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Ramón Piñango: un educador excepcional

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Por OLGA MERCEDES BRAVO LUNA

Ramón Piñango, durante su destacada trayectoria en el Instituto de Estudios Superiores de Administración (IESA), ha mostrado ser un educador excepcional. Con más de cinco décadas dedicadas a la docencia y la gestión académica, Piñango se ha distinguido por su capacidad singular para fomentar el autoconocimiento y la reflexión crítica en sus estudiantes. Son muchos quienes lo han tenido como profesor en estos años. Todos ellos lo recuerdan con gran respeto y admiración.

Tras obtener su doctorado en Educación, se incorporó al IESA, donde ha desempeñado diversos cargos de liderazgo, incluyendo los de director de Investigaciones, director académico y presidente de la institución. Durante su gestión, Piñango mantuvo al IESA como un referente académico de excelencia.

Aunque suele expresar sus opiniones con contundencia, también es capaz de escuchar a otros. Confiesa haber superado una marcada timidez (quién diría que es tímido). Este merecido homenaje invita a comentar estos y otros aspectos de su forma de ser y actuar, que revelan las razones por las que es tan respetado y admirado. Recordar algunas anécdotas será de utilidad para este propósito.

La didáctica de choque

El autoconocimiento y el cuestionamiento son particularmente valiosos para Piñango, y así no los ha hecho saber a quienes hemos sido sus estudiantes a lo largo de los años. Su didáctica, no siempre ortodoxa, es desafiante, incluso “de choque”. Con frecuencia incita situaciones que obligan a sus estudiantes a confrontar sus propias creencias y percepciones.

En una clase sobre liderazgo y trabajo en equipo —dos caras de la misma moneda de acuerdo con el profesor Piñango—, se analizaba la película Doce hombres en pugna —en la que doce hombres miembros de un jurado deben decidir la suerte de un joven acusado de asesinar a su padre. En ese contexto, uno de los estudiantes destaca como característica indiscutible de su liderazgo la ecuanimidad del personaje interpretado por Peter Fonda, quien, según el estudiante recordaba, había conservado la serenidad y el control de la situación en todo momento. Y es que, en nuestra cultura, se suele atribuir al líder características extraordinarias, como ser dueño de sí mismo en todo momento.

Sin embargo, en una escena de la película, Peter Fonda, en un momento de indignación, arrebata y destruye violentamente un trozo de papel que otros dos miembros del jurado utilizaban para jugar tres-en-raya, cuando debían estar participando de la discusión que implicaba considerar la pena de muerte para el acusado.

Ramón Piñango pidió al estudiante escribir su nombre en un trozo de papel para luego arrebatárselo, arrugarlo y lanzarlo a la papelera, en clara emulación de la escena ya descrita. Luego del estupor inicial, todos los estudiantes nos percatamos, cabalmente, de la idealización del liderazgo del que somos presa, y que había sido transferida al personaje interpretado por Fonda.

Esta anécdota ilustra la importancia que Ramón Piñango concede al cuestionamiento de nuestras percepciones y la manera en que entendemos el mundo. Su metodología no solo prepara a los estudiantes para el éxito académico y profesional, sino que también los insta a ser ciudadanos reflexivos y comprometidos. Mediante dinámicas grupales, análisis de casos, video o lecturas, Piñango no solo enseña sobre la dinámica grupal y el poder de la persuasión, sino que también invita a una introspección profunda sobre cómo nuestros prejuicios y percepciones —“todos los tenemos”, repite hasta el cansancio— pueden distorsionar nuestra comprensión de la realidad.

El detalle como insumo

La atención a los detalles es una herramienta esencial para los sociólogos que buscan comprender la complejidad de la vida social. Al observar de cerca los comportamientos, interacciones y artefactos cotidianos, los sociólogos descubren patrones, significados y relaciones que revelan las complejidades subyacentes de las dinámicas sociales, aunque para el común de las personas pasan desapercibidos.

La capacidad de observación de los detalles requiere procesar y categorizar, con eficacia, grandes volúmenes de datos. Aunque esto de categorizar información no se refleja en su escritorio o el directorio de su computadora —ambos son caóticos— Ramón Piñango ha cultivado, con éxito, la capacidad de identificar detalles relevantes, de esos que, como sostiene Sam Richards, nos moldean como personas, aunque no los veamos.

Su interés por el caso de Ferreandina, una pequeña ferretería en los Andes venezolanos, es una muestra de ello. Inicialmente escéptico sobre el valor del caso, su curiosidad se encendió al conocer sobre una práctica innovadora de la empresa para combatir el analfabetismo funcional entre sus empleados. La implementación de una cartelera que promovía la lectura y el análisis de textos como parte de la rutina diaria reveló una profunda comprensión de las necesidades educativas y el impacto potencial en la productividad y el bienestar del personal. Este pequeño pero significativo detalle capturó la atención de Piñango, destacando su convicción de que los detalles aparentemente menores pueden ser reveladores de dinámicas sociales y organizacionales más amplias.

La Cátedra de Liderazgo Responsable

La carrera de Ramón Piñango es un testimonio de su pasión por el crecimiento y la mejora continua, tanto personal como colectiva, y muestra su convicción de cómo el conocimiento profundo de la sociedad y de uno mismo puede fomentar la transformación y el liderazgo responsable.

Dispuesto a aprender y a buscar, aun en sus ochenta años, ha abrazado con gran compromiso el proyecto de la Cátedra de Liderazgo Responsable, un esfuerzo conjunto entre el IESA y el Dividendo Voluntario para la Comunidad, dedicado a investigar, formar y difundir prácticas de liderazgo que trascienden la producción de beneficio económico para sumar la procura del bien común, como objetivo de las organizaciones en general y como criterio de éxito de la gestión gerencial en sectores, público, privado y no gubernamental.

En conclusión, la carrera de más de cinco décadas de Ramón Piñango en la educación superior ilustra la importancia de un enfoque educativo que valora tanto la reflexión crítica como la acción informada. Su trabajo ofrece valiosos insights sobre cómo navegar los desafíos contemporáneos con integridad, inteligencia y un profundo sentido de responsabilidad hacia uno mismo y hacia la sociedad. Su legado es un testimonio del poder transformador de la educación y un recordatorio de que, en las manos adecuadas, el conocimiento puede ser una herramienta poderosa para el cambio positivo.

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