Tu compañía
Sobre la página
el silencio
como perro salvaje
decide bramar en silencio
sin preguntas ni respuestas
toca los aledaños
sin noche ni día
ilumina
solo está él
para escucharte
Cenizas por el aire
Nunca dimos con él
no estaba en ningún lugar
tampoco en los recodos del tiempo
su ausencia
elevó ciudades y poemas
guerras y cuerpos
cenizas espolvoreadas
en el viento invencible
Ítaca El Dorado Manoa
existieron en los sueños
allí brindaron rosas y banderas
esgrimidas
para esculpir tiempo y fulgores
del sudor y del hambre
en las ofrendas al destino
en su tierra
depositamos el horror de la nada
y el sueño de los cielos
donde somos enterrados
Signos de gaviotas
Asoman su vuelo a mi ventana
y pasan raudas
hacia donde ni ellas saben
piden llaman encuentran
saben la profundidad de la desesperanza
que también las ata
menos insondable y más sigilosa
trazan en el aire un signo
antes de saber qué es la soledad
danzan en los regazos del viento
imperfectas porque sólo habitan luz
nos admiramos al verlas
imperfectas
y no sabemos
si de verdad se distingue
luz de oscuridad
la esperanza puede ser también profunda
pero siempre menos silenciosa
de la luz sólo sabrán
lo que la oscuridad permita
No apartes este cáliz
Tardará miles y miles de años
el final
se oirá decir acaso
en una voz incomprensible
y muy antigua
Padre: ¿por qué apartas de mí
este cáliz?
Morir entonces y hoy
es desprenderse de la imaginación
ella es nuestra vida de verdad
vivir en cualquier calidad de la luz
donde la imaginación
decida entregarnos
una parte pequeña de sus minas
todo lo demás
cuando nos aparta de este cáliz
carece de ti mismo
mucho antes de las palabras
es en nosotros
donde viven nuestros ojos
y en ellos seguirá viva su luz
más allá
del último ojo vivo que la vea
incluso estas hormigas en su mundo
las nubes tan altas
y las bandadas de esos pájaros
para quienes el tiempo nunca existe
sin saberlo viven para ella
cuando sus murmullos se van atenuando
empequeñecemos
y la eternidad nos sustituye
En vida y muerte
La escritura te dibuja y desdibuja
a ti y a otros
hasta desdibujarse ella misma
puede que también desaparezca
en el decidido torbellino
donde van a parar todos los olvidos
que serán olvidados también
cuando deje de existir
me gustará en ese sueño recóndito
soñar
con aquellos caminos del campo
la bicicleta de niño el sol sin tristeza
los días de nieve con araguaneyes al fondo
un río olvidado
que se disuelve en las nubes
amigos que siguen sus rutas
y de vez en cuando dicen algo de mí
hasta que ya nadie recuerde
y en ese sueño secreto
tampoco pueda yo recordar
ni una sola vez
a pesar de que no tengan remedio
una y otra incluso la escritura
nos imponen escribirlas
incluso la escritura
pues antes de ser ella
nada cobra su existencia
así lo sabemos
idénticas a la vida
muerte y escritura no son fáciles
*Los poemas aquí ofrecidos pertenecen al libro inédito Bajo los árboles.