Por ARIANA GUEVARA GÓMEZ
“La sociedad en su conjunto (…) tiene que asumir la responsabilidad de reparar lo reparable y mantener viva la memoria de lo irreparable”.
Manuel Reyes Mate
Después de leer un trabajo periodístico sobre las protestas en Venezuela durante 2017, Carleth Morales Senges sintió el deber de contar una versión más completa de la historia, una versión que, en lugar de perderse en planteamientos insignificantes, partiera del rescate de la memoria de las víctimas y de sus familiares. Después de muchas reflexiones, esa idea inicial tomó forma: la complejidad y la importancia del tema reclamaban el formato de un libro. Y ese fue el germen de la obra 26 crímenes y una crónica. Quién mató a la resistencia en Venezuela, publicada en 2018.
Morales resume el objetivo de su trabajo con una frase potente: “La idea era salvarnos a nosotros de la indolencia y a ellos del olvido”. Para eso, con el apoyo de los periodistas Ashley Flores y Luis Fernando Herrera, reconstruyó los acontecimientos que ocurrieron en Venezuela durante 122 días, entre abril y julio de 2017: un periodo convulso de protestas, en el que murieron 124 o 158 personas −según la fuente−. Como la cifra no revela el verdadero drama, Morales hiló la crónica a través de las historias de 26 fallecidos. Sus familiares no solo hablan de la muerte y la pérdida, sino también de la vida, de quiénes eran ellos, qué música escuchaban, qué aspiraciones tenían.
“Mi intención era guardar la memoria fidedigna de las víctimas, no solo como un registro para sus familiares y descendientes, sino para toda la sociedad. Para que las generaciones que vienen puedan saber lo que pasó, que cualquiera tenga la posibilidad de conocer las historias personales y el lado humano de esas cifras en todo su contexto”, dice Morales, también −a la fecha− presidenta de la Asociación de Periodistas Venezolanos en España Venezuelan Press.
Periodismo y justicia memorial
Durante años, se ha debatido sobre el rol de los medios de comunicación en la sociedad. ¿Cuál podría ser, entonces, el papel de los periodistas en el alcance de la justicia y la reconstrucción de un país devastado por el poder? Entre las reflexiones filosóficas, el pensador español Manuel Reyes Mate defiende en su libro Tratado de la injusticia la necesidad de una justicia anamnética o memorial: solo es posible alcanzar la justicia a través del rescate de la memoria de las víctimas. “La sociedad en su conjunto (…) tiene que asumir la responsabilidad de reparar lo reparable y mantener viva la memoria de lo irreparable”, dice en su texto. El resultado siempre debe llevar al perdón y la reconciliación.
En este sentido, el periodismo tiene mucho que aportar. “Yo soy periodista, no soy juez ni abogada. En mis manos lo que está es la posibilidad de contribuir con la justicia social. Que se sepa que estos crímenes ocurrieron. Como periodistas tenemos el deber de atender a las víctimas y humanizar con sus historias. No hay nada más dramático que el olvido de las instituciones”, reflexiona Morales.
Para Juan Miguel Baquero, periodista español y autor de libros como El país de la desmemoria −publicado en 2019−, el periodismo es fundamental en los procesos de reparación de las víctimas silenciadas. En su trabajo profesional se ha dedicado a recuperar la memoria de las víctimas del franquismo: tal y como cita en su último libro, hay 114.266 personas cuyos restos se encuentran en fosas comunes, de acuerdo con datos de 2008 del juez Baltasar Garzón; además de 400.000 presos políticos que hicieron trabajos forzados, y 180.000 bebés robados entre los años 1940 y 1990.
“Dentro de la parcela periodística, nuestro trabajo es indispensable para la reparación de las víctimas. Sí aportamos socialmente a elaborar ese relato desde las víctimas, que es el que ha faltado. Necesitamos construir un relato común. El de los vencedores está más que contado. El que falta es el de los derrotados, y en este sentido el periodismo es indispensable para que la gente conozca lo que ocurrió”, destaca Baquero, quien también desarrolla estos temas en eldiario.es.
Morales destaca que esta recuperación y puesta en valor de la memoria de las víctimas es fundamental para el futuro: “Tenemos que dejar este registro para que este drama no se repita. Que Venezuela pueda seguir adelante y que no vuelva a cometer estos errores”. Y Baquero hace un apunte en esta misma línea: el periodismo interpela a la sociedad en su conjunto y a los gobiernos.
“El asunto de las víctimas del franquismo es lo más potente y prioritario que debemos resolver en este país. El papa Francisco dijo que no se puede mirar al futuro ni tener paz si tienes un muerto escondido. El rescate de la memoria no hay que planteárselo, sino hacerlo”, dice Baquero, también autor de los libros Que fuera mi tierra y Las huellas en la tierra, sobre las fosas comunes en Andalucía.
En España hay otros ejemplos de periodismo que buscan la recuperación de la memoria. Por ejemplo, Vidas enterradas, de Cadena Ser, es una serie de reportajes radiofónicos que pretende reivindicar las historias de los afectados por el franquismo y la guerra civil española. Empezó a publicarse en junio de 2018, y a principios de 2019, Javier del Pino, Conchi Cejudo y Gervasio Sánchez fueron galardonados con el Premio Internacional de Periodismo Rey de España por esta labor. “Vidas enterradas demuestra que cada persona tiene una historia que contar, y que la narración de esa historia, por antigua que sea, ayuda a entender la realidad en la que vivimos”, dijo Del Pino en declaraciones publicadas en Cadena Ser.
A favor de las víctimas y la reconciliación
En los debates sobre periodismo, siempre se cuela esa vieja discusión sobre la pretendida objetividad. Pero, en este asunto, Baquero señala que hay que tomar partido: “Con mis libros lo que he hecho es contar un relato muy periodístico de esta página de la historia, sin complejos y sin distancias. Cuando narras la historia desde las víctimas, dices la verdad. En este caso, tenemos que tomar partido por las víctimas. También en muchos medios digitales se hace un periodismo con ese compromiso social y bajo el marco de los derechos humanos. Hay que asumir un discurso y un lenguaje atado a los derechos humanos, que es como se tiene que relatar un asunto tan profundo e importante”.
En las conferencias que imparte Baquero sobre las fosas comunes, ha observado que cada vez más gente comprende la importancia de rescatar esta memoria. “Es cierto que las personas más conservadoras van entendiendo que esto es algo necesario y humano”, apunta.
A eso se suma que el lenguaje y el relato deben dirigirse hacia esa meta de la reconciliación, para evitar las venganzas. Briamel González, periodista venezolana que reside desde 2009 en España, señala que el periodismo está para contar las historias con datos, seriedad y serenidad. “Una vez conseguido esto, no somos responsables de lo que haga la audiencia con la información que se le proporciona”, señala.
En todo caso, tanto Juan Miguel Baquero como Carleth Morales aseguran que las víctimas y los familiares con los que ellos han hablado no acumulan rencor. “Se puede evitar la venganza cuando se humaniza la noticia. Ninguno de los familiares que entrevisté me ha hablado de retaliación. Esto es algo fundamental, sobre todo si consideramos que se trata de gente a la que le mataron a su único hijo. Cuando le das visibilidad a un padre que no habla de venganza, eso envía un mensaje. El periodista que escucha a las víctimas puede ayudar a que ese sentimiento no aparezca: es importante que la gente no se sienta olvidada”, dice Morales.
A Baquero le gusta preguntar a todos sus entrevistados si albergan algún resentimiento. Y todos son rotundos con su negativa. Muchos de los victimarios ya están muertos, y los allegados de las víctimas están conscientes de que sus hijos y nietos no tienen la culpa de los crímenes. “Lo que ellos quieren es encontrar los huesos de sus familiares. Piden justicia y reparación. La justicia nunca es vengativa, y los jueces deben hacer su trabajo. En nuestro caso, con el periodismo, vemos cómo contar las historias sirve de elemento reparador. Cuando uno sabe esto, ya se siente satisfecho”, explica Baquero.
Aprendizajes y propuestas desde la diáspora
También puede ser difícil ver el declive del país desde la distancia: 23.047 muertes violentas en 2018, de acuerdo con el Observatorio Venezolano de Violencia; 21 fallecidos en los hospitales durante el apagón de principios de marzo de 2019, según Médicos por la Salud, y 15 muertos por falta de diálisis durante esas mismas circunstancias, de acuerdo con la ONG Coalición de Organizaciones por el Derecho a la Salud y la Vida; y, entre otros, los incontables pacientes que sufren por el desabastecimiento de medicinas, que la Federación Farmacéutica Venezolana calcula en 85% a 2019. Todas ellas son víctimas de las que también se debe hablar.
En medio de la dureza de estos datos, Carleth Morales encontró una ventaja en el distanciamiento que da la migración. “Cuando reflexionaba sobre el libro, pensaba: estoy fuera. Tengo luz y agua, cuento con un tiempo que quizás en Venezuela no tienen por todo este problema. Somos también testigos de lo que está pasando. Los periodistas, los artistas, los hacedores, debemos dejar testimonio de lo que ocurre”. En su caso, además, fue fundamental el apoyo de los periodistas Flores y Herrera desde Venezuela. El proceso de escritura fue responsabilidad de Morales, pero ella reconoce la importancia del trabajo en equipo para alcanzar la precisión de la crónica.
Martha Blanco, periodista venezolana con 19 años de experiencia en el canal de televisión Antena 3, en España, destaca que los periodistas en la diáspora tienen mucho que aportar en la reconstrucción. “Desde fuera, los periodistas no tienen las mismas preocupaciones cotidianas que quienes están en el país, y pueden hacer un análisis autocrítico, desde la distancia. Si en algún momento regreso, apostaría por la educación y por contar a los nuevos periodistas todo lo que he aprendido al vivir esta crisis desde el exterior”.
Además del formato de libro, que ya ha experimentado Carleth Morales, Martha Blanco señala que este enfoque de recuperación de la memoria puede aplicarse en la vida cotidiana de los medios de comunicación. Como ejemplo señala Venezuela al límite, los dos programas especiales que se publicaron en Antena 3 en 2017. “Una cadena privada en España apostó por esos reportajes en profundidad, así que sí es posible hacerlo”, destaca. Y agrega que también el documental es un formato ideal para desarrollar trabajos periodísticos que rescaten los testimonios de quienes sufren.
Briamel González señala que el reportaje puede ser el mejor género para aplicar este planteamiento. “Ahora bien, por supuesto, los periodistas no pueden hacer cada día reportajes de largo aliento sobre un mismo tema. Se podrían hacer también historias de vida, perfiles de víctimas y de victimarios. No hay un solo camino para contar esta historia”. Para lograrlo en Venezuela, señala, hacen falta recursos: “Los periodistas tienen las herramientas, el conocimiento y las ganas. Lo que necesitan son medios que apuesten y paguen por ello”.
Para Carlos Luis Rodríguez −creador junto a Virginia Benítez del portal Háblame24.com, periódico digital venezolano en Madrid−, Venezuela tiene un gran potencial periodístico, que ha mermado como consecuencia de la crisis. “Toda la experiencia comunicacional que hemos adquirido en el ámbito digital la pondríamos en práctica en Venezuela”, señala, y apunta que cuando haya un cambio en el país, el portal tendrá una corresponsalía en la ciudad venezolana de Valencia.
Y tiene una idea concreta para el rescate de la memoria: la creación de una gran hemeroteca virtual. Se trataría de una página web, una plataforma social que pueda generar contenido. Al darse a conocer, podría recibir la información de los casos, y los periodistas podrían colaborar con investigaciones y textos. “La plataforma podría hacer eventos con las víctimas, presentar los testimonios en ruedas de prensa, visitar medios. Así se daría a conocer la página web a través de los enlaces. Cuando cada medio haga la nota, podrá enlazarla a la página y los lectores podrán visitarla para conocer más de cerca cada caso”, explica.
Esta idea enlaza con una opinión de Carleth Morales: hay que llevar a la práctica lo que se escribe, y participar activamente en la reconciliación a través de la escritura y la sensibilización: “Eso se logra con una historia bien narrada. Con uno de los casos que contamos en el libro, hicimos una campaña en Instagram y logramos recolectar fondos para que la familia pudiera hacer la tumba. Nosotros podemos ser puente para la reconstrucción: llevar el mensaje también a la acción. Cuando tengamos una Venezuela libre, podremos formar parte de ese proceso, junto a la sociedad civil y las instituciones, que esperemos que nos acompañen”.
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