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Récipe para golosos. Ricardo Álamo: Plagiarios

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Por NELSON RIVERA

Breve diccionario de enfermedades (y necedades) literarias, Diccionario apasionado de la novela negra, Diccionario de símbolos políticos y sociales del siglo XX, Diccionario ilustrado de la muerte, Diccionario hispánico de la recepción y la tradición clásica, Diccionario de la existencia, Diccionario Cervantes, Diccionario del dandi, Conocer la meteorología. Diccionario ilustrado del tiempo y el clima, Diccionario del refranero sefardí, Diccionario comentado de gastronomía, Diccionario de directores de Hollywood del siglo XXI: ejemplos para testificar una tendencia en curso: hay un auge del diccionario especializado.

En su mayoría son diccionarios de autor: mantienen el orden alfabético, pero el contenido de las entradas se aborda bajo formas flexibles. Del telegrama meramente informativo (como los diccionarios de la tradición filológica), se ha pasado al uso de ensayos breves de unas pocas líneas o páginas. Conozco diccionarios, por ejemplo, en los que hay entradas constituidas por uno o más fragmentos o por una cita. Los hay que incorporan anécdotas, testimonios, artículos pedagógicos, diálogos, sucesión de aforismos, imágenes comentadas y más. El orden alfabético ha abierto sus puertas de par en par y ahora es objeto de renovación y logradas publicaciones.

Ricardo Álamo (España, 1965) es ensayista, compilador, narrador y editor, y ha publicado Plagiarios & Cía. Plagiarios, escritores fantasma, apócrifos, impostores y falsarios. Un diccionario (Editorial Renacimiento, España, 2022), volumen afortunado, de recurrentes matices, plural, escrito con gracia y esmero. Un libraco que no estará cómodo en el lugar de la estantería donde confinamos los libros que solo abrimos de tanto en tanto, porque en este hay un buen número de historias alrededor de la cuestión del plagio —plagio de materiales escritos—, estructurados como eficaces reportajes, reseñas o crónicas de hechos que, en ciertos casos, han adquirido tintes conflictivos, noticiosos y hasta tribunalicios.

La primera acepción de la palabra plagio, de acuerdo con la Real Academia de España, habla de copiar obras ajenas, presentándolas como propias. La diversa y ramificada casuística recopilada por Álamo desborda la definición. Las variantes en relación con las condiciones en que se produjeron los hechos; la cantidad de palabras, frases o párrafos copiados; si resulta que el plagiador omitió o hizo un uso incorrecto de las comillas o de los estándares de citación; si el supuesto plagiario, en vez de copiar literalmente, parafraseó el original, cambió palabras y frases, pero la lógica de fondo sigue siendo aproximadamente la misma; si el señalamiento de plagio se refiere a una idea o una secuencia de ellas o al método con que se aborda un tema; si el que aparece como plagiado, a su vez, es señalado de haber cometido la misma falta, por lo que su material tampoco es original; si el acusado niega haber leído o tenido acceso al texto del que se habría copiado; si la idea del material plagiado es dudosa en cuanto a su originalidad: estas posibilidades que he señalado aquí, mínimo muestrario, nos asoman a la complejidad de cada caso.

Plagiarios & Cía. tiene 500 entradas (o una cantidad muy aproximada). Unas 400 (más o menos) son nombres de acusados o de sus acusadores. El trecho histórico que ocupa es de unos 2.500 años —desde Cefisofonte, esclavo de Eurípides, siglo V a.C., hasta el plagio posmoderno—.El detallado registro con que Álamo expone los hechos conocidos hablan de la disciplina de su investigación y de su empeño por clarificar ante los lectores asuntos que no siempre son nítidos a primera vista. Cuando la documentación suficiente está disponible, y el caso tiene magnetismo, Álamo lo desarrolla a este extremo: en dos columnas transcribe el original y el texto señalado de plagio, para que los lectores podamos compararlos.

El propio autor, Ricardo Álamo, se incluye en el diccionario: en un relato de su autoría habría usado una frase de Fogwill, sin mencionarlo. Y una frase de Paul Auster, en otro. La entrada de Harold Alvarado Tenorio, por ejemplo, cuenta la acusación que éste formuló en contra de Héctor Abad Faciolince, en relación con el verdadero autor del verso “Ya somos el olvido que seremos”, que no habría sido Jorge Luis Borges. Dice Álamo, en algún punto de su narración: “Héctor Abad llegó a viajar a Mendoza, consiguió el rarísimo cuaderno que los universitarios mendocinos publicaron en 1986 con los cinco poemas de Borges, quedó convencido de que indudablemente los poemas eran de Borges”. En el largo capítulo dedicado a Pío Baroja, por ejemplo, hay una mención al escritor venezolano Arístides Rojas, relacionada con un texto del escritor vasco sobre Lope de Aguirre. Llegados al nombre de Bryce Echenique leemos la penosa imposibilidad del autor peruano de explicar cómo fragmentos de articulistas españoles se aposentaron como parte de los suyos. Los noticiosos casos recientes de Manuel Cruz (filósofo y político del PSOE), que copió y pegó fragmentos de otros nueve autores, o el de Pedro Sánchez, presidente de gobierno de España, que tuvo un gran despliegue —y ninguna consecuencia— en la prensa, en su momento, aparecen debidamente documentados. Y así, Bolaños, Borges, Cervantes, Dumas, Lucía Etxebarria (reincidente), Fernández Mallo, Carlos Fuentes, Gómez de la Serna (autor de “Contra los plagiarios”), Vicente Huidobro (por cierto, Álamo narra en tono sonriente, las guerras entre Pablo Neruda, Pablo de Rokha y el propio Huidobro), Juan Ramón Jiménez, Stendhal, Valle-Inclán y tantísimos más. En la entrada de Darío Frías Paredes, poeta español, se menciona a varios autores que habrían sido plagiados, entre ellos, a la venezolana Jacqueline Goldberg. Un nombre más: el único venezolano al que se dedica una entrada es el inevitable Rafael Bolívar Coronado, cuya incursión en las aguas del plagio podría ser una de las profusas y turbulentas de cuantas se conocen.

En el otro centenar de entradas —las que no llevan nombres de autores— quizás se encuentra el material más enriquecedor del volumen: Álamo incorpora un muestrario de categorías que, de distintas maneras, interrogan, dificultan, desmontan o problematizan la figura del autor.

Categorías como Adaptación, Apócrifo, Apropiacionismo, Autoplagio, Cazadores de plagios, Cita, Citación insuficiente, Cita de citas, Copia, Copyright, Cuaderno de citas, Defensa de la imitación, Depredador poético, Derecho de autor, Dietario apócrifo, Falsa autoría, Falsos hagiográficos, Heterónimo, Hurto Literario, Imitación, Intertextualidad, Intertextualidad posmoderna, Mestizaje literario, Modalidades de plagio, Negro (acepción 14 del diccionario de la RAE), Originalidad, Parodia, Pastiche, Piratería, trece entradas consecutivas que desgranan variantes y métodos del Plagio, Préstamos amistosos, Propiedad intelectual, Pseudónimo, Re-escritura, Refrito, Traducción y otras. Varias de estas superan el limitado formato de la entrada: son artículos de cierta extensión —hay, por lo menos, una docena que son limpios ensayos breves—, teñidos siempre de la vocación no moralizante de Álamo.

Álamo es más reportero que juez, un investigador y no un delator, un curioso más que un justiciero. Un dotado y generoso cronista que, además de narrar episodios, los entrelaza con categorías como las mencionadas, que amplifican nuestra posible comprensión de las complejidades del fenómeno del plagio.


*Plagiarios & Cía. Plagiarios, escritores fantasma, apócrifos, impostores y falsarios. Un diccionario. Ricardo Álamo. Prólogo: Andrés Trapiello. Editorial Renacimiento, España, 2022.

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