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Un nombre escrito en nuestra historia

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Por MARIANTONIA PALACIOS

María Luisa Escobar es seguramente uno de los personajes más conocidos en el mundo musical venezolano. Esto se debe, principalmente, al éxito alcanzado por algunas de sus composiciones para voz y piano que le han dado la vuelta al mundo, inmortalizadas por cantantes de reconocida trayectoria nacional e internacional. Sin embargo, es poco lo que se ha escrito sobre su recia personalidad, sobre su obra como promotora cultural, sobre su interés en la música indígena venezolana, y sobre el papel fundamental que desempeñó como luchadora por los derechos de la mujer y en defensa del gremio de artistas. Ella fue, sin lugar a dudas, “una de las figuras más extraordinarias en el proceso de culturización de Venezuela”, tal como escribiera su amiga y colaboradora, la escritora Mercedes Carvajal de Arocha (Lucila Palacios) (1). Por eso, como un homenaje póstumo, el diario El Universal del 16 de mayo de 1985 publica un pequeño artículo en su honor titulado “María Luisa Escobar, nombre escrito en nuestra historia”, que sirve como encabezado para esta semblanza.

Sus inicios

María Luisa González Gragirena, mejor conocida como María Luisa Escobar, nació en Valencia el 5 de diciembre de 1896 (2).  Sus padres,  Enrique González Olivo y María Gragirena Mijares, de seguro inculcaron en ella el gusto por el arte musical desde la infancia, pues su madre fue miembro del Gremio Filarmónico de Valencia. Además, a los cinco años la inscribieron en el Colegio de Lourdes de las Hermanas Francesas en la capital carabobeña, donde complementó su formación ordinaria con estudios de piano de la mano de las monjas tarbesianas.  Alecia Castillo Henríquez  afirma que en 1910 María Luisa y su madre participan en la celebración de la Coronación Canóniga de la Virgen del Socorro, festividades que se prolongaron durante un año en la Catedral de Valencia. Ambas integraron la agrupación dirigida por Luis Troya, maestro de capilla de la Catedral para ese momento. Algunos años más tarde sus padres se trasladaron a las Antillas Holandesas e inscribieron a María Luisa en el Colegio Welgelegen Habay de Curazao, la misma institución donde años después estudiará otra compositora y pedagoga venezolana, Ana Mercedes Asuaje de Rugeles. Allí continuó con sus estudios musicales de piano, violín, armonía y composición, además de pintura, literatura, inglés, francés, mecanografía, manualidades y todo lo que una culta señorita de su época debía aprender. Terminó su bachillerato y viajó a París, donde perfeccionó sus estudios de piano, canto y composición como alumna del profesor Roger Ducasse (3).

Regresa a Valencia y, junto con su hermana María Elena y su madre, ingresa a la agrupación que dirigía Rafael Romero, padre de Aldemaro Romero, ya para ese entonces destacado compositor de canciones que llegaron a ser muy populares en su tiempo y director de orquestas populares que amenizaban bailes y musicalizaban las películas mudas en Valencia.

En 1918 contrae matrimonio con Federico Wolf, empresario alemán radicado en Puerto Cabello, de quien se divorcia a los pocos años. De esta unión nacen tres hijos: Waldemar, Irma e Iván.

Tiempo después conoció a José Antonio Escobar Saluzzo (1887-1970), alumno de  Ramón Delgado Palacios y violinista integrante del Cuarteto Ríos. De este segundo matrimonio nació su cuarto hijo, José Antonio (Toney).

Su actividad como promotora cultural. El Ateneo de Caracas

María Luisa Escobar no sólo se destacó como músico, sino que fue un personaje descollante en la vida cultural venezolana. Su papel al frente del Ateneo de Caracas, institución de la cual fue fundadora, así lo evidencia.

En la Caracas de finales del siglo XIX y las décadas iniciales del siglo XX, las familias de los sectores privilegiados de la sociedad venezolana se reunían en sus casas para escuchar e interpretar piezas musicales, comentar sobre asuntos históricos y de actualidad o bien leer ensayos o poemas. Estas reuniones van adquiriendo regularidad con el tiempo, lo que da paso al surgimiento de instituciones que permiten su expansión fuera del ámbito de los salones. Este es el caso del Ateneo de Caracas, que surge a partir de las reuniones que se hacían en la residencia de María Luisa Escobar. Eran años de fuerte represión del dictador Juan Vicente Gómez. Las únicas iniciativas permitidas eran aquellas que no cuestionaran o criticaran su autoridad. Dentro de este panorama, las actividades culturales de la alta sociedad del país gozaban de su apoyo, y eran las mujeres (hijas, esposas, hermanas) de este estrato social sus principales promotoras. En ese contexto político social, un grupo de damas de la sociedad venezolana  del momento, entre quienes se encontraban María Luisa Escobar, Cachi de Corao, Emma Silveira, Ana Cristina Medina Jiménez, Eva Mondolfi y la poetisa Luisa del Valle Silva, decide fundar un “centro de cultura, arte y ciencias”. Es la pianista Eva Mondolfi de Del Monte quien propone el nombre de Ateneo de Caracas. El general Vicencio Pérez Soto, colaborador y hombre de confianza del régimen de Juan Vicente Gómez, gestiona la consecución de una casa destinada en forma exclusiva para servir de sede al Ateneo ubicada entre las esquinas de Marrón a Cují, Número 43 de la avenida Este del centro de Caracas. María Luisa Escobar y Cachi de Corao corren con los gastos de instalación y arreglo del local. Esta suma de dinero les será reintegrada en los meses siguientes con las ganancias obtenidas del pago de la cuota de admisión de los miembros fundadores.

La instalación definitiva del Ateneo es el sábado 8 de agosto de 1931 a las seis de la tarde. El evento incluye una disertación de la poetisa Luisa del Valle Silva acerca del trato del que es objeto la mujer y sus esfuerzos a favor de la cultura y un concierto del cuarteto Ríos, integrado por Pedro Antonio Ríos Reina como primer violín,  José Antonio Escobar Saluzzo (esposo de María Luisa Escobar) como segundo violín, Oscar Brunwald en la viola y Renato Bellaci en el cello. Son los padrinos de este acto Pedro Antonio Ríos Reina y Eva Monfolfi. El Ateneo de Caracas se convierte desde entonces en el primer centro de promoción y difusión cultural del país. La prensa de la época recogió en detalle el evento y la radiodifusora YB1BC Broadcasting Caracas lo transmitió a todos los radioescuchas de la capital, lo que demuestra la importancia que la sociedad caraqueña le dio a la creación de esta institución cultural.

La primera junta directiva del Ateneo de Caracas estaba conformada así:

A esta lista se suman los vocales y los bibliotecarios por sección.

En esta primera junta, mayoritariamente femenina, hay preponderancia de músicos y escritores, por lo que las veladas literario-musicales prevalecerán como actividades principales en los primeros tiempos con la intervención personal del nutrido grupo en calidad de intérpretes, compositores, declamadores o conferencistas. Las cualidades artísticas de los miembros de esta primera junta son destacadas por la prensa capitalina. Sobre María Luisa Escobar, Francisco Richter escribe en el periódico El Heraldo el 10 de febrero de 1932:

“(…) cultísima dama (…) Se perfila con relieves descollantes en múltiples fases del arte. La música es su especialidad. Ejecuta todos los instrumentos. Canta admirablemente (…) también es escritora, uno de sus seudónimos es ‘Doña Sol”.

María Luisa Escobar presidió el Ateneo durante once años por reelección consecutiva, hasta que en 1942 la institución se muda a la casa natal de Andrés Bello, situada en la esquina de las Mercedes, parroquia Altagracia. A partir de ese momento, la actriz Anna Julia Rojas, quien había sido vicepresidenta por cinco años, toma las riendas del Ateneo. Mientras, María Luisa viaja a Bogotá, ciudad donde permanece durante un año desarrollando una intensa actividad artística.

Durante el tiempo que María Luisa actuó como presidente del Ateneo de Caracas, el movimiento cultural del país giró en torno a la institución. Fue el sitio de reunión de pintores, escritores, músicos, escultores, poetas, compositores, actores, directores, bailarines, conferencistas, historiadores venezolanos, además de los invitados internacionales que visitaban el país. Entre las variadas e importantes actividades promovidas por el Ateneo durante esos años, hay tres que interesa destacar aquí. La primera de ellas es la Fiesta del cuatro organizada en 1933; la segunda es la participación de Andrés Eloy Blanco en el Homenaje a las Mujeres de América en 1934; y la tercera es el ciclo de Conferencias Venezolanistas realizado en 1940. En la primera y en la tercera se descubre el interés de María Luisa Escobar por las expresiones folklóricas de nuestro país, interés que se plasma en su obra como compositora e investigadora musical, y en el homenaje a las Mujeres de América se manifiesta su insistencia en la defensa de los derechos civiles e individuales de la mujer venezolana, situación que la llevó a propiciar que la Agrupación Cultural Femenina (ACF) y la Asociación Venezolana de Mujeres (AVM) patrocinaran ciclos de conferencias sobre temas relacionados con la mujer en el Ateneo y que organizaran el I Congreso Venezolano de Mujeres en 1940.

El Ateneo de Caracas fue además sede de movimientos de resistencia ante la dictadura de Juan Vicente Gómez. Allí se reunían los “reformadores del sistema”. Y, a la muerte del tirano, se instaló, el 14 de febrero de 1936, la Junta Patriótica Femenina, y al día siguiente, el 15 de febrero, se instaló el Cuartel General de la Guardia Cívica Venezolana. El 24 de marzo se recibió con honores a Rómulo Gallegos, quien regresaba de su exilio político, con un acto literario y musical donde participaron los escritores Lucila Palacios, Julián Padrón, J. M. Ferrer, Antonio Arráiz y Clara Vivas Briceño.

María Luisa Escobar no se limitó a promocionar y apoyar las diferentes manifestaciones artísticas en el Ateneo de Caracas, sino que impulsó la creación de instituciones similares en diversas ciudades del país, incluyendo Valencia, su ciudad natal. Allí colabora con la escritora María Clemencia Camarán en la fundación del Ateneo de Valencia.  El día 25 de febrero de 1936 queda instalado con el objetivo de promover y divulgar las expresiones artísticas regionales, nacionales e internacionales. Como homenaje y agradecimiento por el apoyo brindado, la sala de conciertos lleva su nombre desde 1987.

Su actividad como luchadora social. La Asociación Venezolana de Autores y Compositores

María Luisa Escobar no sólo fue una promotora cultural que colaboró con la proyección nacional e internacional de los artistas venezolanos, sino que fue una defensora de sus derechos. Con esta idea en mente, funda la Asociación Venezolana de Autores y Compositores (AVAC) en 1948.

En Venezuela, a pesar de la existencia de instrumentos legales elaborados en torno a la protección del artista  incluso en el siglo XIX,  estos sólo tuvieron un valor filosófico y no una aplicación práctica. No incluían la creación de entidades encargadas de velar por la defensa de autores y compositores ni los procedimientos para el pago de regalías. El objetivo de la AVAC era pagar los derechos autorales por primera vez en nuestro país.

Los viajes que realizó a Estados Unidos y Europa le permitieron a María Luisa Escobar conocer los entes creados especialmente para defender el derecho de autor en esas regiones, así como las leyes y reglamentos que los amparaban. Después de trabajar en el proyecto durante varios meses, el 21 de abril de 1948  protocoliza el acta constitutiva de la AVAC en la Oficina de Registro Subalterno del Primer Circuito del Departamento Libertador en Caracas. La acompañan como fundadores de la sociedad Guillermo Castillo Bustamante, Eduardo Serrano y Luis Alfonso Larrain. Desde su fundación, María Luisa fue su presidente. Su nieta, Carmen Cristina Wolf, comenta que aún se conservan los pequeños cuadernos escolares donde María Luisa, de su puño y letra, anotaba los nombres y las cantidades pagadas a los autores y compositores (4).

Apenas fundada, la nueva institución comenzó a establecer vínculos con sus pares en el mundo enviando delegados a las reuniones y asambleas internacionales. La propia María Luisa viajó en varias oportunidades representando los intereses de los artistas venezolanos. Al poco tiempo logró convenios con Estados Unidos, México, Argentina, Perú, Uruguay, Alemania y Francia y su admisión como Miembro Técnico de la Confederación Internacional de Sociedades de Autores y Compositores, CISAC.

En 1953, Luis Alfonso Larrain se separa de la AVAC por diferencias con María Luisa y funda la Distribuidora Musical con la finalidad de registrar y editar la música popular nacional y representar algunos artistas venezolanos, dominicanos y españoles. Esta empresa sentará las bases para el establecimiento de la Sociedad de Autores y Compositores de Venezuela, SACVEN, el 25 de mayo de 1955. Su primera junta directiva estuvo conformada por  Fernando López Contreras como presidente, Jesús Corrales Sánchez como secretario, Ulises Acosta como tesorero, Luis Alfonzo Larrain como primer vocal, Carlos Torres Parenti como segundo vocal y Jesús Sanoja como tercer vocal. Esta institución va a tomar el lugar de la AVAC con el tiempo.

Su obra creativa

María Luisa Escobar manifestó su talento para la composición desde temprana edad. A los seis años compuso su primera canción, que tituló “Blanca, la niña Angélica”, y a los dieciséis años compuso su primer ensayo de teatro musical, en colaboración con el compositor Juan Vicente Lecuna y la poeta Olga Capriles. Fue una comedia musical con libreto de esta última (5).

Su obra creativa abarca varios géneros y combinaciones instrumentales:

1 Música para la escena (comedias musicales y ballet).

María Luisa Escobar fue precursora del teatro musical en Venezuela. Además del ensayo de teatro musical mencionado arriba, escribió varias obras exitosas que fueron presentadas en el Teatro Municipal de Caracas.

El 8 de marzo de 1941 estrenó Orquídeas azules, sinfonía ballet en tres actos sobre una leyenda de las selvas de Guayana con libreto de Lucila Palacios (6). En esa oportunidad la escenografía corrió por cuenta de  Carlos Salas, la coreografía correspondió a Steffy Stahl, la dirección musical a Luisa Alfonso Larrain y la dirección general a Anna Julia Rojas. Obtuvo un rotundo éxito y fue representada durante varios meses en Caracas, para luego viajar a Cumaná y Maracaibo. En 1942 se presenta en el Teatro Colón de Bogotá.

Casto Fulgencio López publicó el 21 de marzo de 1941 en El Universal a  propósito de su estreno:

“María Luisa Escobar ha puesto alas armoniosas al hermoso cuento-poema de Lucila Palacios. La interpretación de Orquídeas azules en el Teatro Municipal. Ha archivado en nuestro subconsciente una nueva sensación artística —inocente y lejana—, hermana de las maravillosas reminiscencias de los Cuentos de Grim, de Perrault y del viaje encantado de los niños de Maeterlinck en la busca infructuosa del pájaro azul.  Los pájaros y las flores, las hadas y las alimañas, toman vida feérica en el misterio de la selva del sureste venezolano y piensan y cantan en venezolano bajo el disimulado y astuto enhebrar del Tío Conejo.

(…)Y se hizo el milagro de la primera obra lírica nacional con todos los atributos universales de propiedad en el libreto, en la partitura y en la escenificación”.

En Espejo Rodante (6), Lucila Palacios afirma que esta fue la obra de teatro lírico más conocida de María Luisa. Para ella, las razones de su éxito radicaban en el tema (una leyenda indígena) y en la calidad de la música. Según nos comenta en el citado libro, la obra tuvo trascendencia internacional, al punto que la Comisión de Asuntos Americanos, creada en los Estados Unidos con la finalidad de fomentar la amistad con los países latinoamericanos, la recomendó a Walt Disney para que hiciera una película. Palacios afirma que el proyecto no se materializó debido al estallido de la Guerra Mundial, evento que requirió de los servicios de Disney para la producción de documentales de guerra.

El 23 de noviembre de 1945 estrenó en el Teatro Municipal la fantasía musical Blanca Nieves y los siete enanos, comedia en dos actos con libreto de Graciela Rincón Calcaño (7) y escenografía de Carlos Salas, también con mucho éxito.

En 1960 se inauguró en el Teatro Municipal un festival infantil. En el programa presentado el 17 de enero figuraban dos obras: La cajita de música, una fantasía musical con fragmentos de Schumann, Poldini, Rameau, Lladow, Waldteufel y María Luisa Escobar; y La Cenicienta, una comedia musical en 3 actos basada en el cuento de Charles Perrault con música de María Luisa Escobar. Debido al éxito obtenido, el programa se repitió el 24 del mismo mes.

Además de estas obras presentadas en el Teatro Municipal, escribió otras de las cuales no tenemos mayores detalles: La princesa Girasol, cuento musical en tres actos y cuatro cuadros escrito en 1947; Las siete lunas; Colegio de señoritas; Guaicaipuro, sinfonía ballet en un acto y tres cuadros que exalta la memoria del cacique compuesta en 1951 y presentada con motivo de los III Juegos Deportivos Bolivarianos (8);  Cruz de mayo (1954); Las cinco águilas blancas, basada en una leyenda indígena merideña desentrañada por Tulio Febres Cordero; Ruptura de relaciones;  tres coreo-dramas musicales compuestos en 1960:  Upata, basado en un relato de Celestino Peraza sobre el cacique guayanés, Tiuna, cacique caribe de la tribu de los Caracas, y Murachí, cacique de la Sierra Nevada; Canaima (1964), la leyenda de la Laguna;  Tibaire, basado en la leyenda de la fundación de la ciudad de Valencia y la india cristiana, y Arichuna, ballet en torno a la figura del cacique jiraharas del estado Lara.

Uno de los aspectos que cabe destacar dentro de la producción musical de María Luisa Escobar para la escena es que muchas de estas obras están basadas en leyendas indígenas venezolanas. Esto es fruto de su interés por los cantos, danzas y mitos de las diferentes etnias, lo que la llevó a investigar, transcribir y armonizar los materiales recopilados.  Los resultados de sus hallazgos los utilizó en muchas de sus composiciones, tal como puede comprobarse en el caso de Orquídeas azules, Guaicaipuro, Upata, Las cinco águilas blancas, Tiuna, Tibaire, Arichuna, Murachí y Canaima. Ella decía que era “devota de los indios, porque son los venezolanos olvidados” (9).

2 Música para piano

El piano fue el instrumento preferido de María Luisa. Para él compuso los siguientes valses: Luna de Camoruco, Sueños de Bolívar, Caracas romántica, La luz de mi ciudad  (1952, dedicado a Antonio José de Sucre), Noche de Luna en Altamira, Caracas va hacia el mar, Cundiamor. También su gusto por la música indígena se ve reflejado en Ari ara (1941), danza festiva de los indios guajiros, y Parichará (1949), danza sagrada de los indios arecunas, y una adaptación para piano de una danza guerrera caribe del ballet Guaicaipuro.

Sin duda, la obra más conocida es su Concierto Sentimental, composición de 1948 en dos movimientos para piano y orquesta, el cual fue interpretado por María Luisa en Caracas, Buenos Aires y Nueva York (en esta ciudad, con la Orquesta de Conciertos de la Columbia Broadcasting System bajo la dirección de Alfredo Antonini en 1949).

Otras pianistas venezolanas también han interpretado esta obra con gran éxito: Rose Marie Sader (Gran Orquesta de Conciertos bajo la batuta de Pedro Antonio Ríos Reyna en Caracas, 1969 y en Polonia con la Orquesta Sinfónica de Czestochowa bajo la dirección de Zygmunt Szczepanski en 1970) y Giomar Narváez (Gran Orquesta de Conciertos conducida por Pedro Antonio Río Reyna en Maracay, 1970) (10)

3 Música vocal

A lo largo de su vida, María Luisa Escobar compuso música para diversos géneros instrumentales, pero sin duda fueron las canciones y boleros las que la proyectaron internacionalmente. Entre estos destacan: Caribe, tema de presentación de Radio Caracas  durante muchos años (1933), Rosas de fuego (1937), Tonada llanera (1942), Contigo (1949), Mi general Bolívar (s/f), La despedida, Carnaval de candela (texto de Alberto Arvelo Torrealba), Siempre, y los pregones Naranjas de Valencia, Rosas y clavelesGardenias. Algunas de estas canciones están editadas en el álbum Canciones sentimentales, Ediciones Musicales Arco, Caracas, Venezuela (s/f): “No puedo olvidarte” (1934), “Yo sé que volverás” (1942), “Fascinación” (1941), “Súplica” (1938), “La espera”, “Todo azul” (1949), «Canción del marinero» (1942), «Canción del aviador» (1947), “Campanitas de pascua”(s/f), además de su canción más conocida “Desesperanza” (1949), reconocida como «canción del año» en 1950.

Esta última obra ha sido grabada por muchos cantantes, pero fue sin duda el tenor de Venezuela, Alfredo Sadel, quien la hizo famosa. Dona Répole, en un artículo publicado en el diario El Mundo poco después de su muerte, cuenta una anécdota que refiere la grabación de ese éxito. Cuenta que en el año 48 María Luisa Escobar escuchó en la radio la voz de Alfredo Sadel. Encantada con el timbre, lo busca para ofrecerle su canción “Desesperanza”. Es así como comienza el trabajo conjunto de los dos artistas y Sadel se convierte en el intérprete masculino favorito de la compositora, quien financia algunas de sus grabaciones y quien lo da al maestro Ríos Reyna para que grabara su primer LP, Diamante Negro.

Especial mención merece “Piama-remu”, canto mágico de los arecunas y taurepanes que presentó en Dallas, EE UU, en 1949 en el marco de la Convención Anual de la Nacional Federation of Music Clubs. Esta melodía, armonizada por ella, fue editada por el Ministerio de Sanidad y Asistencia Social para ser usada como tranquilizante del sistema nervioso en los centros asistenciales de Caracas.

También en su obra para voz y piano María Luisa se evidencia la utilización del material producto de sus investigaciones sobre música indígena de las etnias venezolanas: “Aish tain” (1933), canto caribe, “Mucu-chicten” (1935), canto en dialecto de los mucuchíes, “Tey” (1954), canto al dolor en dialecto goajiro, “Putunka” (1949), canción de cuna guajira, “Indiana” (1949), canto jirajara, “Ishanco” (1951), tonada guaraúna, “Uriau-Walinna” (1951), danza guerrera caribe que se traduce como vencer libres, “Poi-temere”, canto de seducción en lengua caribe, “Tukuy”, danza festiva de los arecunas, “Kareu-kareu”, canto al sol en lengua caribe, “Miyoy”, canto guerrero de los murrupeyes de los andes venezolanos,  “Jari-Jari”, danza guerrera caribe,

4 Música de cámara

Aunque en menor cantidad, María Luisa también escribió música de cámara. Resalta su producción para violín y piano: “Petite Suite” (sobre temas folclóricos venezolanos), “Barcarola “(s/f), y  “El pájaro de los siete colores” (1948).

Su obra como comunicadora social

La actividad radiofónica  en Venezuela comienza en 1926 por iniciativa de Luis Roberto Scholtz y Alfredo Moller. Con un transmisor Westerfl Electric de 1 Kw, comienza sus transmisiones la Broadcasting Central de Caracas con las siglas “AYRE”. La planta estaba situada en lo que es hoy el Nuevo Circo y los estudios en la esquina El Tejar. Pero, probablemente por la situación política del país, sale del aire dos años después. En 1930 surge YV 1B-C Broadcasting Caracas (Radio Caracas a partir de 1935), proyecto liderado por Edgar J. Anzola y Ricardo Espina y otros, bajo el patrocinio de William H. Phelps, dueño de El Almacén Americano, que será la sede de la emisora.  Su primera transmisión fue el 9 de diciembre de 1930. Después de la creación de la YV 1B-C Broadcasting Caracas van apareciendo otras emisoras radiofónicas en Caracas y el interior del país. En torno a ellas empieza a formarse toda una élite de figuras relacionadas con la música y la comunicación.

María Luisa es una de estas figuras. Incursiona en el medio radiofónico a partir de 1940 produciendo varios programas entre los que cabe destacar La caja de juguetes, de corte infantil. La pianista Giomar Narváez recuerda que en ese programa, donde eventualmente también participaba su madre, la soprano Lucía Malavé de Narváez, se hacía un concurso en el cual los niños debían enviar sus dibujos a la emisora. El que resultaba ganador, se llevaba una caja de chocolates. Lamentablemente no hemos podido encontrar cuál emisora transmitía ese programa. Por otro lado, Giomar también recuerda que había otro programa producido por María Luisa Escobar donde tocaba música en vivo, principalmente piano a cuatro manos con la pianista guayanesa Amelita Bartola o Julita de La Rosa, o como acompañante de Lucía Malavé.

El nombre de María Luisa Escobar estará siempre ligado a la radio venezolana a través de los cantantes que interpretaron y grabaron sus canciones. Tal vez por esta razón, entre 1939 y 1943, fue designada, junto a Vicente Emilio Sojo y otras personalidades artísticas, para conformar el jurado de selección dentro de la Junta Nacional de Programación de Radiodifusión.

Por otro lado, sus inquietudes literarias la llevan a escribir artículos en importantes revistas y diarios en torno a personalidades del mundo artístico, muchas veces bajo el pseudónimo “Doña Sol”. En 1944 fue designada jefe de prensa de la Cámara del Senado.

Su obra como artista

María Luisa Escobar también desarrolló una intensa carrera artística. Su trabajo en el Ateneo de Caracas y al frente de la Asociación Venezolana de Compositores y Artistas, además de permitirle compartir con los artistas e intelectuales de su época, le ofreció la oportunidad de participar en numerosos eventos como pianista, cantante o compositora.  Cuando atendía las invitaciones que le hacían del exterior para dictar conferencias o para asistir a algún evento internacional como representante del Ateneo o de la AVAC, aprovechaba para presentar también su música interpretándola al piano o acompañando a algún cantante.

En 1937 es invitada a París para participar en el Congreso de Audiciones Musicales para la Juventud. Allí ofrece un recital con sus obras para canto y piano. Ese mismo año  viaja a Estados Unidos y ofrece recitales y conferencias en varias ciudades

En 1942 María Luisa viajó a Bogotá, ciudad donde permaneció casi un año. Allí desarrolló una intensa actividad artística en teatros, centros culturales y en programas radiales.

En 1949 viaja a Dallas para representar a Venezuela en la Convención de la Nacional Federation of Music Clubs. Participa en varias sesiones radiofónicas y dictando conferencias sobre musicoterapia, folklore y teatro. Allí presentó la obra Piamaremu mencionada anteriormente.

A fines de ese mismo año va a Nueva York como emisaria del gobierno venezolano. Allí  presenta sus obras en varios conciertos acompañando a la soprano venezolana Fedora  Alemán. También interpreta  como solista su Concierto sentimental bajo la dirección de Alfredo Antonini.

En 1951 representa a Venezuela en la Primera Conferencia Interamericana de Música que tuvo lugar en la ciudad de Miami, donde nuevamente, además de dictar varias conferencias, ofrece un recital de sus obras acompañando a  Fedora Alemán.

En 1955 graba como pianista un LP con Billo Frómeta del frente de una orquesta conformada por miembros de la  Orquesta Sinfónica Venezuela. El disco se titula «Concierto venezolano y fue patrocinado por la compañía International General Electric para ofrecerlo como obsequio navideño a sus empleados (11).  El contenido del disco es el siguiente: (12)

Premios y reconocimientos

-Canción del Año para “Desesperanza” en 1950.

-Botón Cuatricentenario (Concejo Municipal de Caracas)

-Cruz de Honor de la Fuerza Aérea de Venezuela

-Cruz de Honor de las Fuerzas Armadas de Cooperación

-Medalla de Cultura (Ateneo de Caracas)

-Medalla de Honor al Mérito e Hija Ilustre de Valencia (Concejo Municipal de Valencia)

-Medalla de Honor a la Instrucción Pública

-Orden al Mérito Aeronáutico de la Fuerza Aérea Venezolana

-Orden Andrés Bello

-Orden del Libertador (grado de Caballero)

-Orden Sol de Carabobo, 1974

-Orden Teresa Carreño de la AVAC

Premio Nacional de Música (1985) por su larga trayectoria creadora y  por sus composiciones de música venezolana. Jurados: Abraham, Abreu, Sauce, Fedora, Serrano, Andrés Sandoval, Eduardo Marturet, Giomar Narváez, Frank Hernández, Marina Urguelles.

-Cruz Blanca de la Paz (Cuba)

-Cruz de Bellas Artes (México)

-Cruz de honor del Grupo América (EE UU)

-Llave de oro de la Universidad de Andhara (India) por su interés en las manifestaciones culturales de los indígenas venezolanos.

-Palmas Académicas (París, 1937)

-Societé  Frederic Chopin de Varsovia

-National Federation of Musci Clubs

-National Federation of Women Club

-Panamerican Women Assotiation

-International Academy of Washington

-International Institute of American Ideals

-Grupo América de EE UU

-Sociedad Folclórica de México

-Instituto Nacional de Artes y Letras de Zurich

-Asociación Musical Santa Cecilia de Chile

-Fundación Internacional Eloy Alfaro de Panamá

El final de una carrera

María Luisa Escobar falleció en Caracas el día 14 de mayo de 1985 después de haber cosechado laureles como compositora, intérprete y promotora cultural. Su obra deja una profunda huella en el mundo cultural venezolano.

“Nunca me iré de tu vida/

ni de tu corazón/

aunque por otros caminos/

nos lleve el destino/

qué importa a los dos.”

Desesperanza


Notas

1 Collage Cultural de El Espectador del Centro, Año 1, N° 25, Valencia, 11/10/1992.

2 Fecha corroborada por Alecia Castillo Henríquez, Docente e Investigadora adscrita al

Instituto de Derecho Comparado de la Facultad de

Ciencias Jurídicas y Políticas de la Universidad de Carabobo y estudiosa de la

historia de la ciudad de Valencia.

3 Jean-Jules Amable Roger Ducasse (1873-1954),  compositor nacido en Burdeos. Estudió con Emile Pessard y André Gedale en el Conservatorio de París y fue el alumno preferido y amigo cercano de Gabriel Fauré, a quien sucedió en la cátedra de composición en 1935.

4 WOLF, Carmen Cristina. “María Luisa Escobar. Crónicas I” en. Literanova. http://literanova.eduardocasanova.com/index.php/2008/08/27/maria-luisa-escobar-cronicas-i

5 Lamentablemente no se conservan los manuscritos de estas obras, por lo que sólo sabemos de su existencia por las reiteradas referencias en las distintas fuentes consultadas.

6 PALACIOS, Lucila. Orquídeas azules, (Sinfonía tonta y ballet sobre la leyenda venezolana de la selva

guayanesa). Caracas, Editorial Elite, 1942. 60 p.

7 PALACIOS, Lucila (1987) El espejo rodante. (Páginas autobiográficas). Caracas.

Venediciones, C.A.

8 Graciela Rincón Calcaño (1904-1987), poetisa, narradora, articulista y autora dramática. A veces firmaba con el seudónimo de Eglé Mediavilla. Fue una de las luchadoras a favor del voto femenino en Venezuela.

9 Carlos Díaz Sosa, en la contraportada del Lp Concierto Venezolano afirma que esta obra fue compuesta para una

película de Arturo Briceño que no llegó a filmarse.

10 Revista Musical de Venezuela, Nos. 15-17, Caracas, 1985, p. 137

11 Escobar, María Luisa, Concierto

Sentimental. Roberto Ojeda

editor, Fundación Vicente Emilio Sojo, Caracas, 2005, p. xvi.

12 En el libro Billo Frómeta. Biografía Musical  de Ángel Vicente Marcano aparece mencionado

el episodio en la p. 83. Allí el autor afirma que se trata del LP “Fantasía

musical”, grabado en 1955 para la General Electric, en el cual estaba incluida

una suite de cuatro movimientos dedicada a Caracas, dos de los cuales eran

arreglos de valses de María Luisa Escobar.

13 Datos obtenidos de la carátula y folleto del LP gracias a la cortesía de Jesús Rafael Pérez y Héctor Acosta.


Referencias bibliográficas

CASTILLO, Alecia (1990). Cantos y Cuentos de Valencia. Valencia: Universidad de Carabobo.

CURT LANGE, Francisco y Richard Chitty (1998). Hemerografía Musical Venezolana del siglo XX, Revista Elite. Caracas: Fundación Vicente Emilio Sojo, Instituto Autónomo Biblioteca Nacional.

DIDIER, Miguel Castillo (1985). “In Memoriam. María Luisa Escobar”. Revista Musical de Venezuela, 15-17. Caracas: Fundación Vicente Emilio Sojo, 136-137.

ESCOBAR, María Luisa (2005). Concierto Sentimental. Editor: Roberto Ojeda. Caracas: Fundación Vicente Emilio Sojo.

MAGLIANO, Ernesto. Música y músicos de Venezuela. Material mimeografiado.

MARCANO, Ángel Vicente (1998). Billo Frómeta. Biografía Musical. Caracas: ArteLibris Ediciones.

MARCANO, Ángel Vicente (2004). Luis Alfonso Larrain. El mago de la música bailable. Biografía musical. Caracas: Editorial La Espada Rota.

PALACIOS, Lucila (1987). El espejo rodante. (Páginas autobiográficas). Caracas. Venediciones, C.A.

PALACIOS, Lucila (1942) Orquídeas azules, (Sinfonía tonta y ballet sobre la leyenda venezolana de la selva guayanesa). Caracas: Editorial Elite.

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SEGININI, Yolanda (1997) Las luces del gomecismo. Caracas: Ediciones Alfadil. Colección Trópicos.

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Fuentes en Internet

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Varios autores “Collage Cultural” en El Espectador del centro, Año 1, N° 25, Valencia, 11/10/1992. Número dedicado a María Luisa Escobar.

*María Luisa Escobar: Un nombre escrito en nuestra historia. Mariantonia Palacios. Edición de la Sociedad de Autores y Compositores de Venezuela -SACVEN-. Caracas, 2008.

**La autora expresa su gratitud a Carmen Cristina Wolf, Giomar Narváez, Alecia Castillo Hernández, Jesús Rafael Pérez, Héctor Acosta y Rafael Marciano.