“Antes y después de la estatización, las empresas tuvieron programas de responsabilidad social. Financiaron hospitales, escuelas, acueductos y carreteras, apoyaron la producción agropecuaria con asistencia técnica, fomentaron actividades culturales y deportivas, y publicaron libros y folletos. A partir de 1988, se creó la filial Palmaven para ampliar el apoyo a las comunidades rurales, contribuir al mejoramiento del medio ambiente y la promoción de rubros agrícolas a través de empresas mixtas”
Por EDDIE A. RAMÍREZ S.
El petróleo es nuestro recurso natural no renovable más importante. Sin embargo, esta actividad y sus trabajadores han sido poco valorados por la sociedad venezolana. Incluso, algunos han dicho que sale solo, sin percatarse de las difíciles condiciones en que se realizan las operaciones, la experticia requerida y que opera las 24 horas del día. Esta situación evidencia que solo una minoría se ha preocupado por este tema y que los petroleros hemos fallado en la comunicación. Cierto que algunos petroleros han publicado libros y muchos artículos, entre ellos cabe citar a Alberto Quirós Corradi (f), Ernesto Fronjosa (f), Gustavo Coronel, Humberto Calderón B., Diego González, Nelson Hernández, Luis Pacheco, Rafael Gallegos, Gilberto Morillo, Manuel Barreto, Julio César Arreaza, Eugenio Montoro, Beatriz García, Juan Szabo y Manuel Bermúdez, pero no ha sido suficiente.
En esta percepción hay que considerar que, inicialmente, las petroleras transnacionales cometieron atropellos en contra de nuestros indígenas, trataron mal a sus trabajadores, evadieron impuestos y causaron daños al ambiente. Esto cambió gradualmente, sobre todo a partir de la Ley de Hidrocarburos de 1943. Las compañías formaron personal venezolano, respetaron las leyes y realizaron programas de responsabilidad social. Sin embargo, la percepción negativa persistió después de la estatización en 1976. Probablemente, ello se deba a que los petroleros tuvieron condiciones socioeconómicas superiores al promedio de los venezolanos, viven en campos residenciales con comodidades, y por la arrogancia de algunos. Un factor de peso ha sido las descalificaciones a la industria petrolera y a sus trabajadores por la extrema izquierda.
¿Qué hay de cierto o de desinformación en esas descalificaciones?
Nuestra sociedad tiene la mala costumbre de generalizar y etiquetar. Así, frecuentemente se dice que los políticos son corruptos, los comerciantes especuladores, los militares parásitos, los abogados tracaleros, los empleados públicos flojos y los motorizados asaltantes. Estas y otros inmerecidos epítetos causan daño y contribuyen a aumentar la desconfianza en nuestra sociedad. Además de arrogantes, a los petroleros nos han señalado de disfrutar condiciones socioeconómicas exorbitantes, de ser indiferentes a la situación del país, de no prestar atención a la población alrededor de las actividades petroleras, y de no propiciar la participación del sector privado.
Quien esto escribe trabajó, entre 1970 y 1988, en el Servicio Shell Para El Agricultor y después en la Fundación Servicio Para El Agricultor, organizaciones que tenían convenios para dar asistencia técnica a los agricultores y ganaderos. Esto me permitió relacionarme con directivos y trabajadores petroleros. Posteriormente, a partir de 1988 fui contratado por Palmaven, filial de Pdvsa, empresa en la que llegué a ser director – gerente y presidente de su Junta Directiva, hasta octubre del 2002. Es decir, conocí a los petroleros y a Pdvsa y filiales desde afuera y desde adentro.
Pdvsa y sus trabajadores
La empresa sometía a consideración y aprobación del Ministerio de Energía y Minas sus planes, presupuestos y resultados, y la Contraloría General de la República ejercía el debido control. Con sus trabajadores aplicaba un sistema de evaluación del desempeño y del potencial que identificaba las necesidades de adiestramiento en Venezuela y en el exterior, para que ascendieran por mérito. La meritocracia funcionó, aunque con algunas excepciones. Los sueldos se fijaban dentro del 75 percentil de los correspondientes a las mejores empresas venezolanas, había un excelente seguro médico y préstamos para adquisición de vivienda, así como un buen fondo de ahorros. El fondo contributivo de jubilación era inferior al de los diputados, militares, profesores universitarios y otros, ya que no era indexado.
¿Había arrogantes en Pdvsa?
Claro que sí, igual que en otros grupos. Al respecto, algunos contratistas se han quejado de malos tratos. Sin duda que debe haber habido varios casos, sin embargo, la mayoría tenían relaciones cordiales con el resto de la sociedad y sensibilidad social. A título de ejemplos solo mencionaremos algunos con los que me relacioné y que, lamentablemente, no están con nosotros, como Juan Chacín, Alberto Quirós Corradi, Claus Graff, Leonor de Herrera, Carlos Castillo, Ramón Cornieles, Mary Guanique, Guy Burkill, Javier Larrañaga, Renato Urdaneta, Juanita Albornoz y Tito Ocando.
¿Descuidamos la atención a la población cercana a nuestras actividades?
Antes y después de la estatización, las empresas tuvieron programas de responsabilidad social. Financiaron hospitales, escuelas, acueductos y carreteras, apoyaron la producción agropecuaria con asistencia técnica, fomentaron actividades culturales y deportivas, y publicaron libros y folletos. A partir de 1988, se creó la filial Palmaven para ampliar el apoyo a las comunidades rurales, contribuir al mejoramiento del medio ambiente y la promoción de rubros agrícolas a través de empresas mixtas. Parte de estas actividades están consignadas en el libro Responsabilidad social de la industria petrolera venezolana: apuntes y testimonios (Amazon 2023), escrito por el autor de este artículo con el valioso aporte de doce profesionales. Como la mayoría de lo realizado estuvo dirigido al medio rural, fueron poco conocidas por los habitantes de las urbes. Además, se cometió el error de no darles suficiente divulgación.
Participación del sector privado.
Pdvsa constituyó numerosas empresas mixtas con el sector privado en las áreas petrolera, petroquímica y agrícola, y facilitó la participación de terceros en empresas de servicios. Sin embargo, ha podido hacer más para lograr una mayor integración con el resto del país. Por ejemplo, en vez de crear un gran instituto de investigación como el Intevep y un centro de educación como el CIED, ha podido firmar más convenios con nuestras universidades y con el IVIC, lo que hubiese sido un gran apoyo a esas instituciones.
¿Los petroleros fueron indiferentes al acontecer nacional y se encerraron en una cúpula?
Mientras tuvimos una democracia imperfecta pero perfectible, nos dedicamos a tiempo completo a que Venezuela ocupara una posición importante en el mundo petrolero. Entre 1976 y 1999, consideramos que esa debía ser nuestra contribución al país. Pdvsa llegó a producir 3.267.000 barriles por día, operó eficientemente las refinerías en Venezuela, tuvo participación total o parcial en 16 refinerías en el exterior y una alquilada en Curazao. La capacidad de refinación total llegó a ser de 3.193.000 barriles por día (Petróleo y Gas:el caso Venezuela. E. A. Ramírez y Rafael Galllegos. Lector Cómplice, 2015). Con la llegada a la presidencia de Hugo Chávez, los petroleros no podíamos ser indiferentes a las violaciones a la Constitución y los pasos dados para politizar a Pdvsa y poner sus recursos a disposición del llamado Socialismo del Siglo XXI.
El conflicto en defensa de la meritocracia
Inicialmente, Chávez designó como presidente de Pdvsa a Roberto Mandini, petrolero con méritos, pero a los siete meses lo sustituyó por Héctor Ciavaldini, quien inició la violación a la meritocracia. Al año nombró a Guaicaipuro Lameda, quien actuó con criterio gerencial. Su choque con Chávez era inevitable. Al año fue sustituido por Gastón Parra Luzardo, profesor universitario de extrema izquierda y sin experiencia gerencial, quien designó a cinco trabajadores petroleros cercanos al proyecto chavista y sin los méritos para ser directores de Pdvsa.
Quienes ocupábamos cargos de dirección, decidimos salir de nuestra zona de confort y alertar del peligro de politizar a Pdvsa y filiales. Así, el 26 de febrero del 2002, 44 de nosotros publicamos el manifiesto ¡Salvaguardemos a Pdvsa! En las áreas se eligieron delegados que fueron fundamentales en el éxito de las protestas. Realizamos gestiones para evitar el conflicto. Al no obtener resultados, iniciamos un paro el 4 de abril. El 7 de abril fuimos despedidos siete de los voceros del conflicto y fueron jubilados 14 compañeros. El 9 de ese mes se sumaron al paro la Confederación de Trabajadores de Venezuela (CTV) y Fedecámaras, quienes convocaron a una marcha el 11 de abril en apoyo a los petroleros despedidos, que desembocó en una masacre propiciada por Chávez, quien tuvo que renunciar. Cuando la Fuerza Armada lo regresó a Miraflores, nos pidió perdón y nos reincorporó. Cuando iniciamos ese paro muchos nos apoyaron, aunque en una Asamblea de Ciudadanos nos dijeron que “ese apoyo era para tratar de salir de Chávez, no porque simpatizaran con nosotros”. (La indoblegable sociedad venezolana. E. A. Ramírez S. Los libros de El Nacional, 2010 ).
El conflicto en defensa de la democracia
Después de su regreso, Chávez designó presidente de Pdvsa al exguerrillero Alí Rodríguez. Continuaron las protestas de la sociedad civil y de los partidos, en las que participamos fuera de horas de trabajo. En esos eventos nos criticaban por no iniciar otro paro. Conscientes de que había que mejorar las relaciones con el resto de la sociedad, María De Oteiza promovió intercambios con la ONG Queremos Elegir, y un grupo de 22 trabajadores constituimos en julio 2002 la Asociación Civil Gente del Petróleo, al frente de la cual estuvo Juan Fernández, hasta el 2004. Paralelamente, otro grupo formó el sindicato Unapetrol previendo que vendrían retaliaciones por los hechos de abril. El presidente fue Horacio Medina.
El 2 de diciembre del 2002, todos los partidos de oposición, la CTV y Fedecámaras convocaron a un paro general. Gente del Petróleo y el sindicato Unapetrol consideraron que no debían pronunciarse, sino que cada quien tomara la decisión como ciudadano. Quien esto escribe se había acogido a la jubilación a fines de octubre. Por ello no participé en las decisiones durante ese conflicto, pero por apoyarlo, nunca me hicieron efectiva la jubilación. En julio del 2003 constituimos un Comité Guía del conflicto, que integramos catorce trabajadores ya despedidos. En las áreas petroleras los delegados siguieron muy activos. En diciembre del 2004, fui electo coordinador nacional de Gente del Petróleo, cargo que desempeñé hasta octubre del 2014 con gran apoyo de los delegados de las áreas petroleras. A partir de esa fecha la coordinadora es Beatriz García, quien opera también con los delegados.
Cuando nos plegamos al paro cívico por decisión individual, nos aplaudieron, pero cuando el paro no dio el resultado esperado, algunos dirigentes de los partidos marcaron distancia y unos opinadores nos criticaron por haber facilitado a Chávez la toma de Pdvsa, mientras otros lo hicieron porque “ nadie nos había dado el derecho a paralizar a nuestra principal industria” y al paro cívico lo bautizaron paro petrolero.
Como consecuencia, fuimos despedidos ilegalmente 18.792 trabajadores (61,9% personal ejecutivo y gerencial, 67,8% profesionales, técnicos y supervisores, 29% operadores y artesanos y 27%, operadores y mantenedores). A esa cifra hay que agregar 2.500 de la empresa mixta INTESA y un número no determinado, para un total de unos 23.000 despedidos. No pagaron las prestaciones e incautaron el Fondo de Ahorros (Ni un paso atrás en defensa de la democracia. E.A. Ramírez S. Fundación Andrés Mata, 2004)
¿Era posible no sumarnos al paro cívico? Sí, pero teníamos que estar dispuestos a violar las normas de la empresa, acatar decisiones lesivas al país y al negocio, aceptar las violaciones a la meritocracia y a jefes ineptos, y asistir en horas de trabajo a concentraciones políticas. Por ello, no compartimos lo afirmado por un escritor, que declaró: “Yo no estuve de acuerdo con ese paro y detesto la actitud de esa gente que se cree irremplazable”. Pareciera que algunos piensan que el que se declara en huelga es un prepotente que se considera irremplazable, olvidando que las huelgas son un derecho universal y, muchas veces, un deber.
Después de los despidos, Gente del Petróleo y Unapetrol han participado en las marchas de protesta, en Asambleas de Ciudadanos, adiestrando testigos electorales, cooperando en esos procesos e insistiendo en la unidad. Han denunciado ante la Fiscalía General, la Contraloría y la Defensoría del Pueblo las violaciones a los derechos humanos, la falta de mantenimiento de las instalaciones, los accidentes ocurridos, el aumento de la nómina, la drástica caída de la producción y refinación, el manejo del petróleo como instrumento político, la utilización de Pdvsa en actividades que no son de su competencia y la corrupción imperante. Con motivo de los veinte años de Gente del Petróleo, Beatriz García y quien esto escribe publicamos el libro 20 años de lucha por la meritocracia y la democracia ( Amazon, 2022).
Los petroleros cumplimos nuestro deber como ciudadanos y seguimos presentes y comprometidos.