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«La única manera de hacer revolución es cambiando el corazón del hombre»

El mejor conocido como Princípe Negro, Rolando Peña, se encontró de nuevo en París, ahora como uno de los platos fuertes de la degustación de arte contemporáneo en el evento “Caracas Reset”, donde artistas, creadores, sociólogos, ex directores de museos, investigadores buscan construir y debatir sobre las nuevas estrategias de la “resistencia estética”

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Rolando Peña es conocido internacionalmente como el pionero de los Espectáculos Mutimedias-Psicodélicos, HappeningsPerformance de la América Latina, Ganador de la beca Guggenheim; también recibió el galardón como “Maestro del arte venezolano en el 2010 por el AICA”, merecedor del Premio Nobel con el Grupo Intergubernamental sobre el cambio climático de la ONU y Al Gore en 2007, su trabajo se ha mostrado en espacios tan importantes como “Documenta de Kassel” y la Bienal de Venecia. El mejor conocido como Princípe Negro se encuentra de nuevo en París, ahora como uno de los platos fuertes de la degustación de arte contemporáneo en el evento Caracas Reset, donde artistas, creadores, sociólogos, ex directores de museos, investigadores buscan construir y debatir sobre las nuevas estrategias de la “resistencia estética”, así como también qué es el arte contemporáneo antes, durante y después de que comenzara la era del chavismo.

Cuando el Príncipe bate la capa por primera vez

A.M.: Siempre es sabroso escuchar tu historia, es como viajar en el tiempo, pasearse por las caras de grandes artistas.

Hoy me traes un regalo, Venezuela en los años 60 impresa en un pequeño desplegable de “Testimonio”, cuéntame de esta belleza que vas a presentar en La Colonie.

R.P.: En el año 65 junto con mi hermano José Ignacio Cabrujas montamos el primer espectáculo multimedia en Venezuela y en América Latina, “Testimonio”, mucho antes del homenaje que le hiciera a Caracas el maestro Jacobo Borges; ahora lo traigo de nuevo a París. Todo se relaciona, yo vivía en la calle 10 del East Side, donde pagaba 20 dólares mensuales. Yo monté el primer homenaje a Henry Miller en vida, mi amigo Allen Ginsberg se impresionó y me invitó junto con William Burroughs, Gregory Corso, Jack Kerouac y Herbert Huncke a San Francisco, Miller estaría en un “Poetry reading” en Big Sur (San Francisco), cuando Miller me conoció y le mostré el homenaje que le había hecho se le salieron las lágrimas, y lo primero que me preguntó es de dónde venía, de inmediato dónde quedaba Venezuela. Un encuentro maravilloso con su esposa japonesa, como 20 años menor que él, como debe ser (se ríe y bate la capa). ¿Sabes qué me dijo él sobre qué era la revolución? “La única manera de hacer revolución es cambiando el corazón del hombre”.

A.M.: ¿Tú nunca fuiste comunista?

R.P.: Jamás me inscribí en el partido comunista por parecerme pavoso. Sin embargo eso no impidió tener grandes amigos comunistas, porque lo importantes es aceptar a cada quien como es. El planeta tierra es uno solo, no son varios, por eso esa maravilla que fue Carl Segan cuando nos mostró ese puntito azul en el universo, somos un puntito mínimo, ese mismo puntito ha causado estragos, guerras mundiales, ¿por qué? Gracias al cáncer que es el ego, una cosa devastadora. El ego se combate relacionándonos. Respetar al otro, escucharlo, conocerlo, aceptar las diferencias es el control del ego. Hay que dejarse fluir en la energía que es el universo, entenderlo y fluir en ello, lo contrario de la fluidez es la muerte.

Yo no tengo enemigos, el único es aquel que está en el poder en Venezuela. Ellos todo lo trancaron, no han creado nada interesante, son la mala copia del mayor fracaso de la América Latina, de los horrores y errores más grandes como lo es Cuba.

El petróleo y la capa

A.M.: Prince Noir (Príncipe Negro), es un hecho curioso que un país petrolero como Venezuela tenga tan pocos artistas interesados en el tema.

R.P.: Yo tomo el tema del petróleo como concepto, ya antes de 1980 había creado un pequeño balancín, como una cajita de música, luego hago la torre en el museo alternativo de New York. Mi respuesta al New York Times fue contundente, el petróleo va a competir como símbolo en cuanto a trascendencia con la cruz y con la esvástica, y no me equivoqué, todo el rollo de Venezuela es el petróleo. Soy un artista, y eso es lo que es un artista, intuición. Hay a quienes no le quitan lo bailado, a mí no me quitan la intuición. Yo estoy seguro de ignorar muchas cosas, de lo cual me siento orgulloso, pero mi intuición es como la de mi amigo Jesús Soto, cuando hace la huella y la expone con Denise René. Un muchachito que se vino de Ciudad Bolívar a Caracas y de allí a París, imagínate, qué intuitivo Soto. El arte es impredecible, salvaje, es Breton, Apollinaire, Rimbaud, Les chants de Maldoror (Los cantos de Maldoror), es Rafael Cadenas, Adriano González León, Garmendia, El bonche de Renato Rodríguez, El Techo de la Ballena que se fundó en la casa de mi santa madre donde donde me llamaban “el hijo de la señora”. De ahí pasé a que Warhol me bautizara como El Príncipe Negro, yo fui ese otro muchachito con una capa negra en NY. Me fui con un pasaje solo de ida que me lo consiguió María Teresa Castillo para hacer un taller de danza con Martha Graham.

A.M.: ¿Entonces es un asunto de un destino ya escrito?

R.P.: El destino siempre me ha esperado, me dijeron que Nueva York me iba a comer y yo me preguntaba y ¿cómo saben ustedes que me va a comer? Jacobo Borges me llamó loco, que me iba a meter en el vientre de la bestia, y yo me dije “depende de la bestia”. Yo escucho todo, hay que estar con los oídos abiertos, saber escuchar. Yo me senté a escuchar a Jiddu Krishnamurti, como también me siento a escucharte a ti, porque de eso se trata, de abrir los oídos, siempre lo digo, el arte se trata de abrir puertas, ventanas, huequitos, eso es el arte, y eso fue lo que hizo este horror “revolucionario”. Todo lo han cerrado, cerraron la energía, Venezuela debe volver a fluir, el encuentro en la diversidad enriquece, de eso se trata Caracas Reset en la Colonie de Paris.

A.M.: En este grupo de artistas hay una gran diversidad. Entre ellos estará presente el polémico premio de la Bienal de Arquitectura de Venezia 2012, la Torre de David, ¿qué opinión te merece?

R.P.: Yo conocí a Brillembourg cuando era muy joven, conocí a su hermano. Con respeto a la Bienal de Venezia, si bien defiendo el proyecto de Ángela Bonadies y Juan José Olavarría a muerte, sé que Brillembourg y su equipo (Urban-Think Tank) ha trabajado mucho sobre el tema de la Torre de David, claro que tengo dudas al respecto, pero el gran André Breton hablaba de los vasos comunicantes, él y su equipo de arquitectos armaron su proyecto, es muy difícil cuando las cosas se entrecruzan que no exista confusión.

A.M.: ¿Qué piensas que puede suceder en estos tres días de reflexión y exposición de arte y de país en la Colonie, será que debemos escuchar otras voces?

R.P.: Hay que escuchar voces de la sensatez, voces pertinentes, que te hablen de progreso. Lo importante como civilización es crecer, sumar, no restar, abrirnos, es desarrollar, confiar en la maravilla que es el ser humano. Por supuesto que también hay métodos de corrección, no es la anarquía total, creo en la democracia y en la organización. Importante es el flujo de la energía de la vida, ver hacia adentro y abrirse.

Eso lo entendió Kader Attia, este gran artista francoargelino, me parece brillante, él se ha preocupado por estos temas, la unión de los contrarios, es el creador de este espacio “La Colonie” en París, gracias a la gestión del curador independiente, mi tocayo, Rolando Carmona, “La Colonie” está haciendo algo importante.

Es cierto que Venezuela es un país que ahora está muy jodido, pero no se puede olvidar los grandes talentos que de allí han surgido, en la música, la arquitectura, el cine, la danza, en todas las artes y parece ser que estamos sumergidos solo en el horror. ¿Por qué convertir la vida en una poceta cuando la puedes convertir en un paraíso? Estos próximos días son importantes, todo lo es, es un aporte, habrá cosas buenas y otras regulares, el hecho de reunirnos un grupo de gente inteligente que ha hecho algo y que quiere sentarse a debatir, reflexionar, es esencial.

Venezuela es mucho más que el horror. Por ejemplo, esto que vienen de hacerle a Banesco es una aberración, esa es una institución que ha colaborado mucho con el arte, la literatura, las artes plásticas, para que vengan unos resentidos a hablar mal del gran trabajo que ha hecho Banesco, ha construido país, y eso es relevante. Yo soy cien por ciento solidario con ellos.

A.M.: ¿Qué puede dar un cambio en Venezuela?

R.P.: Romper con el resentimiento. Chavez, ser asqueroso y miserable, solo vive en el resentimiento, no tengo ninguna duda, el país tiene esa carga de envidia y resentimiento, hay que salir de eso. No entender realmente qué es la democracia, democracia es libertad, es poder dialogar con alguien distinto a ti, sea del sexo que sea, comunista, centrista, simplemente que piensa diferente, que elige sexualmente algo distinto a ti, entender eso, es lo interesante, es fundamental. Por Dios y el santísimo sacramento, es necesario que se entienda.

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El encuentro se realizó los días 15, 16 y 17 de mayo en La Colonie (128 de la Rue Lafayette), espacio fundado por Kader Attia, quien vivió en Venezuela y Barcelona (España); se interesa especialmente sobre la huella del colonialismo y su exhaustiva elaboración del concepto de reparación aunado al compromiso apasionado con su tiempo por el arte en sociedades silenciadas lo hizo merecedor del Premio Joan Miró 2017.

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