Colmena de recuerdos
dispersos en la trama de la noche,
regreso a la infancia
en el aroma intacto de las plantas.
Fragancia de campo en cada hoja
manantial de murmullos conocidos
nubes amarillas se alejan lentamente
arrastrando los fragmentos de mi vida.
Mosaico de imágenes
Torbellino de hojas secas
Hundo la mano en el corazón del vértigo
Y bebo ansiosa la esperanza
de no perder el hilo de los sueños
que se eleva más allá de las montañas.
**
Nocturna espera,
vuelo de sombras,
los brazos de la noche
estrechan la cintura
del alba que se asoma.
Se humedecen los párpados
con gotas de silencio,
todo está quieto,
las paredes muy blancas,
luces brillantes
en una red de pájaros
alumbran el camino
incierto entre la bruma.
El tiempo,
eterno transeúnte
sigue su marcha imperturbable,
continúa el ritual
en bocanadas de humo.
Las manos aceleran
el parto de la vida
gritos como rayos
develan el misterio
y naces de la noche
como un canto
de la aurora.
**
Se me perdió el corazón
en las profundidades de un sueño,
yo lo buscaba en las nubes,
en la noche misteriosa,
en el canto de los astros,
en el campo de la luna,
en la frontera del cielo.
Con la luz del nuevo día
encontré dos corazones,
uno al lado del otro,
latiendo como uno solo.
**
Te sorprendí
al mirarte intensamente,
al proponerte una huida inesperada
a aquel lugar oculto
donde el mar furioso
a las rocas de espuma coronaba.
Te sorprendí
al abrazarte
frente al sol en llamas
que se hundía lentamente
en el regazo del agua.
**
En mi casa era al revés,
los fantasmas no salían
en las noches de tormenta,
ni andaban por los rincones
ocultos entre las sombras.
En mi casa era al revés
los fantasmas se sentaban
en la mesa de comer,
miraban por la ventana
la luz del amanecer.
Eran fantasmas pacíficos
no asustaban a nadie,
en el patio se quedaban
contemplando sorprendidos
el árbol de las naranjas.
**
Una tristeza antigua
cubre todos los silencios,
las palabras se despiertan
y respiran en la noche,
se pegan a las almohadas,
me dan golpes en la frente.
Sonámbula,
casi ciega,
recorro caminos de sueño,
voces,
rostros desconocidos,
imágenes que había perdido,
terrores de pesadilla.
Luces de la madrugada
me van cerrando los ojos.
**
Cuando la furia del viento
aniquila las palabras,
en sombras como cuchillos,
todo desaparece.
Solo queda una muchacha
asomada a la ventana
mirando al mar como un lienzo
donde las olas se mueren.
Busco huellas de los nombres
en las ruinas del pasado,
solo quedan los espejos,
el reflejo de los sueños,
cenizas en la mirada.
**
Aún no sé por qué
los pensamientos se enredan
y el eco de las voces
golpea tan duro las puertas.
Han volado a no sé donde
los pájaros de mi casa,
han buscado nuevos bosques,
las frutas ya no están rotas,
las madrugadas no cantan
y el silencio de las horas
invade todos los cuartos.
Una guitarra lejana
y unas campanas de iglesia
de algún pueblito vecino
sacuden la tarde muerta.
**
Una lluvia de pétalos
rojos de sangre amada,
una sinfonía de notas
mas allá de la distancia,
una mujer solitaria
mira por la ventana
con el corazón en llamas.
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Lilia Boscán de Lombardi ha publicado diversos libros de ensayo y crítica: Aproximaciones a la narrativa de Ernesto Sábato, 1978; Huellas en el tiempo. La poesía de Miguel Hernández, 1993; El fracaso de la libertad. García Lorca y la tragedia griega, 1994; y varios libros de poemas: Voces de la memoria, 1995; Surcos de origen, 2000; En el corazón del vértigo, 2002; Desde el signo que me nombra, 2008; Puertos de sombras, 2012; Paisaje interior, 2016.