Por CARLOS IVÁN PADILLA
Baltimore
I
.
II
Hojarasca nocturna
qué guarda
tu quietud.
III
Arriba el peregrino
su entrada es un graznido
que anuncia.
IV
Crepúsculo cobrizo
aroma dulce del rojo
se abren las calles de la noche
las raíces surgen al quiebre de la piel
a Baltimore se le ven las venas.
V
Ya baja el peregrino
de un carro que se marcha tirado por espigas
(jadean las espigas mientras marchan
porque no queda nada en la cuenca de la tarde)
los párpados del sol se cierran a un aroma
un arrullo vigila el temple de Baltimore
Ya baja el peregrino
de un carro que se marcha tirado por espigas
(sucumben las espigas mientras marchan
porque el aire no se muestra)
mece sus alas el aroma
respira el suelo de Baltimore
VI
Cadenas en las calles de Baltimore
aceras envueltas en hiel
savia de árboles corruptos
techo funesto en constante hastío
techo funesto de hojas Baltimore
arrullo de miel infante que mece la memoria
mece las pestañas al rojo latir del cielo
estigmas las patas de jaurías que pasean
secretas jaurías de hálito
fuimos los canes mejores
en la infame Baltimore
pináculo techo o cumbre
no te acerques a su falta
cuidado Baltimore
te rondan
victoria tuya bajo los ojos de Niké
te acecha el Susto, el Bronco,
tres heraldos negros como el canto
y sus nueve vástagos caídos de los árboles
tu historia te delata Baltimore
fuimos los canes mejores
ahora ardemos
dulces
en la puesta.
VII
Piel gris que embelesa
atiende mi visita con tu sangre
con tu extraño olor a desconsuelo
hojarasca nocturna qué guarda tu quietud
qué guarda tu arrebol
¿una familia lejana?
¿una memoria ajena?
una historia que no es mía pero llama
llama y canta un arrullo que no cesa
mi apellido entre tus ramas
mi apellido cien veces
y mi nombre al menos tres
no te nombro entonces Baltimore
no te nombro y te protejo
no te nombro entonces Baltimore y te cuido
cuido de tus hijos cultivo sus voces
te añoro Baltimore te añoro
sufro tu letargo tu desnudez
inquiero tu aroma rojo en letanías
anhelo tu piel gris
tu hojarasca
tardes sin el fruto amargo
Baltimore arrullo
arrullo tenue
arrullo ocre
méceme en las alas de tu aroma
jadeo y sucumbo porque fallo
en seguir viviendo entre tus venas
fallo
y te nombro.
VIII
Dónde queda padre tu casa
si no hay lugar en Baltimore que no habite el silencio
y tú la nombras padre la nombras
y la olvidas
Baltimore calla
a la espera de quien calle y se quede
te he nombrado Santa mía
la casa se muestra
(Mi casa hijo queda
en el conticinio
justo en el medio
donde el nido tienta)
Un arrullo huele a rojo
se toca una hoja seca
hay en Baltimore un visitante
y ha dejado de existir.
*Los poemas aquí ofrecidos pertenecen al libro Cantos de chicharra (Dcir Ediciones, Caracas, 2019). Carlos Iván Padilla (1993) es poeta y cuentista, ganador del premio poesía 2016 para autores inéditos de Monte Ávila Editores y Premio de Poesía Rafael Cadenas 2018 para autores jóvenes.
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