Por CHRISTIANE DIMITRIADES
Pertenecen al libro inédito Qué será, será…
Aristóteles definía la eudaimonia
unida al bien y a la virtud
nunca me interesó su ética
yo no sé en qué consiste la felicidad
intuyo que debe ser algo muy distinto
a lo que pensaba el filósofo
aunque estoy segura
es cosa de otros
una vez su ala
tocó mi hombro
y yo, ingrata
la olvidé
volví a ser el notario que
todo copia y registra
sin la debida atención
**
qué será, será …
por las noches, antes de dormir
durante la niñez
mi madre tarareaba
la letra de esa canción
sea lo que sea, será
El futuro no es nuestro para ver
sospecho que sembraba en mí
el germen de la incertidumbre
**
inaprensibles
mudas
las letras
penden del ordenador
exhalan su ficticio aliento
como un desprecio
sobre la claridad
**
a tientas
en la oscura niebla
busco en vano
la palabra
su último destello
todo calla
también el rumor de las cigarras
¿Tenía razón Wittgenstein
El límite de mi lengua es también
el límite de mi mundo?
**
sé que el lenguaje modela el ser
mi habla está en las manos
de un novato escultor
con su cincel
intenta dar forma
a una materia resistente
en ella ha plasmado
la frialdad de las estatuas
confinadas en el círculo
de la soledad
aquel aprendiz
no supo qué hacer con su efigie
más que arrojarla al fuego
**
en la estación
largas filas de gente esperan
al fin suben al vetusto autobús
curiosamente un hombre adormilado
ha logrado apoyar la cabeza
contra el cristal de la ventana
recluido en sí mismo
ignora la multitud que lo rodea
parece dirigirse a ninguna parte
su impasibilidad
tal vez provenga
de un noble linaje
una manera de desdén
hacia la inclemencia del día
**
en varias novelas negras
aquello que el sospechoso tira en los vertederos
puede convertirse en un indicio clave para la investigación
habría que recomendar a los filósofos
este mismo método al interrogarse por el ser
**
alguien dijo que la muerte
es una mujer sofisticada y presumida
la imaginé con diversos atuendos
en minifalda y medias acanaladas
como la supermodelo Twiggy en los años sesenta
maquillada con los cosméticos de Mary Quant
de sombras perladas para cubrir las ojeras
y largas pestañas negras delineadas como arañas
con un prêt à porter de Yves Saint Laurent
en smoking femeninoo en alguno de sus diseños vanguardistas
inspirados en las obras de Piet Mondrian
vestida por el modisto André Courrèges
lista para explorar el espacio sideral
engalanada con barrocos accesorios de Gianni Versace
luciendo un sobrio traje de Carolina Herrera
portando los vivos colores de Agatha Ruiz de la Prada
pero cuando la vi venir, impuntual
desaliñada y mugrosa, privada de buenas maneras
supe que la muerte carece de estilo