARNOLDO JOSÉ GABALDÓN
Antonio Ledezma, en una expresión de confianza que agradezco, me ha solicitado prologar su más reciente obra: Venezuela, política y ambiente.
Rómulo Betancourt comenzó a escribir su libro Venezuela, política y petróleo entre los años 1937 y 1939. El país era todavía profundamente pobre y atrasado. Existía un contexto político social muy diferente al actual. Esa realidad era la que Betancourt y otra legión de jóvenes idealistas deseaban transformar para establecer un gobierno democrático que generase desarrollo. Demostrando una aguda capacidad para interpretar el hecho histórico, político, social y los factores que lo determinaban, Betancourt apuntó acertadamente a definir que el recurso natural de cuya explotación giraba el poder político y la economía era clave para entender y poder cambiar esa dinámica. De ello se infiere la obligación que se impuso de analizar el tema petrolero a fondo: sus aspectos geopolíticos, por tratarse de una materia prima altamente demandada internacionalmente; la posibilidad de que el Estado obtuviese cada vez mayores rentas por la explotación de un recurso natural propiedad de la nación, y la mejor estrategia para invertir dicha renta y elevar las condiciones de vida de los venezolanos.
De aquí que Venezuela, política y petróleo sea un libro que, además de relatar hechos para la historia como protagonista que fue Betancourt de muchos de ellos, constituya la exposición del modelo democrático que convenía en ese momento a los mejores intereses nacionales para lograr desarrollo con justicia social.
Han transcurrido más de ochenta años desde que Betancourt empezó a concebir su obra escrita fundamental (aunque su primera edición no salió publicada sino en 1956), dados los sobresaltos a que estuvo sometido el autor mientras tanto. En este lapso, mucho de Venezuela y del contexto global ha cambiado. Antonio Ledezma, autor de este libro, ha seguido con particular atención las mudanzas ocurridas. Producto de una educada indagación ha ido adquiriendo conciencia de que en el planeta han surgido nuevos hechos que están comprometiendo el bienestar humano en el presente, así como la existencia futura del hombre y las demás especies biológicas. Se muestra sumamente alarmado con la devastación ecológica que está ocurriendo, como lo refleja una copiosa bibliografía que ha tenido la oportunidad de revisar y que constituye uno de los aportes valiosos de la obra. Venezuela, por formar parte del ecosistema global, no está exenta de esas vicisitudes, como se ilustra con una multiplicidad de ejemplos sobre los destrozos sin control que le estamos infligiendo a nuestro capital natural.
Ledezma nos plantea ahora: ya no es el petróleo el factor central de nuestra sociedad —aunque seguirá siendo para los venezolanos todavía un recurso natural importante—, sino que es la ecoesfera y su equilibrio el determinante del futuro de la humanidad y, por eso, nos presenta su obra Venezuela, política y ambiente, que recoge muchas de sus investigaciones bibliográficas y nos propone, al final, un modelo de desarrollo diferente: un modelo de desarrollo sustentable o sostenible, pues ambos términos son equivalentes como sustituto del modelo rentista extractivista que —casi unánimemente— se acepta está agotado y no puede ya dinamizar el progreso del país como lo hizo por más de un siglo.
A través de su obra, Ledezma nos explica el rol de los recursos naturales en el desarrollo y por qué ha ido cambiando el papel de las materias primas como fuente de acumulación de capital para impulsar el crecimiento económico. Nos ayuda así a comprender el drama venezolano, ya que como sociedad no tuvimos en el pasado el acierto para diversificar la economía y nos mantuvimos dependiendo mayormente de la explotación de un solo recurso, hasta un momento en que esta actividad dejó de ser el impulsor del ingreso per cápita y fue recrudeciendo la pobreza. Pero el autor tiene el coraje para denunciar, además, con abundantes y fidedignas pruebas, cómo a lo largo de los últimos veinte años el país ha sufrido por la irresponsabilidad del régimen de gobierno, no solamente la destrucción de su principal industria extractiva, sino la degradación acelerada de su patrimonio natural por la casi total cesación de la gestión ambiental y, por ende, la disminución de la calidad de vida de todos los ciudadanos.
Antonio Ledezma mostró desde niño ser una persona formal. Nos relata en su libro sobre una primera reunión de carácter político a la cual le correspondió asistir en 1968 en San Juan de los Morros, su ciudad natal, cuando solo contaba con trece años. Se trataba de un curso de formación política en la Casa Seccional de Acción Democrática, en el cual empezó a recibir lecciones sobre el significado de la militancia partidista dentro de una sociedad democrática. También nos confiesa su temprana sensibilidad por la naturaleza. Desde esa base arranca su indeclinable carrera política que le ha deparado momentos estelares, como cuando fue electo alcalde Mayor de Caracas y otros no tan satisfactorios, como cuando estuvo arbitrariamente preso por el régimen gobernante en Venezuela y, luego, su escape al exilio en donde se encuentra actualmente. Los que lo conocemos desde décadas atrás podemos dar fe de una actuación rectilineamente democrática, leal y consecuente con los compañeros con quienes le ha correspondido interactuar, destacando en primer término su comportamiento ejemplar con el líder y estadista Carlos Andrés Pérez, quien indudablemente fue mentor de su carrera política.
Antonio Ledezma, como líder político, ha demostrado facetas que están ausentes en la mayoría de los colegas de su generación y de otras posteriores. Una de ellas ha sido su preocupación por el ambiente. En el ejercicio de sus funciones administrativas tuvo la oportunidad de constatar la importancia de una buena gestión ambiental en resguardo de la calidad de vida de la población a quien debía servir. Ahora, alejado forzosamente de su patria, ha gozado de mayor tranquilidad para estudiar con indudable rigor académico los factores socioecológicos que están determinando la suerte futura de la vida humana. Ello le ha permitido también ponderar el proceso de formulación de políticas públicas, principalmente en las naciones industrializadas, en resguardo de la sustentabilidad del desarrollo. Ha apreciado, asimismo, cómo muchos líderes en el mundo que enarbolan el paradigma del desarrollo sustentable en sus ofertas populistas, no tienen la más remota idea de la complejidad que ese proceso significa.
Los dirigentes de los diferentes estamentos sociales en la actualidad están obligados a leer abundantemente la prolífica bibliografía que se genera sobre los diversos problemas que afectan las sociedades de los países; a estudiar e investigar dichos problemas y a participar en debates en los que se analizan las mejores soluciones.
En esta obra, Antonio Ledezma aborda aspectos muy diversos, todos ellos relacionados con el desarrollo sostenible. El libro contiene un impresionante volumen de información técnica, expuesta con rigor académico. Ilustra sus argumentos con sus propias vivencias, lo cual lo hace más ameno. Deja traslucir como tema central la profunda preocupación que le ha deparado constatar la significación del fenómeno del cambio climático como condicionante importantísimo del desarrollo futuro de los países y de la subsistencia humana. Concomitantemente, trata sobre la transición energética inducida en parte por el fenómeno citado y dedica varios capítulos a explicar la variedad de fuentes alternativas de energía renovables destinadas a conformar matrices energéticas diferentes a las actuales, pero condicionadas por las características fisiográficas variables de los respectivos países.
Venezuela, política y ambiente no es una obra dedicada exclusivamente a su país. Ledezma muestra buena disposición para abordar los principales problemas ambientales a escala global, e introducir ejemplos comparativos útiles para sacar nuestras propias conclusiones.
Un capítulo importante está dedicado a los problemas del desarrollo urbano en general. Ledezma propone un programa de transformación urbana acorde con el desarrollo sostenible. Como alcalde Mayor de Caracas conformó un equipo de competentes profesionales para que lo asistiera en la concreción de sus ideas sobre el urbanismo caraqueño. Tuvo que enfrentar situaciones muy serias derivadas del crecimiento urbano, históricamente anárquico e infrafinanciado, a la vez que instrumentar iniciativas con potencialidad transformadora como lo fue, por ejemplo, el proyecto del Parque Urbano Metropolitano de La Carlota, que le ofrecía a la ciudad un nuevo espacio verde de apreciable extensión y la posibilidad de influir sobre la oferta recreacional y una mejor conectividad vehicular y peatonal. Dicho proyecto, obtenido después de un concurso internacional, fue archivado por las autoridades del régimen.
Al final, Antonio Ledezma concluye su obra proponiendo un programa para el desarrollo sostenible de Venezuela. Dicha propuesta merece ser analizada en extenso, pues constituye el mensaje principal de su obra. No se trata de una estrategia de gestión ambiental exclusivamente, sino para un desarrollo económico, social y ambientalmente viable.
A lo largo del texto se van exponiendo las potencialidades de las que dispone el país para acometer exitosamente una estrategia de desarrollo con el calificativo de sostenible. Especial atención les otorga a las potencialidades energéticas, no solamente de hidrocarburos, sino de una amplia gama de fuentes renovables que el país dispone abundantemente. Llama la atención sobre el tremendo compromiso que nos impone la transición energética dada la dependencia que tenemos de los combustibles fósiles.
Ledezma incursiona también por la caracterización de una serie de industrias específicas que son viables para poner en valor las riquezas naturales. Propone, además, las bases de un programa de recuperación urbana para beneficiar al grueso de los venezolanos que vive en nuestras ciudades y que en las últimas décadas ha visto mermar su calidad de vida de forma ostensible.
Al tratar sobre la inmensa tarea que significa recuperar la normalidad al liberarnos de la tiranía, Ledezma se presenta como un líder que ha entendido perfectamente el rol que deberá jugar el sector privado en la reconstrucción del país. Por el hecho de ser una nación arruinada estamos obligados a recurrir, en buena parte, al capital privado para rehacer el aparato productivo y para obtener las capacidades gerenciales y las tecnologías de vanguardia que permitan mejorar la productividad de los diferentes sectores.
El autor, en sintonía con los enfoques exitosos de progreso social y económico que se registran en algunos países, entiende muy bien el papel protagónico que debe desempeñar el sector privado en el desarrollo sostenible, apartándose de la mayoría de dirigentes de las diversas ideologías que profesan el estatismo, porque no estudian ni leen obras formativas con bases principistas.
Sobran las razones para invitar a todos los ciudadanos, en especial a quienes profesan la política, a acercarse a los temas examinados por Antonio Ledezma en Venezuela, política y ambiente.
*Venezuela, política y ambiente. Antonio Ledezma. Kálathos Ediciones. España, 2024.