Por JOSÉ ANTONIO PARRA
El fenómeno de Dita Von Teese va más allá de lo mediático per se. En efecto, esta artista posee la peculiaridad de ser una experiencia performática en sí misma cuya perspectiva apunta esencialmente hacia lo glamoroso, al erotismo y a lo vintage. La alta depuración de su escenografía corporal fue el resultado de una exploración muy personal en el ámbito de sus intereses y obsesiones.
Nacida en los Estados Unidos en el año 1972 bajo el nombre de Heather Renée Sweet, esta estrella ha significado una singularidad, no solo para el mundo del espectáculo, sino para el universo de la cultura humana, tal y como lo pudo haber sido la modelo de los años sesenta, Twiggy.
Hay que entender en este punto el fenómeno de la estética como un hecho intencional, en este caso una intencionalidad dirigida a crear algo que bien puede ser bello, feo o disonante. Y es importante esta acotación para diferenciar los fenómenos estéticos de los fenómenos naturales, como bien podría ser un arcoíris, que a pesar de ser hermoso, no es algo intencional. Y esto es esencial para entender a Dita Von Teese puesto que en ella todo, desde su nombre hasta el más mínimo detalle, responde a una minuciosa intencionalidad cuyo fin último es la (re)presentación que día a día Heather Renée Sweet hace de Dita Von Teese. Entonces, aspectos como su blanquísima piel se contraponen con su negra cabellera y sus siempre peinados clásicos, tomando en cuenta –en eso de la intencionalidad– que Heather Renée Sweet nació rubia.
En su infancia, las obsesiones de Von Teese estaban referidas a las estrellas de cine de la primera mitad del siglo XX que, en líneas generales, tenían una impronta que luego se volvería un canon de lo glamoroso. Asimismo, la futura diva desarrolló en su juventud una afición por la también diva de antaño, Bettie Page. Y como complemento de todo ello, además puso su mirada en el género burlesque y en la lencería retro, sobre todo los corsets y los ligueros.
Su carrera en sí se inició cuando tenía 19 años en el momento en que incursionó en el mundo del striptease. En ese instante abandonó la educación universitaria puesto que se sentía muy cómoda con tal oficio. Y es que para esa época en ella se estaba dando una verdadera exploración del performance encuadrado en el ámbito del erotismo. Esto resulta particularmente análogo a la formación cinematográfica de Quentin Tarantino en el sentido de que el director no tuvo estudios formales, sino que trabajó en un local de alquiler de videos y se dedicó por su cuenta a ver películas.
Pero volviendo a Dita Von Teese, su aproximación a los géneros de corte retro la llevó a la emulación del estilo pin up y, como parte de esa exploración inicial, incluso llegó a realizar películas pornográficas en los años 90. De hecho, fue justo en sus comienzos, y en el contexto de haber posado para Playboy, cuando tomó el nombre de Dita a propósito de la actriz alemana Dita Parlo. De igual modo, el apellido Teese fue hallado originalmente en la guía telefónica, siendo originalmente Treese; pero luego, por un error azaroso de la publicación quedó bajo la forma actual.
A pesar de haber incursionado en géneros que en tiempos pasados no estaban asociados con la elegancia, como lo es el burlesque, la extrema depuración de Dita Von Teese en tanto experiencia total y atemporal le ha dado una nueva dimensión a ese género.
Su excelso refinamiento le ha situado en un nivel muy singular, aspecto que la ha convertido en un paradigma del fenómeno de la moda hoy en día. Por ello, no resulta extraño que en su escenografía corporal aparezcan con frecuencia piezas de Jean-Paul Gaultier o de otros astros del diseño de modas.
Adicionalmente, un aspecto que ha sido resaltante en la vida de Dita Von Teese fue su matrimonio con el polémico cantante, Marilyn Manson. Eso dejó aún más en evidencia la obvia perspectiva que esta vedette tiene de la vida en tanto fenómeno estético en sí mismo.
La aparición en distintas producciones cinematográficas de diferentes formatos es algo que ha dado énfasis a su imagen, sobre todo por aquellas relacionadas con las bellas artes, el glamour o el erotismo fetichista. Eso ocurre por ejemplo en La muerte de Salvador Dalí (2005). Por otro lado, en 2006 fue publicado su libro, Burlesque and the Art of the Teese: Fetish and the Art of the Teese. Incluso, Von Teese ha tenido incursiones en la música.
Ultimadamente, quizá sea ese pastiche tan particular de géneros y tendencias lo que ha redundado en una sazón única, en un fenómeno sin precedentes. Esa totalidad, aunada a la erótica en tanto élan vital, es lo esencial en Dita Von Teese.