Por NELSON RIVERA
—Ha estado usted al frente de una serie de proyectos para llevar la poesía a lugares donde no se la encuentra de forma regular: en la práctica de yoga, en salones de belleza y, ahora, Sonorámica, proyecto que la integra con la música y las artes visuales. En YouTube, por ejemplo, encontré un video donde está usted leyendo un poema de Rafael Cadenas en una calle de Catia. ¿La poesía debe tener presencia en la cotidianidad o en el espacio público? ¿Qué puede agregar la poesía al espacio público?
—Desde que concebí la idea de crear Autores Venezolanos el objetivo principal ha sido desmitificar que el consumo de poesía es exclusivo para académicos e intelectuales. Imagínate que en vez de vallas con rostros de alcaldes o gobernadores, se exhiban frases de Cadenas, de Montejo o Schön. En febrero de 2014, a raíz de las fuertes represiones por las protestas, fui con un par de amigas al bulevar de Catia a repartir volantes con el poema “Los hijos infinitos” de Andrés Eloy Blanco. Ideé también una franela con la frase “La vida es la protagonista”, de Cadenas, acompañada de la frase “Más poesía, menos violencia”. Contrario a lo que esperábamos, la reacción de la gente fue positiva y nos hizo ver que teníamos mucho en común como ciudadanos. Creo que la poesía debe tener presencia en todos los ámbitos porque trata sobre la mayor forma de libertad: la de pensamiento.
—Ha participado como creadora (líder conceptual) de “Sé tú el poema”, iniciativa patrocinada por L’Oreal Venezuela para llevar la poesía a los salones de belleza. ¿Podría explicar cómo funciona? ¿Cómo han reaccionado los usuarios de esos lugares?
—Mi idea de este proyecto surgió en un salón de belleza, al ver un revistero con publicaciones de los años del cataplum. Hice una publicación lanzando la propuesta al aire y una persona de L’Oreal Venezuela me contactó para que le hiciera una presentación. Ideamos una minibiblioteca con 4 publicaciones: la primera y segunda antologías del Concurso Nacional de Poesía Joven Rafael Cadenas, Bellas ficciones de Yolanda Pantin y La espera imposible de Cecilia Ortiz, todos donados por TeamPoetero. Las publicaciones aún están disponibles en 58 salones de belleza que usan la marca Kérastase en el territorio nacional. Inicialmente hicimos recitales de poesía en varios salones de belleza de Caracas y la reacción de los clientes (y empleadas) fue muy favorable. Mientras exista la marca en el salón de belleza, seguirán las bibliotecas disponibles para quien desee leer acercarse a la poesía venezolana.
—Sonorámica reúne 11 poemas, cada uno interpretado en un determinado género musical. ¿Cómo fue el proceso de escoger los 11 poemas? Y, a continuación, ¿cómo se definió el género musical con el que se lo interpretaría? Por ejemplo, ¿a qué género musical se corresponde el poema de Ramos Sucre seleccionado? ¿Ramos Sucre es compatible con la música caribeña?
—Quise incluir poetas consagrados como Pantin, Cadenas, Montejo o Ramos Sucre, noveles como Cristina Gutiérrez Leal y potentes como Alejandro Castro y Santiago Acosta. Otro de los objetivos de este proyecto es utilizar al pop como mediador entre el poema y el venezolano de a pie. Y no solamente el pop, también el arte visual bajo la mirada de Starsky Brines. Siempre quise que “Los hijos infinitos” de Andrés Eloy fuese rapeado por Sibilino y que “Casalta”, de Alejandro Castro, fuese interpretado por el Sonero Clásico del Caribe. Ya en 2013, junto a la cantautora Yelitza López, había puesto música al “Soneto XXV” de Hesnor Rivera, gracias a una invitación que recibí de la Universidad Católica Cecilio Acosta de Maracaibo para homenajear al poeta. Del resto, cada músico fue libre de darle el pulso que le marcaba el poema. “El canto anhelante” de Ramos Sucre fue trabajado por el maestro Henry Martínez e interpretado por el productor musical del álbum: Armando Lovera. Es una balada, una obra maestra. Es como si Ramos Sucre te estuviese cantando al oído a la orilla del mar. Y no hay nada más Caribe que una playa.
—En el material de prensa se lee que Sonorámica es una iniciativa en homenaje a su padre. ¿Podría contarnos de su padre?
—Carlos Guerra fue un músico, trompetista y compositor muy prodigioso. Tuvo orquestas como el Quinteto Tropical en los años 50, Guerra y sus Arañas, Los Veteranos del Son, El Sonero Habanero y una de las más importantes es Sonorámica, una orquesta de estudio que vendió una suma importante de discos en gran parte de Latinoamérica y el Caribe. Mi papá también hizo toda la orquestación al tema “Cumpleaños feliz” de Luis Cruz, interpretado por Emilio Arvelo, y es autor de más de 400 temas que han sido interpretados por Bienvenido Granda, Barbarito Diez, Oscar D’León, El Sonero Clásico del Caribe (de la que también formó parte). Produjo discos para Alfredo Sadel y Kiko Mendive, entre otros.
—Existe la percepción de que en la Venezuela de hoy hay una eclosión del género de la poesía: muchos autores jóvenes escribiendo poesía, con un buen nivel de calidad. ¿Es así? ¿Hay autores menores de 30 años que recomendaría a los lectores del Papel Literario?
—Efectivamente, hay un germen de poesía joven que se ha ido descubriendo, entre otras fuentes, por el Concurso Nacional de Poesía Joven Rafael Cadenas. Jóvenes extraordinarios que están labrando un camino acá y desde afuera. Podría nombrarlos a todos, pero por el momento menciono a Betina Barrios, Jesús Montoya, Andrea Crespo Madrid, Euro Montero, Miguel Ortega, Diego Salinas, Alma Romero y Yéiber Román.
—Hay grandes poetas que sostienen que, en la modernidad, la poesía ha redefinido su lugar en el mundo, como un encuentro íntimo entre un autor y un lector. Joseph Brodsky dijo alguna vez que en las lecturas públicas de poesía la impostura doblega, relega a la poesía. ¿Qué le parece esta opinión?
—Hace días me hacía la misma pregunta porque asistí a un recital y hubo una persona que leyó un poema con una impostura tal que rayaba en lo irritante. Estoy de acuerdo con Brodsky y con Cadenas cuando pide “señálame la impostura, restriégame la estafa”, frase que, por cierto, lee César Miguel Rondón en “Ars Poética” con música electrónica de Masseratti 2Lts en el disco. Casualmente ayer leí un capítulo de Happening de Gustavo Valle y tiene una frase que dice: “Leer poesía es nacer con los ojos abiertos (…) y escribirla es cerrarlos y mirar a un abismo”. ¿Hay que tratar a la poesía con respeto? Absolutamente. Pero también hay que quitarle la naftalina y hacerla llegar fresca, sobre todo, a las nuevas generaciones.
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