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Orígenes y originarios, homenaje y relectura de la obra de Barbara Brändli en la UCAB

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Por JOHANNA PÉREZ DAZA

Nuevas relaciones se conjugan en Orígenes y Originarios, exposición fotográfica de Barbara Brändli en la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB). La muestra presenta una relectura de la obra de Brändli, siendo a la vez un homenaje a ella y a las comunidades indígenas a las que dedicó una parte significativa de su trabajo, desde el respeto, el reconocimiento y la dignidad. Orígenes y Originarios reúne videos, hojas de contacto y fotografías de Brändli en diálogo con las imágenes del Telescopio espacial James Webb. Una experiencia visual y sensitiva que combina música e imágenes —fijas y en movimiento—, algunas de reciente aparición, aunque cuentan la historia del universo desconocido hasta el momento. También se incluyen fragmentos de una entrevista inédita realizada a la fotógrafa por la profesora Ítala Scotto, semanas antes del fallecimiento de Brändli ocurrido en Caracas, en 2011.

La exhibición establece conexiones que no solo se detienen en la fotografía y lo físico del indígena, sino también en su espiritualidad, mitología, cosmovisión, lo que de alguna manera conlleva a la consideración del Universo y sus vínculos con las tradiciones, creencias y la cultura indígena. De esta manera, gracias a las investigaciones e imágenes científicas recientes del espacio, el espectador podrá imaginar una alianza espiritual entre la cultura indígena ancestral y los tiempos científicos contemporáneos. Una audaz alianza que parte de la relación especial que tienen los indígenas con los cuerpos celestiales, siendo el trabajo Hijos de la luna (1974) de Brändli una muestra significativa de lo antes expuesto.

Nacida en Suiza (Schaffausen, 1932), Brändli se radicó en Venezuela desde 1959 dedicando su vida a la cultura del país, a través de su fotografía tanto de indígenas de la región del Orinoco como de los campesinos de Los Andes, sus costumbres y su artesanía. Es considerada pionera del fotolibro en Latinoamérica, especialmente con Duraciones visuales (1963) y Sistema Nervioso (1975). Su obra, actualmente, se encuentra representada en reconocidas instituciones internacionales como el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (Madrid), el Museum of Modern Art (MoMA, Nueva York), entre otros.

Esta exposición es posible gracias a las alianzas y el trabajo conjunto de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), la Colección C&FE, la embajada de Suiza en Venezuela, la Fundación John Boulton y el Archivo Fotografía Urbana (El Archivo). Cuenta con la curaduría de las investigadoras María Teresa Boulton y Johanna Pérez Daza, y música de la agrupación LaSirenLaZiren integrada por la productora de música electrónica Andrea Ludovic y la mezzosoprano Janis Denis.

Orígenes y Originarios estará abierta al público en general y a la comunidad universitaria de lunes a viernes, de 8:00 am a 6:00 pm en las dos sedes de la UCAB: en Caracas del viernes 3 de marzo al viernes 5 de mayo, en Guayana (versión digital) del viernes 26 de mayo al viernes 28 de julio. Entrada libre. Seguidamente se reproducen tres textos que acompañan la exposición.

Orígenes y Originarios

Intentar comprender el infinito, descifrar el pasado y escudriñar el porvenir en lejanas constelaciones, suspirar de asombro ante la luz y la oscuridad, oscilar entre misterios y certezas que fascinan por igual. Buscar orientación y esperanza en el cielo, sentirnos diminutos e inmensos a la vez. Descubrir otras formas de ver y entender. Expandir la imaginación y contemplar la belleza insondable. Ser hijos de la luna, de la naturaleza visible y la intangible. Sabernos copartícipes de la creación, herederos de relatos ancestrales que fecundan el presente, madres que engendran, paren y dan vida.

Todo se conecta cuando pensamos en el universo como un gran telar con cuyos hilos se tejen historias. Para muchas comunidades indígenas el origen es raíz y continuidad. Sus mitos fundacionales guardan preguntas y respuestas, la indagación por las causas, simbologías que entrelazan visiones espirituales y culturales, el devenir de un mundo que tendemos a complejizar y, a veces, nos deslumbra por su sencillez, sin perder la visión profunda de tiempos remotos.

“El Universo no es como lo imaginamos, es mucho más hermoso”, sostiene John Mather, Premio Nobel de Física, científico responsable de la construcción y ejecución del Telescopio Espacial James Webb. Gracias a los avances científicos y a este sofisticado aparato la humanidad puede ver, por primera vez, lo que “siempre” ha estado ahí, durante miles de millones de años, y, sin embargo, no habíamos visto. Las expectativas ante este importante hallazgo son inmensas. «Seremos capaces de lograr respuestas de las que ni siquiera sabemos cuáles son las preguntas», afirmó Bill Nelson, director de la NASA.

El objetivo inicial del telescopio era ver las primeras estrellas y galaxias del universo, esencialmente ver «el universo encender las luces por primera vez», dijo Eric Smith, científico del programa Webb y científico jefe de la División de Astrofísica de la NASA. «El Telescopio Espacial James Webb nos dará un nuevo y poderoso par de ojos para examinar nuestro universo», escribió Smith. «El mundo está a punto de ser nuevo otra vez».

Frecuentemente, asumimos La Fotografía como testigo del tiempo y guardiana de la memoria. Ahora, estas imágenes del telescopio nos acercan al inicio de nuestro universo. La intención es conectar orígenes y originarios, lo que fue y lo que permanece, nuestras búsquedas y sensibilidades con la mirada que la fotógrafa Barbara Brändli posó en algunos grupos indígenas venezolanos. El registro respetuoso y paciente de su cotidianidad, cosmovisión y convivencia nos muestra también mundos de profundos significados que, tal vez, han pasado inadvertidos frente a nuestros ojos. La observación de Brändli también hace importantes hallazgos capturando y preservando la trascendencia de un instante del que ahora somos espectadores en un ciclo dibujado por el “lápiz de naturaleza” y el sublime trazo de la luz.

Aremi, canto ritual para Barbara Brändli. Ítala Scotto

En su jardín Barbara nombra la planta que trajo de las selvas del Sur y cómo esperó años para verla florecer… También me dice del goce que ha sido para ella oír a veces la música lejana de un piano, sin saber más, como si la música hubiese florecido en su jardín.

Fui una oyente discreta y emocionada de Barbara. Quiero resguardar el tono íntimo de esa conversación, sus imágenes finales, el haberla visto desplegarse como esas flores que se abren en la noche. Mientras la oigo, resuenan en mí, como un bajo continuo, las voces de Paul Éluard y André Breton: “Ven pequeña flor intraducible”.

Ahora, cuando Barbara se desplaza en medio del follaje sideral americano, invoco para ella la luz de Kunawá, la estrella Taurepan que alumbra el camino con su antorcha. Kunawá, que es al mismo tiempo astro y planta, celeste y vegetal, Beta del Centauro al costado de la Cruz del Sur, donde retumban los ecos del Árbol Cósmico.

Aremis. María Teresa Boulton

(Tomado de una entrevista inédita, realizada por Ítala Scotto a Barbara Brändli semanas antes de su fallecimiento).

Me reuní con Barbara un mes antes de su fallecimiento. Ella me contó algunas cosas que produjeron en mí pensamientos perturbadores, conmovedores. Conversamos en su jardín y hablamos de la flor, de la planta que trajo del Amazonas y tardó muchos años en florecer. Con Bárbara, en ese jardín, encontré un espacio de meditación y belleza y me vinieron a la memoria poemas surrealistas que entran en contacto con la vida y la muerte.

El jardín era muy importante para ella, decía que cuando escarbaba en su jardín se tranquilizaba. Y yo creo renacía en su interior la pasión fotográfica. Esa pasión hacía que para ella fuera tan importante que sus retratos de indígenas llevaran siempre el nombre del personaje. Insistía en que si no se tenía el nombre de los indígenas, no se publicaría. Entonces empecé a explorar la importancia del nombre de la persona fotografiada. Los nombres y lo fotográfico. Roland Barthes dice que el nombre propio es la forma lingüística de la reminiscencia, así como cuando Walter Benjamin se refería a la pescadora de Newhaven (1) y exigía que se la aludiera por su nombre. Ella estaba en ese estado de la memoria. El nombre está vinculado con algo muy profundo. Hay un dicho indígena que dice no pronuncies su nombre cuando el trueno huye del relámpago.

Le pregunté cuándo se había interesado por el tema indígena y ella me contó que su padre le había regalado un libro con imágenes de indígenas. Para mí fue una lectura iniciática. En esos años en Europa había circulado profusamente entre la juventud un libro de los indígenas de Koch-Grümberg (2). Supuse que ese era el libro que había leído Barbara.

Digo que fue iniciático, como son algunos libros de la infancia, y allí, en ese libro, se describía no sólo a los indígenas sino al viajero, un ser libre de prejuicios, que está buscando al otro. Era la estética de lo diverso, no de lo exótico. Así sintió Bárbara sus imágenes de estos seres —con nombre— esa fisura que abre otra manera de ver, con el alma abierta, casi debajo de la piel. Ella me dijo que cuando conoció a los sanemá en Karanakuni, sintió que había encontrado la gente que estaba buscando. Quería hacer visible ese sentimiento. Por eso la pasión fotográfica, en la fisura que lleva a la rememoración de la vida y la muerte, y la fotografía estaba allí para compartir esos momentos que una vez había sentido cuando niña.

Referencias

1 “Newhaven fishwifw”, 1840

2 Etnólogo alemán Theodor Koch-Grünberg (1872-1924). Posiblemente la obra referida sea el libro Dos años entre los indios. Viajes por el noroeste brasileño 1903/1905, que se compone de dos volúmenes y fue publicado por primera vez entre los años 1909-1910.

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