La poesía de Luis Gerardo Mármol Bosch hace de la pregunta y todos los ecos que pueda suscitar su principal medio expresivo; hasta cierto punto, por qué no, pudiera decirse que ahí está el centro bajo el cual se asientan sus libros hasta ahora editados –Sueño de un día, Purgatorio, Entusiasmos– y sobre todo buena parte de la poesía que ya mismo escribe. Las preguntas que emanan de su poesía vienen a ser una suerte de principio axial y el punto de partida de una voz que se mueve desde la síntesis aforística hasta el poema de largo aliento. Y más que las preguntas, en general, diría sus preguntas, las muy suyas, las que llevan dentro de sí exclamaciones –para seguir con la afirmación de Paul Valéry– y desarrollos de considerable prominencia metafórica.
Insisto: las preguntas, sus ecos y sus expansiones, le sirven de basso continuo y punto de gravitación. Y un verso de su más reciente libro, Entusiasmos, dice: “¿Cómo puede hacerse el entusiasmo tantas preguntas?”. Esta particular pregunta –el cómo– impregna esta poesía que se las juega entre los estados más exaltados y cierto tono bluesy. Bien puede aparecer a la hora de hacer una meditación de los árboles, el mar, la naturaleza, el amor, los no pocos asuntos metafísicos que suele plantear, la conversación con el amigo y algún poeta leído al que necesite decirle algo. Por esta vía ocurren asentimientos, epifanías. Después de todo, ya lo apuntó Santos López en una adenda que le hace a Entusiasmos, la poesía se ofrece en este caso como la vía para expresar “un madurado lenguaje del alma”.
En Sueño de un día hay un poema que ya asoma algo de lo aquí dicho: “Canción báquica de la serenidad de la tierra”. Desde el primer momento que lo leí me llamó la atención. Y hace poco, para mi sorpresa, me encontré una reflexión de María Antonieta Flores –sin duda que otra poeta interesante de su generación– sobre la poesía de Mármol Bosch. Ella, Flores, también ensayista, destaca este mismo poema. Me alegró esta constatación y copio un pasaje del texto aludido:
“El mar como presencia onírica es un movimiento hacia la tierra: y un largo poema que se adentra bastante en la prosa sin dejar de ser un discurso poético se concreta en ‘Canción báquica de la serenidad de la tierra’: que se ocupa de la vida y la muerte como opuestos complementarios desde la exaltación báquica que ofrece la calma. Desconcertante en la fusión de los géneros signa el quehacer cotidiano, el intento de ser en este mundo y dentro de una sociedad fragmentadora y ajena, arroja a la búsqueda de la tierra nutricia ya como lugar de exilio y retiro purificador” (El Nacional, 18-11-1997).
Otro dato que puede interesar al lector: Mármol Bosch ha dicho en más de una oportunidad que Entusiasmos será, además, el título de todos los poemarios que publicará en lo sucesivo. Al respecto, me gustaría traer a cuento el fragmento de una conversación que mantuve hace un par de años con el autor: “he pensado dar el nombre de Entusiasmos al conjunto de mi obra poética, un poco a la manera de Baudelaire, Whitman, Pound, Guillén o Juarroz. El término ‘entusiasmo’ no debiera tomarse por una suerte de manía o euforia más o menos incontrolada o banal, monocromática y monocorde. Esta palabra griega podría traducirse más o menos literalmente como ‘estar en Dios’. Es inconmensurable la cifra de estados o movimientos del alma que el rapto anima o desencadena. ¿Cómo podría entenderse una palabra como ‘entusiasmo’ de manera unívoca?”.