El básquetbol fue inventado para jugar en la intimidad del furor urbano sin temor a la intemperie. Haber crecido como una palmera era muy satisfactorio para él porque correr y sudar en la cancha le originaba todas las emociones que ofrece la existencia.
¿Que más podía pedir? Creía que la gloria nacía y se desvanecía en ese universo. Pero había una compañera de clases que desinflaba tal teoría. Ante ella su corazón se comportaba como un balón perdido que se alejaba de su cancha y no podía traerlo de regreso. Tenía 16 años. Era un muchacho alto y confundido.
Le escribió una breve nota a la muchacha. Antes de enviarla leyó detenidamente aquello y decidió que no podía permitir que ella leyera aquellos acertijos sentimentales. Se quedó abismado. Perplejo. Un jugador de baloncesto no debería escribir esas cosas, pensó. Pero al llegar a casa nuevas palabras se desprendieron de su ser y de sus manos y se acumularon las benditas notas, una encima de la otra. A cada rato su conciencia de 16 años le reclamaba ¿qué te pasa? Eres un aguerrido encestador, ¿qué te pasa?
Corría, entonces, el año 1967. Medio siglo después, un poeta intensamente carismático estaba recordando la época en que fue un tímido pero apasionado jugador de baloncesto.
Ronny Someck es judio y árabe. En él se reconcilian dos pueblos que a veces parecen irreconciliables.
Ronny es alto, fuerte y desborda una gran ternura en cuya cúspide reina una suerte de humor infantil. Todo eso se transforma en poesía. Su poesía es una de las más leídas en el Mediterráneo.
(Ha sido traducido a 43 idiomas. Las selecciones de sus poemas han aparecido en árabe, francés, catalán, albanés, italiano, macedonio, yiddish, croata, nepalí, holandés, danés, portugués, español, alemán, turco, ruso e inglés. Recibió el Premio del Primer Ministro; el Premio Yehuda Amichai por la poesía hebrea; el Premio Logro de Vida Arik Einstein; el “Premio del poema del vino” en Struga Poetry Evenings, Macedonia; el premio Hans Berghhuis de poesía en las Maastricht International Poetry Nights, Holanda).
La entrevista
Hacía poco lo había visto con su esposa en el restaurante donde almorzamos con poetas de varios continentes. Ronny Someck es un ser imponente, bronceado como los habitantes del desierto. Su esposa Liora es alta y blanca, y en su conversación deja ver que posee una cultura y una sensibilidad fuera de lo común.
Estaba un tanto distraído cuando anunciaron que Ronny leería uno de sus poemas. Lo ví subir a la tarima con una cuartilla en la mano. El papel tembló un poco. La brisa quizá. Entonces comenzó a leer:
“Estamos colocados sobre el pastel
como muñecos novio y novia.
Aún si viniera el cuchillo
trataremos de permanecer en la misma rebanada”.
Y me dije, de una buena vez: “Voy a entrevistar a este poeta”.
Cuando bajó de la tarima le hice el planteamiento y respondió que sí, que le gustaría conversar sobre poesía porque pronto aparecerá un poemario suyo en castellano titulado Yo la amo y que el mundo arda, con traducción y notas de Alberto Huberman y Angelina Muniz-Huberman, e introducción de Angelina Muniz-Huberman. Lo publica Trilce Ediciones.
Iniciamos la entrevista en el propio casco histórico de Génova. Ronny es constantemente invitado a los más importantes festivales y eventos de poesía del mundo. Su presencia genera una atmósfera de amabilidad, de fraternidad. Es un poeta que retumba y fascina con sus alegorías, sus ideas, sus metáforas que parecen tan fáciles, tan cerca del alma de cualquiera. Y que sin embargo son unas joyas del lenguaje poético.
(Ronny Someck nació en Bagdad en 1951 y llegó a Israel cuando era niño. Estudió literatura y filosofía hebreas en la Universidad de Tel Aviv y dibujo en la Avni Academy of Art. Ha trabajado con pandillas callejeras, y actualmente enseña literatura y dirige talleres de escritura creativa. Ha publicado 12 volúmenes de poesía. El último llamado La venganza del niño tartamudo, colecciones y nuevos poemas y dos libros para niños como su hija Shirley Someck. El último llamado Monkey Ruff, Monkey Ruff).
―¿Como describe usted a un poeta?
El poeta es “un hombre mafia”. Él no depende de nada. lo único que necesita es la tinta con la que escribe su poesía.
(En 2012, Ronny fue galardonado con la Cruz de la orden de los Caballeros por un Servicio Distinguido de Polonia. En 2014 fue galardonado como caballero de la orden de las Artes y las Letras de Francia).
―¿En qué sentido lo ha cambiado a usted la poesía?
George Orwell, en su historia “Matar a un elefante” describe a su héroe de una manera especial. El escribio: “Viste una máscara y su cara crece para encajar”. La poesía para mí comenzó como una máscara. Hoy es mi cara real.
―¿En qué momento se dio cuenta de que era poeta, de que eso es lo que deseaba ser?
Escribí mi primer poema por casualidad. Era una nota que le envié a una compañera de clase. Tenía 16 años en ese momento, y un segundo antes de enviar la nota, la rompí en pedazos. Siendo un jugador de baloncesto en uno de los grupos juveniles de Maccabi Tel-Aviv, me pareció extraño que de repente escribiera un poema. De vuelta a casa, me dije: eres un adolescente, y el poema que has escrito es solo uno de los síntomas.
Pero ese mismo día escribí otro poema, y otro más el día después. Eso me asustó. Escondí los poemas en una vieja caja de zapatos y esperaba que esta “enfermedad” temporal desapareciera.
Un día, cuando la caja de zapatos comenzó a desbordarse, decidí enviar dos poemas a dos personas que conocía. Envié el primer sobre a un poeta que ya admiraba, David Avidan. Él respondió de inmediato con una carta muy bella y conmovedora. Envié el segundo sobre al editor literario de un periódico muy popular en Israel. Le escribí que estoy usando la camisa número 7 en un equipo de baloncesto y que escribo poemas en secreto. Le pedí que leyera el poema y me dijera si era bueno o no. Especifiqué que el poema era solo para él.
Durante dos semanas no recibí ninguna respuesta. Estaba seguro de que mi poema era malo e indigno de una respuesta posterior al sello. Pero en la tercera semana, para mi asombro, el poema fue impreso en la parte superior de la sección literaria. Me avergoncé (porque específicamente le pedí que no se publicara). Sin embargo, me sentí feliz de recibir la “confirmación” de que el poema era bueno. Estaba muy confundido. Luego levanté los ojos y vi que en lugar de “Ronny Somech”, que era mi nombre en ese momento, escribieron “Ronny Someck”. En vez de molestarme, me sentí la persona más feliz de la tierra. De esta manera, me dije, nadie sabría que soy yo.
Dos días después, durante el primer entrenamiento de baloncesto que siguió, el entrenador presionó su hombro contra el mío y me dijo: “Hay alguien con un nombre similar al tuyo que escribe poemas”, dijo en un tono de “advertencia”, lo que implicaba que era algo bueno que fuera alguien más. Evidentemente en su mente, así como en la mía, no había conexión entre el baloncesto y la escritura de poemas.
Volví a la caja de zapatos, saqué los poemas y los envié a todos los periódicos con mi nuevo nombre, y al igual que la historia de Cenicienta, todos los poemas fueron publicados finalmente.
Cuando se imprimió mi décimo poema, mi entrenador me dijo en medio del entrenamiento: “Sabes, Ronny, el tipo con el mismo nombre que el tuyo publicó otro poema esta semana”. Y después de un tiempo de espera, agregó: “Un hermoso poema”. Luego les dije a todos que en realidad era yo, y desde ese momento en adelante mi vida en el equipo de baloncesto se volvió complicada. Cada vez que sostenía la pelota por más de un segundo mis compañeros de equipo solían llamarme: ¡Mano en la pelota! ¿En qué estás pensando, en una nueva línea?
―¿Cómo definiría su poesía?
Mi poesía es el espejo de mis sueños y mi vida.
―¿Cómo es la vida de un poeta judío de origen árabe que vive en Israel?
Nací en Bagdad en 1951. Un médico alemán me ayudó a ingresar a este mundo en un hospital judío y mi niñera era una muchacha árabe.
Mis padres me trajeron a Israel cuando era bebé y la “Caja Negra” de mi memoria está vacía.
Pero estaban las historias de mis padres sobre el café cerca del Tigris, sobre el olor de las frutas en el mercado Shugra y sobre cantantes como Farid El Atrash y Abd El Wabb.
Mis padres hablaban hebreo, y solo mi abuelo siguió el estilo de vida de Bagdad. Él habló en un hebreo fracturado y me llevó al café donde tocaron la música de un cantante egipcio llamado Um Kulthum y sirvieron café solo como en el café cerca del Tigris.
En cuanto a mí, Bagdad se convirtió en una metáfora, en un lugar que solo existía en el corazón de mi abuelo.
Sentí que arrojé a Bagdad fuera de la ventana de mi vida, pero Bagdad volvió a llamar a mi puerta durante la primera Guerra del Golfo de 1991. Estaba sentado con una máscara de gas, mientras veía fotos de allí, Bagdad, en la televisión.
En cada toma traté de colocar mi carriola, o poner lápiz labial en los labios de mi joven madre, o ver a mi padre pasar sus dedos por su cabello. Al siguiente momento, vi cómo se destruyó este lugar.
En ese momento, sentí que extrañaba el lugar donde nací, extraño el lado este de la vida, y me gustaría mezclarlo con mi historia del lado oeste.
Ahora, siento que necesito vivir con dos culturas. Intento construir puentes entre el este y el oeste.
―¿Siente temor ante la situación que vive su país?
El poeta que vive en Israel es como el pianista que vemos en las películas del oeste. Pone su piano en la esquina del salón, en el lugar que siempre huele a pólvora. Él sabe que ese salón no es una sala de conciertos, pero tal vez es el lugar real. Por su seguridad, dice: “no me disparen, solo soy el pianista”.
―Habla usted varios idiomas… muchos idiomas, diría mas acertadamente. ¿Ha pensado en ese tema?
Hay una historia sobre un gato que corrió detrás de un ratón. El ratón encontró un agujero y entró.
Después de un rato, el ratón escuchó un ladrido de un perro y pensó: “Si escuché un ladrido, el gato probablemente se escapó”.
Entonces dejó el agujero, abrió los ojos y vio al gato. “Lo sé”, le dijo al gato “que me comerás para tu cena, pero dime cómo escuché el ladrido de un perro”.
El gato sonrió y respondió: “Hoy no te puedes manejar sin dos idiomas”.
De vez en cuando, me siento como este gato. El primer nombre de mis dos idiomas es la atmósfera del este y el segundo nombre es la atmósfera del oeste.
Yo escribo en hebreo. El hebreo es un lenguaje que combina todos juntos un montón de niveles: de una parte tenemos la Biblia y, por otra parte, tenemos la jerga del ejército. También tomamos algunas palabras de la mezcla de culturas de inmigrantes que llegaron a Israel y, naturalmente, la de nuestros vecinos, la influencia árabe. Pero, sin embargo, si el Rey David llega este fin de semana a Jerusalén, entenderá el idioma hebreo. El trabajo del poeta es tal vez ser la guía de viaje del Rey David.
(Ronny es además un artista plástico y un creador integral. Grabó con el músico Elliott Sharp 3 CD’s: La venganza del niño tartamudo, Poverty Line y Breve historia de Vodka. Desde 1998 realizó exposiciones de arte entre ellas: Nature’s Factory, winter 2046 con Benni Efrat en el Museo de Israel, Jacques Brel y sus amigos, en Interpole ASBL, Bruselas, 2018 y Hall of Fame en Maison Blanche, Marsella, 2018).
―¿Podría hablar un poco sobre su esposa… su familia?
Una vez escribí un poema llamado “Bienaventuranza” y en estas cinco líneas del poema conté toda la historia:
Trigo
(A Liora y Shirley)
Un campo de trigo ondea sobre la cabeza de mi mujer y sobre
la cabeza de mi hija.
Cuan banal describir asi lo rubio,
y sin embargo, alli brota el pan
de mi vida.
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