Todos pensando desde la sensibilidad

Por DIEGO CABRUJAS PALACIOS

Ser hijo de Isabel Palacios es de las cosas que más agradezco a la vida, desde pequeño mi madre me enseñó a amar la música (y creo que todo lo demás en la vida), verla hablar con sus alumnos, caminar por los pasillos de un museo y tener a la mejor guía que te puedas imaginar, hablar de historia, arte, comentar una película, todo a su lado tiene un significado que va mas allá, siempre me ha fascinado ser testigo de la pasión y la entrega con la que se involucra en todo lo que hace.

Sus sueños se transforman en retos, que van tomando forma y culminan con los aplausos de un público conmovido y emocionado, y pasar de estar en el público a estar en el escenario junto a ella es de las cosas mas satisfactorias que he podido vivir.

Mi madre es una mujer sumamente detallista, con una autocrítica bastante fuerte, a veces más de lo normal, pero quien la conoce sabe que cada melodía que suena, cada palabra que se dice, cada luz, la posición en el escenario; absolutamente todo esta pensado desde la sensibilidad de una mujer que vive el arte desde que era una niña llevándolo en sus venas y en su personalidad inevitablemente.

La MAE, como le dicen todos sus alumnos, me enseñó que la música como cualquier profesión, se debe amar y respetar, siempre me ha demostrado que ser músico no es algo que se deba tomar a la ligera y al mismo tiempo me dejó claro que es absolutamente necesario disfrutarla, cada momento que uno comparte con colegas músicos y lleva un mensaje a un público, debe ser un momento feliz y pleno.

Estar a su lado en esas aventuras es definitivamente algo transcendental. Su influencia en mí desde muy niño, con toda esa música que me ha rodeado gracias a ella, es lo que muy probablemente me inspiró a tomar mi camino; pero claro, un camino propio, con mi identidad, porque también eso lo aprendi de ella, tener mi propia voz y llevar mis propios sueños a esa fabrica donde los hacemos realidad.