Por EDDA ARMAS
Oímos, lo que encima se nos viene. Ecos del eco. Zumbidos. ¡Chas!
En lo alto del paredón cuelga el desencanto, lo cruel manifestado.
Lo que definía el nosotros, se desarma. Cielos de vértigo. Rotas vidas.
El oxígeno escasea. Boca seca. Tornillos sueltos, alrededor, sierpe.
Se borra el rostro en el espejo. Grieta. Busco las palabras-huellas.
Añicos en la zona del ellos. Aire silbón. Desalmar: tendida emboscada.
Rotos huimos andando; silbando. Auscultamos la lentitud del andar.
Aguijar. Contra-muralla del rebote: afuera es dentro. Oír lo cruel.
Escuché la rendición de mis huesos.
Intemperie. Agudos sonidos se cosen con pespuntes largos.
**
La lengua; los labios; los párpados. La garganta aumentada.
Parafraseas sobre la tierra cuarteada el mapa del cuerpo-país.
En el tímpano retumban los sonidos graves. Punzan; hieren.
Enjambres de avispas negras esmerilan la membrana-tambor.
Laberinto de embudos, ecos repetidos: escuchas el entorno.
El surco zanjándose; descontaminar y dragar lo dicho. Dichos.
Con las heridas somos tránsito atestado de cicatrices…
No es hablaros de oídas de cuchillos y sedas
ni proyectar historias en los cuartos oscuros.
La voz alzada, una (y miles), quiebran el atroz silencio.
Nombras a los caídos en este demoledor tiempo-país.
Alas y trompetas despliegan sus lenguas de sierpes.
**
El cielo es de ceniza.
Pasan los clarines sonando. Forjan los huesos del cadáver
que recorre las calles del vecindario. Abren la puerta de atrás
de cada casa, cada ser, donde laten vocales resistidas a callar.
En las sombras al revés se proyectan cuerpos y nombres.
Y los rostros volcados en la ceniza alzan murallas en estos
apesadumbrados días, sin mínimas verdades. La vida pausa
abruptamente. Lo sabe el cuerpo cansado que sin escapatoria
intenta seguir adelante. Pasos largos. Zanjas dolorosas. Somos
este largo tiempo sordo, aun cuando el afuera suceda a gritos.
Me pondré el uniforme de piel humana.
*Los anteriores son los tres primeros poemas de En el oído medio (Hojas de hierba Editorial, España, 2024), el más reciente libro de Edda Armas. Los autores de los versos que aparecen en cursivas son: Escuché la rendición (Antonio Gamoneda); No es hablaros de oídas (Pere Gimferrer), El cielo es de ceniza (Federico García Lorca) y Me pondré el uniforme (Gustavo Cerati).
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