
En 2004, Bartebly Editores publicó la traducción que Mori Ponsowy, poeta, narradora y traductora, hizo del libro capitular de Sharon Olds, El padre. Veinte años después, Visor Libros publica una nueva traducción que Ponsowy ha hecho del mismo libro. Se publican aquí tres poemas, en las versiones de 2004 y 2024
Por SHARON OLDS
Versiones de 2004
Nulípara
Sentados, la última mañana de mi visita,
cómplices, cruzamos y volvemos a cruzar
las piernas. De pronto, ve un hilo
que cuelga del puño de mi camisón y dice
¡Quédate ahí! y se apresura a buscar algo
en su cajón. Extiendo mi muñeca,
él mira fijo el puño, sus iris
esferas de materia engastada.
Abre la tijera pesada, con trabajo
logra apresar el hilo entre sus hojas de bronce
del color de la tinta, a cada lado
del hilo: quiere lograr un trabajo perfecto,
hacerme un favor al final de su vida.
Al fin, con un movimiento,
corta: suspiramos.
Bebemos café, lo sentimos
entrar en nosotros. Él sabe
que cuando muera vivirá en mí,
que lo llevaré conmigo como su madre
sin saber si algún día alumbraré.
La extracción
Cambia de hora en hora.
Pierde destrezas, viejos talentos.
Con las rodillas flexionadas, el cuerpo
color de hojalata y el cabello grasoso,
como de ungüento ritual, mi padre avanza
de hora en hora, de cabeza,
hacia la muerte. Siento cada centímetro suyo
acercándose a ella a través de mí,
como avanzaron mis hijos,
atravesando mi cuerpo sin prisa.
Como un dios percibo ríos
que tiran con firmeza a través mío.
Es la tierra abriéndose paso,
el universo entero arrastrándose dentro de mí,
pasando por mi cuerpo como un pañuelo por un aro:
como si mi padre pudiera vivir y morir
a salvo dentro de mí.
La fotografía que quiero
En blanco y negro, cuadrada, barnizada
como la instantánea de una cámara antigua.
Él: sentado, sobre el gran sofá,
un hombre fuerte reducido por el cáncer.
En el cuello abierto de la camisa,
los nódulos más grandes
presionan hacia fuera
como un calcetín relleno de cosas.
Su cabeza inclinada
descansa en la mía que descansa en su hombro,
mi rostro tan cerca del primer tumor
como los labios de un bebé dormido
del pecho materno.
La luz es fuerte, las sombras marcadas,
la edad ha dejado huellas en nuestros rostros.
Descansamos con los ojos cerrados,
casi dormidos, uno en el otro.
*El padre. Sharon Olds. Edición bilingüe. Traducción: Mori Ponsowy. Bartleby Editores. España, 2004.
Versiones de 2024
Nulípara
La última mañana de mi visita, sentados
en bata, cómplices, cruzamos y volvemos a cruzar
las piernas. De pronto, ve un hilo
que cuelga del puño de mi camisón, exclama
¡Quédate ahí! y va hacia el cajón de su escritorio.
Extiendo mi muñeca hacia él
y la mira con una concentración rígida,
sus iris esferas de materia engastada.
Abre la tijera pesada, logra apresar
el hilo entre sus hojas de bronce
del color de la tinta: quiere lograr
un trabajo perfecto, hacerme un favor
al final de su vida. Corta con un movimiento,
y suspiramos, buscamos café recién hecho y lo sentimos
entrar en nosotros. Él sabe que cuando muera
vivirá en mí, que lo llevaré conmigo como una madre,
sin saber si daré a luz algún día.
La extracción
Ahora, cambia con cada hora,
se desprende de alguna vieja destreza.
Las rodillas flexionadas, el cuerpo
color de hojalata, el cabello negro y gris,
grasoso como un ungüento ritual, mi padre
avanza, de hora en hora, de cabeza,
hacia la muerte. Siento cada centímetro suyo
moviéndose hacia ella a través de mí, tal como
se movieron mis hijos, atravesando mi cuerpo, sin prisa,
como si yo fuera Dios y percibiera los ríos
que tiran con firmeza a través de mí, y la tierra
abriéndose paso, el universo
entero arrastrándose en mí, pesada y fácilmente,
atravesando mi cuerpo como un pañuelo por un aro:
como si mi padre pudiera vivir y morir
a salvo dentro de mí.
La fotografía que quiero
Es en blanco y negro, cuadrada, con un barniz
grueso como la instantánea de una cámara antigua.
Él está sentado, sobre el gran sofá,
un hombre fuerte empequeñecido por el cáncer.
En el cuello abierto de su camisa,
se ven algunos de los nódulos más grandes
que presionan hacia fuera en su garganta y su pecho,
él es como un calcetín relleno de cosas.
Su cabeza se inclina hacia un costado,
descansa sobre mi cabeza, y mi cabeza
descansa en su hombro, mi rostro tan cerca
del tumor principal como los labios
de un bebé dormido del pecho materno. La luz
es dura, las sombras marcadas, pueden verse
las huellas de la edad en nuestras caras
y tenemos los ojos cerrados —casi dormidos,
descansamos uno en el otro.
*El padre. Sharon Olds. Traducción: Mori Ponsowy. Visor Libros, España, 2024.
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