Por MARTA JAZMÍN GARCÍA
EL PRESAGIO DE LA INERCIA
Mi voluntad tiene la forma
de un pájaro muerto,
abierto y quieto en el aire.
Presiento cómo extiende compasivo
su escondite de plumas cenizas
debajo del sol
y encima de mi libertad.
Sobre este camino desnudo
también hace frío de los simulacros celestes
que sobrevuelan la Tierra.
Ya una vez creí escuchar
las campanadas de mil parpadeos
anunciando una visión de mí
abandonada en los desagües del desierto.
y otra vez, bajo esta sombra
los ojos se entreabren como labios
en medio de todas las palabras.
SAPIENCIAS
Cuando estás dentro de mí
no sé si naces
o llegas del pasado.
No sé si el deseo se hunde
o deviene externo.
No sé si dentro de mí existe
lo que buscas.
No sé si una cáscara.
No sé si el amor.
Sé que mi vida tendida
debajo de tu lámpara
es lo mismo que un tabernáculo
de soledades y concurrencias
que se corresponden
como un abrir y cerrar de luces
cuando los ojos no existen
y yo puedo verte.
CONVERSACIÓN ENTRE ANTÍPODAS
Si miro el sol
enciendo la ironía
de la noche.
Si lluevo
desde mi llanto prematuro
irrumpo
en parajes asolados
y yermos.
Arder también es mojarse.
Y apagar la luz
de mis contornos
tiene la forma
de una mano tibia
que desciende
sobre la madrugada
de otro cuerpo.
ENGENDRO
Me he refugiado en el vientre
de una paloma gris.
He desistido de mi humanidad
por descansar en sus vísceras inermes.
Presiento cómo la circunferencia de su aviario
más temido me engendra.
Pero tu ausencia
siempre es más voluptuosa
que todas mis deformidades.
SILENCIO DE UN KAMIKAZE
Quería volar
y otro pájaro que me encontrara
o algún vértigo que me doliera
en la mitad del miedo.
Quería desvanecer
la geometría del precipicio
colagenado de intentos.
Verter el no ser
de las voluntades abiertas.
Decantar mi existencia en el mar,
hasta fruncirlo
en archipiélagos
de luces y sombras.
Desandar el camino
a toda prisa.
Dejar atrás el tiempo
Ritualizar su genocidio
entre agujas.
Respirar la nada
con ansias.
Engullirla.
Palpitar pulmones
de palabras proscritas
y viento triturado.
Ennoblecer el miedo
y su cofradía de lobos
recortando de sombras
el camino.
Acurrucar el dolor
de las rodillas.
Dormirse al movimiento
dislocado de caderas.
Avanzar hacia la vejez
y abandonar frente al umbral
de cualquier ausencia
el mejor recuerdo
nunca concebido.
Traducir el sudor
y el cansancio
al idioma que jadean las luces
ahorcadas en los postes.
Mirar hacia atrás
como un presente
pronosticado.
Sospechar la vida.
Inmortalizar la atmósfera
de ningún momento.
Practicar simulacros de carne.
Salir siempre a correr.
Escapar
como nunca.
Digo la sombra.
Me vuelvo sílaba
de lo innombrable.
Pero tú llamas.
Y así,
fuego y palabra
se enroscan de luz
en una misma serpiente.
*Marta Jazmín García (Puerto Rico, 1983) es poeta, ensayista y profesora universitaria. Los poemas aquí ofrecidos pertenecen a su libro El único refugio son los párpados (Editorial El Taller Blanco, Colombia, 2020), que incluye un prólogo de Adalber Salas Hernández.
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