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Transhumanismo o de la supra arrogancia hiper capitalista

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Por RODRIGO ESPARZA PARGA

¿Qué es la realidad? ¿En qué medida es que nuestra agencia como seres humanos es tal que podemos incidir en aquella para moldearla y modelarla según nuestros deseos, según nuestra voluntad e intereses? ¿Es acaso la arrogancia, la soberbia de asumirnos omnisapientes y omnipotentes la que guía nuestros pensamientos y acciones y hace que devengan estas en planteamientos como el Transhumanismo? Porque si algo caracteriza a esta línea de pensamiento y acción es, precisamente, la soberbia al asumir que prácticamente todo lo que nos planteemos como seres humanos es conseguible, siempre y cuando lo hagamos desde los basamentos correctos y echemos mano de las herramientas adecuadas, a saber: la ciencia y la tecnología.

Es altamente probable que Julian Huxley (1887 – 1975), quien acuñó el concepto de transhumanismo, tuviera lo anterior en mente cuando publicó su obra New Bottles for New 

Wine (1957). En dicha obra plantea lo siguiente: «La especie humana puede, si así lo desea, trascenderse a sí misma –no solo esporádicamente en un individuo aquí en un sentido, u otro allá en otro sentido– sino en su totalidad como humanidad. Necesitamos un nombre para esta creencia. Posiblemente el de transhumanismo sirva: el hombre sigue siendo hombre, pero trascendiéndose a sí mismo a través de la realización de nuevas posibilidades desde y para su naturaleza humana». En la misma obra señala que «la responsabilidad y destino del hombre es la de ser un agente para el resto del mundo».

Tal aserto tiene como punto de partida una noción, diríamos, radicalmente antropocéntrica, que ya de suyo puede ser muy cuestionable como punto de partida, y que como si fuese dictado de un gran destino manifiesto, le corresponde al hombre ser el parteaguas de la realidad y, de tal manera, conducirla según sus menesteres. Es esta una de las fundamentales características del Transhumanismo, es decir, la de albergar un desbordado optimismo en las capacidades humanas. Para reforzar aún más tal idea, Huxley señala: «Es como si el hombre repentinamente haya sido determinado para ser el director gerente del mayor de todos los negocios, el negocio de la evolución… y lo que es más, no puede negarse a aceptar el trabajo». Lo que consideramos merecería la pena cuestionar por qué Huxley asumió que el humano tendría ese «nombramiento» privilegiado, cuya posición lo ubicaría en el cénit de la evolución y con toda una realidad a su merced. Excesiva arrogancia, ¿no?

El otro punto sobre el Transhumanismo a considerar en nuestro alegato, es el concerniente a lo que en el fondo oculta esta corriente tan en boga y que ha resultado ser sumamente llamativa para quienes aún centran de manera ingenua su confianza ciega y plena en la ciencia y la tecnología, como panacea a los males que aquejan a la humanidad y más allá de esta. Esa idea a la que nos referimos es a lo que en inglés suele llamarse Human enhacement, o mejoramiento humano. Lo que en verdad identificamos en el fondo de esta noción es la apoteosis del hiper capitalismo o, en otras palabras, el punto álgido de este al echar mano del conocimiento tecnológico y científico de avanzada en áreas sumamente específicas y bien identificadas, a saber: criogenia, nanotecnología, biotecnología e inteligencia artificial, por mencionar algunas. Es en otras palabras, a lo que Francesca Ferrando se refiere como Libertarian Transhumanism y sobre el que dice, este «(…) defiende el libre mercado como el mejor garante del derecho al mejoramiento humano» (Ferrando 2019). En primer lugar, esto nos debe dejar claro que cuando hablamos del “mejoramiento humano”, tenemos asumido que alguien ya dijo de qué va dicho mejoramiento y que bajo esta noción está implícito lo que ese alguien concreto entiende por «mejoramiento humano».

Segundo, ese mejoramiento será no para todo ser humano, sino únicamente para aquellas personas que cuenten con los recursos económicos necesarios para poder acceder a la oferta disponible. Por ejemplo, el costo actual de una prótesis de antebrazo y mano con una buena emulación del movimiento natural de estas partes anatómicas, ronda los sesenta mil euros. ¿Accesible? No, de ninguna manera, muy al contrario, dista por mucho de ser una opción a no ser que uno se encuentre inmerso en esa dinámica de hiper capitalismo.

Es un punto al que debemos prestar suma atención antes de permitirnos deslumbrar por el cariz de fantasía y trascendencia con el que se nos suele presentar el Transhumanismo y las bondades que con él llegarían para, así, superar algunas limitaciones inherentes al ser humano como lo sería el hecho de fenecer.

Para finalizar, tengamos en cuenta que «la tecnología como tal no puede ser separada del empleo que se hace de ella; la sociedad tecnológica es un sistema de dominación que opera ya en el concepto y la construcción de técnicas» (Marcuse 1987).

*Rodrigo Esparza Parga se desempeña en el Tecnológico de Monterrey, México.