A Ivonne Rivas la conozco desde hace varias décadas, o tal vez sea más preciso decir: de toda la vida. En ella reconozco a una imparable agitadora creativa dedicada al diseño de ingeniosos proyectos y actividades multidisciplinarias para sensibilizar a todos los públicos hacia tópicos del arte, la vida y la literatura, en distintas instituciones culturales en las que hizo carrera de gerente cultural. La otra pasión, atendida tempranamente por Ivonne, ha sido la investigación de las literaturas orales, bien respaldada por un postgrado en Literatura Latinoamericana y de especialización en Historia de las Culturas, Tradiciones Orales y Escritas, con el soporte eficaz de la experiencia vivida in situ para investigar y registrar las culturas amerindias y criollas en Venezuela.
La escritora alemana, Premio Nobel, Herta Müller opina que “solo se puede escribir literatura a partir de lo vivido, de la experiencia” y esta afirmación de Müller valida el anclaje de principios y forma de ser de la escritora que hoy nos ocupa. Recordemos que el nombre de Ivonne Rivas aparece en el panorama editorial en 1986, con un primer relato que se convertirá en una obra clave en su bibliografía, me refiero a “El dueño de la luz” (mito warao) editado en el volumen colectivo Cómo surgieron los seres y las cosas, mitos latinoamericanos, proyecto institucional Cerlalc – Unesco, ilustrado por Aracelis Ocanto, dándole raíces al foco de su quehacer literario, justamente apasionada en estos temas.
Los mitos, el origen de la creación y las leyendas orales se hicieron temas centrales de su investigación literaria. La constancia con firme paso dado por ese camino la llevó a coronarlo con cuatro libros de su autoría que han visto luz en importantes editoriales, pues hablamos de Ekaré, Alfadil, Alfaguara-Santillana y Planeta. Logro que expone su inteligencia triunfante, pues todo escritor además de crear la obra debe lograr publicarla, como responsable con el oficio ella lo ha logrado satisfactoriamente. Otro aspecto que me interesa resaltar es que todos sus libros, difundidos como ediciones ilustradas dirigidas a jóvenes lectores, son en realidad libros para todas las edades, desde la originalidad de sus versiones de los mitos, producidos con finura y respeto a las fuentes originales. Por destacar, aquí y ahora uno de sus libros, nombro uno de mis favoritos, siendo explicablemente el de mayor proyección internacional, me refiero a El dueño de la luz, editado por Ekaré Venezuela (1994), ilustrado por Irene Savino, con una onceava edición de Ekaré España (2017), y una edición en Tokio (2002), traducido al japonés.
Cada autor con su creatividad aporta su punto de vista en su manera de percibir y entender el mundo, con la duplicidad de la visión del espejo que refleja los mundos interiores y exteriores en permanente diálogo, y al extender este diálogo con el lector se revaloriza el conocimiento desde la experiencia y la reflexión personal. En este sentido, valoro el tejido armónico de la obra entregada por Rivas. Una obra sostenida sobre ejes del escudriñar y explicitar diálogos con la diversidad existente en la civilización humana, en la que reconocemos a una escritora que bebiendo de la fuente original versiona con sensibilidad y real esplendidez aquellas historias recopiladas en sus visitas a diferentes tribus venezolanas. El carácter empático, curioso y amoroso que la caracteriza creo que ha sido determinante marcando a la escritora que es, con especial habilidad para tender los puentes con el otro y ganarse la confianza para la confidencia, al igual que retraerse y entrar en la cripta de la exigente soledad, tanto para valorar como dedicarse a transcribir los registros grabados de la oralidad y versionarlos con originalidad, al perfilarles la belleza más reveladora en su forma escrita.
Hoy apreciamos un ascenso en la carrera de escritora de Ivonne Rivas. Asume otro espacio su hacer literario al entregarnos un libro de ensayos, largamente madurado, bajo el abarcador título de Diálogo entre el cielo y la tierra, Venezuela e historia de las culturas, editado por ABEdiciones de la UCAB, en su colección Letraviva. Un libro donde la autora proyecta su reflexión sobre temas que desde hace décadas investiga y comparte en charlas y talleres, asumida la tarea urgente de ordenar papeles de trabajo, reflexiones y apuntes bibliográficos, ideas y citas de autores con los que dialoga a lo largo del volumen, en el que aborda y cruza procesos individuales y colectivos de la humanidad, buscando indagar la comprensión del alma humana, promoviendo valores cada vez más esenciales como la tolerancia, y la necesidad más que urgente de admitirse, con todas las diferencias, como parte de la gran familia humana.
El libro cuenta de sus vínculos con autores con los que dialoga desde su tiempo de estudiante en la Escuela de Letras de la UCV, de modo especial con Acosta Saignes, Germán Arciniegas, Gastón Bachelard, Jacques Derrida, Umberto Eco, Mircea Eliade, Eduardo Galeano, Carl Jung, Juan Nuño, Octavio Paz, Arturo Uslar Pietri, Adriano González León, Dylan Thomas, entre otros más. En un tono confesional que el lector agradece, asume sin rodeos el espacio más íntimo del habla, escrito con la misma pasión con la que ha vivido, viajado, amado, leído y fotografiado, hallando encajes entre nudos de las relaciones de los seres y las cosas, aquí y allá. También nos interesó la estructura del contenido armado en cuatro capítulos, con un epígrafe revelador del controversial poeta Premio Nobel Dylan Thomas que también algo más nos dice de su autora, alcanzada la edad de la templanza: “(…) al fin puedo yo de verdad soportar la primera visión que incendia las estrellas”.
Con esa primera visión que incendia las estrellas es como ella, Ivonne Rivas, nos cuenta la historia del mundo, de los seres y las cosas en este libro esencial, abordando entre otros tópicos: al hombre biocultural, los mitos hechos ritos, lugar y razón de cada ser y cosa, el vivir social, los códigos culturales, el devenir cosmológico que propicia la vida, las cosmogonías en las diferentes religiones, politeísmo y tolerancia, el concepto de La trinidad en diferentes culturas, intolerancias notables en el tránsito de la humanidad, los mitos y las palabras, la cultura letrada, de la oralidad a la escritura, culturas orales y culturas caligráficas, la interculturalidad, las herencias, y Venezuela como ejemplo de la pluralidad cultural y la modernidad, estos dos ensayos en el último capítulo muy particular de este libro, en el que se toma a Caracas como epicentro de la crónica marcadamente personalísima y nostálgica, dando pie tal vez, quién lo sabe, ojalá, a un próximo indagar, incluso novelístico de Ivonne Rivas.
Caracas, 24 de octubre de 2018, con una Luna llena simbolizada por dos caballos galopantes iluminados por la estrella Aswini, que propicia momentos vibrantes.
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