Una de las Conferencias TED que más me ha impactado es la de Paul Wolpe sobre bioingeniería (https://www.ted.com/talks/paul_root_wolpe_it_s_time_to_question_bio_engineering?language=en). En menos de veinte minutos, el investigador nos introduce a un abanico de animales y bichos fantásticos: mascotas que brillan en la oscuridad (https://www.bbc.com/news/science-environment-14882008). El “liger” (https://en.wikipedia.org/wiki/Liger), una mezcla de león y tigre. La (¿el?) “cama” (https://es.wikipedia.org/wiki/Cama_(animal)), un híbrido camello-lama. Y mi favorito: el camello-zebra o “zorse” (http://true-wildlife.blogspot.com/2011/04/zorse.html).
Las mejores distopías son aquellas que parecen premonitorias. Esta es la razón por la cual las torres con micrófonos integrados me dan miedo. El “Echo” de Amazon o el “Home” de Google son sistemas de supervisión permanente. Tener uno en mi casa me acerca demasiado a Winston Smith, el personaje de 1984. Todos recordamos cómo George Orwell abre el libro: Winston es obligado a realizar ejercicios de calistenia por una televisión que puede observarlo. Amazon y Google no tienen detectores de movimiento todavía, pero esto no les impide recolectar datos sin nuestro permiso (https://www.politifact.com/truth-o-meter/statements/2018/may/31/ro-khanna/your-amazon-alexa-spying-you/) y tratar de orientar nuestros hábitos de consumo con sutileza.
Estas dos ideas forman las hipótesis, más que plausibles, que dan vida a la trilogía MaddAddam. Al final del tercer libro, la autora canadiense nos explica que todas sus conjeturas se basan en experimentos y tecnologías que están en desarrollo. Tal vez sea por esto que los libros me fascinaron. El futuro que propone nos deja un sabor en la boca a urgencia, a inmediatez. Como especie, hemos superado los experimentos eugenéticos de Mengele (http://www.el-nacional.com/noticias/entretenimiento/desaparicion-josef-mengele-angel-muerte-argentina_225694) y las fantasías tipo Isla del doctor Moreau, para llegar a un punto en el cual podemos intervenir y diseñar nuestra evolución.
La trilogía empieza con Oryx y Crake, un libro con la estructura típica de una serie norteamericana tipo Lost. En un futuro postapocalíptico, uno de los sobrevivientes a un ataque bacteriológico relata sus andanzas en una playa. Esto se intercala con capítulos flash-back en los cuales entendemos cómo llegó hasta aquí. Así, el personaje principal, Jimmy el hombre de las nieves, es solo un vehículo para llegar a los verdaderos autores de la debacle: dos jóvenes que se hacen llamar Oryx y Crake.
Es solo en el tercer libro que accedemos a la epopeya completa de Crake, un joven de una inteligencia excepcional, capaz de diseñar seres humanos superiores. Los personajes viven en una represiva autocracia, donde los cuerpos de seguridad, llamados CorpSeCorps, vigilan y controlan a todos los ciudadanos. El panorama propuesto es el de una ciudad futurística tipo Blade Runner (https://www.youtube.com/watch?v=XGncc5PPE1Q), con urbanizaciones cómodas donde viven los ricos y guetos sucios para los pobres. El lector entra de lleno en la ciudad en el libro dos, El año de la inundación. Es acá donde conocemos a los “Jardineros”, un grupo de ecologistas radicales, hackers y anarquistas, que viven en las azoteas de los edificios. Son ellos quienes contactarán a Crake y lo harán parte de su red.
La sociedad que dibuja Margaret Atwood está obsesionada con la juventud y con la superación de la muerte. La gente pudiente se congela en laboratorios criogénicos, a la espera de una cura para sus enfermedades. Aquellos con aflicciones menores utilizan las drogas de la farmacéutica HelthWyzer, que produce milagros en biología y genética.
La autora canadiense utiliza este decorado para explorar una de las teorías de la conspiración más en boga en este momento: el movimiento anti-vacunas. Sucede que el padre de Crake, empleado de HelthWyzer, descubre que la farmacéutica está inoculando enfermedades a la población, con el objetivo de comercializar las vacunas y las curas. Cuando amenaza con alertar al público, es asesinado por los cuerpos de seguridad.
La trilogía de MaddAddam es también una historia de venganza y ajustes de cuentas. Desilusionado con la vida y abatido ante la estupidez humana, el joven Crake decide vengarse. Crea una nueva raza en el “proyecto paraíso”, los crakers, quienes estarán entre los pocos sobrevivientes a la epidemia. Porque el joven ingeniero, siguiendo el ejemplo de la farmacéutica, inoculará un virus mortal en las pastillas de la juventud. La sociedad, dada al narcisismo y la banalidad, consumirá estas pastillas como pan caliente. Entonces, llegado el día fatídico, Crake desencadenará la epidemia en diferentes lugares del mundo, acabando con la población mundial.
Lo que sigue es una lucha por sobrevivir tipo Mad Max. Los jardineros deberán huir de los criminales y psicópatas que quedan vivos, mientras Jimmy, hombre de las nieves, vive en una playa junto a los crakers, la nueva especie inventada por Crake.
La trilogía MaddAddam es una poderosa fábula distópica que nos previene del posible futuro a venir. También es un trabajo para lectores pacientes: cada libro parece desconectado del otro. Es solo al llegar a la mitad de El año de la inundación (libro 2) o MaddAddam (libro 3) que entendemos la estructura del relato. Sin embargo, la lectura recompensará el esfuerzo con creces, ya que la trilogía MaddAddam es el tipo de obra que nos queda dando vueltas en la cabeza durante algo de tiempo.
Entre Orwell, Huxley, Ziamatine y hasta William Golding: la trilogía MaddAddam es una excelente presentación de Margaret Atwood. Si les ha gustado la serie de HBO La sirviente escarlata (A Handmaid’s Tale), son público ideal para MaddAddam. Jamás volverán a comerse una hamburguesa de la misma manera, créanme, ni a vacunarse sin sentir que están en 12 monos de Terry Gilliam.
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