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Óscar Molinari, des-articulando la imagen

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Por SAGRARIO BERTI

[…] otras miradas mirarán de otras maneras estas imágenes, y esas nuevas miradas regresarán para enriquecer la mía.

Óscar Molinari

El discurso visual de Oscar Molinari (Roma, 1941-Caracas, 2017) es multidisciplinar. Escribió artículos para la revista Cal a finales de los años 60 y formó parte en la década de los 70 de una generación de directores de cine experimental, entre ellos Diego Rísquez, Carlos Oteyza, Julio Nery y Carlos Castillo, entre otros. Dirigió dos cortos: Ojo de agua (1972), donde narra la vulnerabilidad de un grupo de niños que viven de recoger basura en el vertedero del mismo nombre en Caracas, y La bicicleta (1975), una trama onírica de persecuciones filmada en las dunas de Paraguaná, paisaje que acentúan las cualidades fantasiosas del relato siguiendo a su aliado y maestro de montaje y animación, el cineasta y caricaturista Alejandro Jodorowsky.

Molinari fue amigo de Dalí, pasaba temporadas en Cadaqués; de los humanistas Guillermo Meneses y Juan Liscano, de la fotógrafa y filántropa de Fina Gómez, de las cineastas Margot Benacerraf y Marilda Vera, de las curadoras Gabriela Rangel y de María Luz Cárdenas —quien le organizó la mayoría de sus exposiciones—, del director de cine Lorenzo Vigas, del músico Alejandro Blanco Uribe —creador de la banda sonora de los video-instalaciones del artista— y fue maestro del artista Beto Gutiérrez. Amistades de diferentes generaciones que le permitieron nutrir su vastísimo capital cultural.

Creó imágenes en diferentes dispositivos, no solo en cine, también en video, fotografía analógica, y en medios electrónicos con el propósito de representar “realidades alternas” mediante efectos de distorsión que le ofrecían las tecnologías de grabación y le permitían agregarle a las copias cualidades pictóricas. Hería la emulsión de la polaroid o le sumaba pinceladas de color a las reproducciones. Elaboró imágenes de origen pictórico que al mismo tiempo son fotografías pintadas. En su universo visual predominaba la constitución morfológica de la imagen.

Los temas de Molinari fueron el cómic, la publicidad, el arte pop, el erotismo empleando la película Polaroid (1980-1990). Recreó el desnudo femenino como modelo de placer masculino en la impresión digital y las intervenía con óleos (2009-2011). Cuestionó las narrativas coloniales en la serie América 1600 (2014-2016). Expresó una preocupación por los recursos naturales en extinción —del Amazonas— en la video instalación Réquiem (1991-1992). A objetos de la “baja cultura” como los Chuzos y las puertas del Retén de Catia (1997), les otorgó un valor cultural, invocando el espíritu postmoderno de los años ochenta y noventa, anticipando argumentos del arte actual.

Óscar Molinari entendió la visualidad como un todo, como una forma de leer la diversidad de medios, des-articulando la alta cultura y la baja cultura, lo culto y lo vernáculo, el cine-video y el canvas, la obra única y la réplica, lo material y lo virtual desde una mirada escópica.


*Exposición en Spazio Zero Galería. Abierta desde el 11 de mayo.

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