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Salón de relegados XXI: Alejandro Salas

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Por FEDERICO PACANINS

La encarnación contemporánea de un renacentista venezolano de las artes queda bien personificada en Alejandro Salas (Caracas, 1960-2003). Sus facetas de poeta, dibujante, ensayista y narrador quedaron complementadas con su labor al frente de las Ediciones S&M, referencia importante del “libro de arte” nacional que incorporaba grabados de notables artistas gráficos a textos de no menos notables autores, en cuidadas y limitadas ediciones: Autorretrato en espejo convexo (1988) de John Ashbery, Charles Meryon por Alejandro Salas (1988), Poesía – Pintura (1990) de Santos López y Miguel von Dangel, Poesía – Fotografía (1990) de Juan Liscano y Nélida Mosquera, o Kurt Leonhard – Luisa Richter (1991) de Kurt Leonhard y Luisa Richter, entre otros.

Significativo fue su trabajo de investigación para el Diccionario biográfico de las Artes Visuales en Venezuela (Fundación Galería de Arte Nacional, Caracas, 2005), que alternó con exposiciones de sus dibujos, publicaciones de poemarios (Coloquios bajo el Piano y Erotia), piezas de narrativa lírica de clara influencia “borgiana” (Textos para antes de ser narrados, 1980),  una antología poética venezolana comentada y, también, refinados ensayos literarios.  Salas dejó productivas evidencias de cómo cuarenta y tres años de vida pueden ser suficientes para los talentos que, ciertamente, dejan huella. Curiosa paradoja de la vida breve pero plena de logros concretos.

A continuación ofrecemos tres de sus Textos para antes de ser narrados (Fundarte, Caracas, 1980);  diez citas, con verdadero tono epigramático, provenientes de sus trabajos publicados en La Gruta de Pope y otros ensayos (Colección Umbrales, Fundación Metrópolis, Caracas, 2004), y, por último, un curioso poema —acaso su epitafio— publicado en Coloquios bajo el Piano (Celarg, Voces Nuevas, no. 12, Caracas, 1978).

Tres narraciones breves de Textos para antes de ser narrados

Asunto de puntualidades

Se levanta a las cuatro, pone el despertador a un cuarto para las seis; B oye la campana, después de resistir un poco, se levanta y pone el reloj a las siete y media; C lo adelanta unos minutos antes de prepararse; D atiende su llamada, también se levanta, se lava, se viste desayunando apurado, antes de irse coloca el aparato sobre el estante. La casa se queda sola, no se vuelven a ver hasta que a la noche A pide el despertador, lo pone a las cuatro.

En los pocos días que no hay labores todos guardan sus horarios, parecieran poco factibles sus encuentros, ninguno insiste en acercarse. Se hace notar que por cosas del azar todos duermen en la misma cama.

-Carta a la señora de la casa de antigüedades (III)

… No recibimos respuesta, entre otras cosas equivocamos la fecha. Además, las muñecas de trapo no siempre leen las cartas…

El cazador

Se está entre los libros, hojeando y tomando apuntes. No se dejan calcular los movimientos y las órbitas perplejas, se estima el breve entretenimiento, todo es un asunto de preparar la precisión y saber que la presa se hace esperar. De año en año no es mucho lo que se caza, se aprende a acostarse enre los siglos hasta que una mañana se va con los aparatos, se sienta un instante más, contento ve cómo se oculta la luz de su efusivo origen y entonces se ejecutan los pasos hasta el génesis y se caza o se es cazado por el eclipse.

Diez fragmentos de  La gruta de Pope y otros ensayos

De Theodor Bry y la invención del nuevo mundo

La grandeza del lenguaje es su propia tragedia: porque todo puede ser dicho, todo pierde credibilidad, porque el unicornio pasta en nuestra imaginación verbal nuestra mente lo borra (…)

Hojear un libro es fundar un origen: entramos en un pasado que ya es nuestro, perdemos nuestro hoy irremediablemente.

De Pessoa, Autor inglés

¿Qué impresión pueden causar los recuerdos de infancia en un país extranjero? Costumbres extrañas o paisajes exóticos adquieren en la imaginación una inmensa escala pero el destino poético depende de una sola pregunta: ¿cuál idioma es el verdadero idioma?

De Breve historia de la impresión

¿Qué trazamos actualmente con nuestros grabados? ¿Qué recintos mágicos desplegamos ante nosotros con las artes gráficas o las vastas tipografías? Los libros solo tienen sentido cuando atrapamos en ellos las imágenes. Ahogados en papel y palabras —y pantallas virtuales y discos sin incisiones— tal vez debamos rehacer la historia, sacudir las palabras ociosas para que puedan volver a decirnos aquello que no terminamos de olvidar.

De La gruta de Pope

(…) si los primitivos guardaban sus almas en el tótem ritual, nosotros no hacemos menos en cuadros y libros, en casa que levantamos o en sueños que nos reflejan.

De James Joyce, escriba contemporáneo

“Ahora paciencia —escribe Joyce— y recuerden que la paciencia es algo importante, y sobre todas las cosas debemos evitar perder o llegar a perder la paciencia”: las palabras son receptáculos que no pueden vaciarse de golpe, pertenecen a la “poetería”, poesía que es a la vez cerámica.

De informe sobre un manuscrito

Es una paradoja que el lenguaje sea un receptáculo de símbolos que solo aparecen cuando hay necesidad de expresar lo que el pensamiento no puede pensar o lo que se adivina o siente.

De Las iluminaciones de Blake

El deseo de dominar al mundo con palabras ha hecho de la imprenta una de las metáforas más perfectas de la rebelión de las cosas. Las palabras, severas como el plomo que las duplica, han sufrido una especie de aceleración: han perdido su peso para ocupar un sitio cambiante entre nosotros y las cosas; se han convertido en agujeros negros.

De La poesía como navegación

Toda lengua es una Babel. Las fronteras verbales son tan ilusorias y momentáneas como las políticas. Los lenguajes se van levantando sobre las ruinas de otros: las palabras son matices.

De La Biblia, método editorial

¿Está la palabra de Dios, la palabra “incesante’, regida por las formas del lenguaje, la retórica y las convenciones del estilo?, ¿está condenada también a la gramática y las exigencias de la forma? Antes de que la literatura naciera como ciencia, apenas en el siglo XVIII, era solo un método para preguntarse cómo hablaba Dios a los hombres. Se ha dicho que las Escrituras son la gran metáfora verbal de un pueblo que vaga en el desierto; también podría afirmarse que es un laberinto de palabras donde se pierde cada penitente, entre versículos y parábolas: como los vastos caminos que se forman en los blancos de una página. Un libro unánime, perpetuo, tiene la capacidad de absorber a todos los demás, pero por el hecho de “salir editado” detiene su crecimiento.

De La exempla de Sylvia Plath

Nuestras vidas están escritas en un libro que no podemos leer, un libro que incluso nos está negado escribir.

De Coloquio bajo la sombra de un piano

-Toda mi soledad se ha aplicado a la tarde

Con las nubes que soplan. Con el viento que anda

Girando errante en los montes mis palabras presas.

Cargando barras de aire, rasgando cadenas.

Va en el andar de la araña

en su telar mágico, en su tela

atropellando mi silencio descalzo.

Esta soledad que yo ansío, vital.

Cenizas verbales ya muertas.

En la olla de mi alma.

Esta tarde toda ella triste.

¡El crepúsculo muerto! Los cerros agotados.

Las voces agotadas. Esta tarde.

Y yo solo. Y mi silencio en mí.

Con la noche a cuestas que se precipita.

Y yo muerto. En silencio.

Con mi alma triste que me acompaña.

Es todo. Solo una tarde triste.

Toda mi soledad reunida en ella.

Como el sueño de una araña.

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