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¿Quién puede olvidar a Antonio Cova?

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Por ARNO ERDMANN

Recordar a Antonio es recordar a un profesor nato. Personalmente no fui su alumno en la universidad.  Pero fui su vecino y amigo. Viví y disfruté de los coloquios, de las tertulias y de sus clases magistrales.

Las mejores conversas se daban cuando los dos coincidíamos llegando a casa. Y él, con una idea o pregunta en mente, me decía (lo escucho como si fuese hoy) ¡Aaarno! Y nos quedábamos conversando e intercambiando ideas como los sofistas, bueno, al menos así me imagino que fueron las conversas de los sofistas y contemporáneos de Sócrates. Los sofistas se dedicaban a enseñar sus conocimientos con fines prácticos. A Antonio le gustaban los sofismas en sus razonamientos.

Cuantas veces no me contaba de sus estudios en Berkeley, de las cartas que le escribía a su mamá y que llegaban semanalmente puntales, en ese entonces con el servicio de correo que luego se convirtió en 1978 en el Instituto Postal Telegráfico de Venezuela. Era el único intercambio con los familiares a distancia y Antonio disfrutaba escribirle a su mamá sobre todo lo que estudiaba, leía y discutía con sus profesores y amigos de clase. Este tiempo dejó en él una huella profunda para ser docente y le dio un olfato especial de cómo y en qué dirección se estaba desarrollando su país.

Antonio previó mucho antes de lo que otros lo podían visualizar lo que estaba pasando antes de la llegada de Chávez y mucho más cuando éste ya había llegado al poder, de adónde se dirigía su querida patria.

Y un día, yo aún no había escuchado la noticia, como siempre llegando a casa, él me pregunto qué sabía yo del recién fundado PSUV y lo que significaba el nombre. De una vez me hizo la observación, como veterano analista político, que eso era igualito a lo que había pasado en la DDR, en la extinta Alemania comunista, o como ellos mismos la llamaban: Alemania Democrática, la DDR (Deutsche Demokratische Republik), la Alemania que con su cortina de hierro dividía el mundo occidental y oriental, que eso era lo mismo que con la SED: Sozialistische Einheitspartei Deutschlands, el Partido Socialista Unido Alemán.

Proféticamente pronosticó lo que iría a pasar en Venezuela y lo seguimos sufriendo hasta el día de hoy.

Para explicarle eso y lo que yo había vivido en mis visitas a la Alemania Comunista, la DDR, donde vivían muchos de mis parientes, me invitó en varias oportunidades a acompañarlo en sus clases, cuando trataba el tema de las dos Alemanias, la caída del muro y de la Alemania de hoy.

¡Pero lo más emocionante para mí era, como teólogo luterano, pero que había asistido al colegio Javier de los Jesuitas en Barquisimeto, de dialogar, discutir e intercambiar ideas teológicas con él! Él tenía como sociólogo un profundo conocimiento teológico católico. Pero también ese profundo conocimiento de la teología protestante, luterana y ecuménica con su historia, siendo él un hombre de fe de la confesión católica romana.

Cuando dialogábamos, siempre me impresionaba lo bien que él entendía la doctrina luterana y su centro teológico, como lo redactó y declaró Martin Lutero: “¡El justo vivirá por la fe!”. Yo hoy con humor le diría: “¡Me pareces un cripto luterano!” y seguro que él se reiría conmigo.

Pero lo que más le impactó de Lutero y siempre quería que yo se lo repitiera:    ¡Aaarno! ¿Cómo se pronuncia en alemán lo que reiteró Lutero ante el emperador Carlos V en Worms, cuando le exigieron que se retractara de lo que había escrito en sus 95 tesis en Wittenberg y que fue el comienzo de la Reforma en el siglo XVI?

¡Hier stehe ich und kann nicht anders!!! (¡Aquí estoy y no puedo de otra manera!).

Eso era como el lema de su vida también: ¡Aquí estoy y tengo que expresar, tengo que decir o escribir lo que pienso!!

¡Y así lo hacía en sus clases, en las entrevistas en la radio o televisión y en sus columnas semanales de los periódicos!

Nunca olvido cuando falleció su suegro y escribió sobre él en su columna semanal: “¡Llegaron para quedarse!”. Sus suegros emigraron a Venezuela desde Cuba, y Venezuela los acogió, los albergó e hizo de esta su casa y hogar.

¡Él no tuvo que vivir, como esta tierra de gracia, llegó más y más a ser tierra de desgracia!

Él no tuvo que vivir y sufrir el éxodo de los venezolanos al exterior, que son más de 6 millones (¡por lo menos!) a muchos países del mundo.

Y como es la adversidad, la ironía de la historia: ¡ya son más de 70.000 venezolanos que emigraron a Alemania desde Venezuela en los últimos años, y que hoy los ubican en lo que fue la Alemania Comunista!  ¡Y llegaron a Alemania para, al menos por ahora, no volver!

Antonio tampoco lo vio. Ni las aulas casi vacías de la Universidad, ni los miles de venezolanos atravesando la selva del Darién o intentando cruzar el Río Bravo para llegar a Estados Unidos.

Esta ironía de la historia, esta tragedia, como a Lutero, lo hubiese comprometido aún más con sus ideas, e, igual que aquel, hubiese repetido: “Aquí estoy y no puedo de otra manera”. “Por eso tengo que expresar, tengo que decir y escribir lo que pienso”.

Antonio, siempre te recordaremos.


*Walter Arno Erdmann es licenciado en Teología, Göttingen, Alemania. En 1992 realizó su ordenación pastoral. Es presidente de la Asociación Cultural Humboldt, presidente de la Iglesia La Resurrección de Caracas y director de Beconsult.

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