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Poemas de María Clara Salas

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Por MARÍA CLARA SALAS

Rosa contra la nada

 

I

 

No hay servilismo alguno en dejarse llevar

hacia la nada.

La rosa

se erige en las sombras,

contra el hambre,

contra la maldición del sufrimiento heredado.

Las benignas explicaciones

no son suficientes.

La duda es cactus y espina.

 

II

 

Ella está allí.

Una rosa magnífica

borra los peores pensamientos,

la desolación de la muerte.

Se sabe de la nada por

cada copa vacía.

Cada beso derribado

explica

que los huesos serán polvo

que el pliegue de la angustia

dormirá en la inconsistencia.

No lamento lo dejado atrás.

La nada se soporta o se hace insoportable,

liviana,

pertenece íntegramente

a un camposanto de rosas.

 

III

 

Hablo de la conciencia,

de la rueda de sentimientos que salen del espejo,

no puede confundirse

con la satisfacción breve

de lo consciente.

Hablo del después divino.

del anterior ceñirse con pieles del desierto.

Lamento mis incapacidades

en el orden ascético,

ser lo más parecido a una caña movida por el viento.

 

IV

 

Qué nombras con las palabras.

Un exorcismo contra el mal

sería más provechoso.

Con temerarios

cantos te asomas

al abismo.

Lo que ahora haces,

¿es lo preferible?

¿Invocas la belleza y el asombro

o la descomposición de lo bello?


Partitura

 

Cualquier partícula

de lo que llaman ser

vuelve sobre

sí misma,

sobre el eterno afán

de lo perdido y

encontrado.

 

El cansancio no prevalecerá

contra ella,

se prolongará en lo inmediato

y hará saltar las piedras.


Piano

 

Las cuerdas tocan

la sustancia del tiempo.

Un intenso desacuerdo

nos asalta al perseguir imposibles.

¿Para qué guardar partituras?

Cuando lleguen los himnos de la muerte,

se oirá la brisa

en la boca y la carne.

No pienso deshacerme en palabras.


Jóvenes

 

La sangre derramada es de los bienaventurados

con hambre y sed de justicia.

Un día y otro no son iguales

cuando los muertos son tantos.

Un día concentra todos los días

si los cuerpos son jóvenes y tienen

la piel en llamas.

Hemos llegado aquí por el peor

de los males: la inhumanidad,

risa de chacal o podredumbre.

Cráneos donde hubo memoria,

imaginación

y celo yacen

en tumbas precoces.

Terrible vía de conocimiento es el

sin sentido,

por ser más mortal que otras

se habla de lo inasible y de lo efímero,

palabras insoportables al oído.


Teselas

 

Si él creó su laberinto

o le fue impuesto, no lo sé,

este país compatible con soles

y mosaicos de teselas azules,

no da para más.

Decimos, con la atadura al cuello,

que mañana es el día y

no hay mañana.

Para los que huyen sin pensar

en lo irracional de sus

andaduras, pedimos que

crezcan los bosques,

que los alimentos lleguen

a sus manos.

No piensen en volver,

si han encontrado vida

en otra parte.


Tríptico de la muerte

 

I

 

El tiempo se encarga de decir basta

sin solemnidades.

Cuando el fastidio por los muchos días de agonía

nos cercan,

las despedidas sobran.

Ni el hilo de la Parca se hace sentir,

su sigilo es extremo al cortar la seda,

cualquier intento de retroceder a los campos de la vida

se abandona.

 

II

 

Puedes elegir tu muerte.

Una que no sea asalto

o puñalada,

una muerte amiga,

calaverita de azúcar,

puerta

hacia una estancia mejor.

Antes de nacer no sabías de esta vida,

tampoco sabes de otra.

Cuando llegue el día y te diga ven,

pasa,

amarás su rostro espléndido.

 

III

 

Ubicarse en cualquier parte es el destino de las hojas.

Seres sin voluntad no enfrentan lugares desconocidos:

arenas, aguas, cielos divergentes.

Nadie las arrastra,

no están predestinadas al mal,

la inmediatez carece de atractivo sobre la andadura

de sus pies.

Llevadas por distintos corceles,

libremente abandonan sus crines

al cambiar las direcciones de la huida.

Intensos aromas del café más oscuro mantienen en alerta

sus sienes.

Son hojas, estrellas danzarinas,

con reverencia entran al baile del barro

que las amasa hasta convertirlas

en humus del mundo.


De los aplazamientos

 

I

 

Dejar pasar la hora desde su escueto vado hacia la roca.

Sobre el aluvión de desperdicios,

la intuición decide lo que rechaza

o aprecia.

No es cierto que el tiempo de escuchar no esté aquí.

Cuando preguntamos: ¿a dónde vas?

lo más seguro es que la prisa sea la única respuesta.

Te alejas con frases incomprensibles.

Hay una medida entre el roce y la herida.

 

II

 

Sobre volver la espalda y tenderse en la hierba,

se comprende.

También tu cuerpo es césped,

el más verde de cualquier lugar.

Olvida el no de ayer y deja que un sí lento

alcance tu mano.

No es el momento de conciliar individuos,

tal vez no sea posible ahora,

al menos mientras vivas en la zona espléndida

de las superficies.

 

III

 

No tomes el silencio como una línea divisoria.

No hagas de esto un licor amargo.

Estamos cargados de nubarrones.

Mi paz es tan efímera

que no puedo darla,

¿quién se interesaría por ella?

He servido de acompañante y de criada,

no me estorba ayudar,

pero cuando llegan los presagios debo atenderlos,

estudiar las entrañas de las aves

y las noticias celestes.

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