
“He reencontrado la confluencia de estos tres conceptos en las páginas en las que la historiadora sopesaba a finales del siglo XX la obra de Augusto Mijares”
Por ELSA CARDOZO
En el cruce en los pasillos de la Universidad Central de Venezuela, entre la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas y la de Ciencias Económicas y Sociales, y en los solapamientos académicos entre la Escuela de Estudios Políticos y la de Estudios Internacionales: desde esas coincidencias fui conociendo a la profesora Graciela Soriano de García Pelayo. Primero a través de algunos de sus escritos, y desde entonces, por los alcances de su compromiso académico y su preocupación por Venezuela.
No por casualidad recuerdo ahora especialmente sus páginas sobre lo discrónico, el personalismo y la sociedad civil en Hispanoamérica y, particularmente, en Venezuela. Así evoco sus líneas sobre las grandes contradicciones que en todos los ámbitos ha producido la presencia de distintos niveles de desarrollo histórico. En ese entorno discrónico se hace recurrente el personalismo y las trampas que tiende a la construcción institucional, también en todos los ámbitos. Y allí se abre espacio la reflexión, siempre franca, sobre el papel y los retos de la sociedad civil en distintos tiempos.
He reencontrado la confluencia de estos tres conceptos en las páginas en las que la historiadora sopesaba a finales del siglo XX la obra de Augusto Mijares: la identificación de lo afirmativo y cívico en la historia venezolana, contrapuesta a su negación desde la valoración del personalismo en la perspectiva positivista. Haciendo su propio balance, entonces y en adelante, Graciela Soriano ha alentado el estudio de la historia, su conocimiento y reflexión, para identificar con franqueza y claridad las dos rutas —fasta y nefasta, como las ha llamado— y fortalecer lo que impulsa a la primera.
Su preocupación por Venezuela se manifiesta en el cultivo del quehacer académico y su trascendencia social. Así lo aprecio en su constancia en la docencia y demás aportes a la UCV, como también en la creación y logros de la Fundación Manuel García Pelayo. Allí, además del muy encomiable esfuerzo y cuidado puesto en la publicación y difusión de la obra del maestro y compañero de vida, fueron organizados encuentros, seminarios y publicaciones sobre temas fundamentales en el accidentado tránsito venezolano entre los siglos XX y XXI.
Una y otra vez, de una u otra forma, las palabras e iniciativas de la profesora Soriano, de la muy apreciada Chelita, son recordatorio muy presente de las enormes exigencias de civilidad, de ciudadanía, ante la profundización de discronías y la recurrencia del personalismo.
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