Por SAMUEL GONZÁLEZ-SEIJAS
Corales
¿Cuánto tiempo pasó?
Con el año que termina,
un calendario más.
¿Recuerdas esos días,
esas aguas interminables
esos cuerpos que fueron
barridos hacia el mar,
recuerdas?
La fecha sigue en nosotros
como prolongado ayer.
No hemos vuelto a ver
de igual modo:
turbio, demasiado borroso
como a través de córneas
de pronto envejecidas,
tierra lavada que luego coaguló.
Hoy, cuando Navidad asoma,
honramos a quienes
con hondo gesto
saludan
de lejos.
Que nuestra niña duerma,
que los regalos bajo el árbol
sean por una noche
juguete en otras manos.
Ella sabrá, si hay suerte,
qué quiso borrarse, cuáles voces
dejaron de oírse,
cuáles vientos corrieron.
Después de todos estos años
—qué importan las cifras—
no es mucho lo que puede
recuperarse.
Pero adentro
el turbión
pasa y regresa,
cierra playas, ciega orillas,
rompe.
Donde alguien habitó
solo restan palos,
jirones de naufragio.
Al fondo, como entonces,
sigue lloviendo.