Periodismo: punto de partida
Moraima Guanipa nace en Maracaibo, Estado Zulia, el 20 de junio de 1961. Licenciada en Comunicación Social de la Universidad del Zulia (1985); con maestría en Literatura Venezolana (UCV, 2000). Docente y coordinadora del Departamento de Periodismo de la Escuela de Comunicación Social de la UCV. Ha sido profesora en la maestría de Gestión y Políticas Culturales (UCV) y en el Programa de Estudios Avanzados en Periodismo (UCAB). Periodista especializada en información cultural en diarios como El Impulso, El Globo y El Universal. Distinguida con el Premio Municipal de Comunicación Social Científica Arístides Bastidas (2005). Cito algunos de sus trabajos: “El discurso incómodo: la crítica de arte en la prensa venezolana” (2005); “La comunicación del arte en la cibercultura” (2006); “Periodismo, comunicación y cultura” (2009); “La cultura en la prensa: un rostro breve, misceláneo y espectacular” (2014). Enseguida comentaré algunas ideas centrales de nuestra autora.
Periodismo cultural
Moraima Guanipa sostiene que el periodismo cultural no es un mero ejercicio difusional de la agenda cultural. “Se ubica más allá del redil propiamente informativo y especializado en el que tradicionalmente se le ha colocado, para abordarlo en el contexto de los procesos comunicacionales de carácter masivo-industrial y en la conformación de mapas culturales propios de la sociedad contemporánea”.
Es oportuno señalar, entonces, tres supuestos básicos del periodismo cultural. Uno, la cultura se piensa desde la comunicación, desde la misma cotidianidad de los seres humanos. Dos, a la información cultural “le correspondería hablar sobre lo que hacen los medios y, más todavía, sobre cómo sus mensajes llegan a la gente y qué hace la gente con estos mensajes”. Tres, el periodismo cultural abreva, en esencia, de estos enfoques: la ética de la comunicación de Antonio Pasquali, el periodismo “antropológico” de Jorge Rivera y los estudios culturales de Pierre Bourdieu, Jesús Martín-Barbero y Néstor García Canclini.
El investigador argentino Jorge Rivera define periodismo cultural como “una zona compleja y heterogénea de medios, géneros y productos que abordan los terrenos de las bellas artes, las bellas letras, las corrientes del pensamiento, la llamada cultura popular y muchos otros aspectos que tienen que ver con la producción, circulación y consumo de bienes simbólicos, sin importar su origen o destinación estamental”. Se trata de un periodismo especializado que debe ser capaz de integrar, sin exclusiones, tanto la cultura ilustrada como la cultura masiva y popular.
Antonio Pasquali sostiene que hay que salvaguardar la cultura dando cabida a una multiplicidad de voces mediadoras que hacen posible la pluralidad ideológica, rasgo distintivo de la democracia. Por su parte, Martín-Barbero y Canclini afirman que una de las principales fuentes de mediación en la sociedad de la información es la hibridad cultural de lo urbano, popular y masivo. Y Bourdieu indica que existen dos campos culturales disyuntivos: “1) El de la producción restringida, poseedor de gran capital cultural-simbólico con alto grado de autonomía. 2) El campo de producción amplio: puestas en circulación en circuitos masificados y bajo lógicas de producción mercantiles, como serían las industrias culturales y más específicamente, los medios de comunicación”.
El mar ignoto de la cultura de Internet
¿Qué papel juegan el arte y la cultura en ese universo comunicacional en expansión que es Internet? Artistas y especialistas en artes visuales opinan que Internet está gestando una nueva forma de arte cuya particularidad consiste en globalizar el espacio público de los museos y galerías virtuales. “De hecho, estas nuevas experiencias de utilización de los recursos de la digitalización y de la imagen virtual, han llevado a algunos creadores a autodefinirse como netartistas o netawokers quienes no se contentan con utilizar la Internet como medio para difundir y promover su trabajo, sino que asumen las posibilidades de convertir ese universo digital en objeto artístico”.
Es fundamental que los artistas, intelectuales y creativos indaguen nuevas modalidades de interactividad con los potenciales usuarios en las redes sociales. Conocer el imaginario simbólico de los prosumidores, consumidores y productores de contenidos digitales. Ser capaz de intercambiar con ese otro, el cibernauta, al que le enviamos mensajes esperando enriquecernos con sus inquietudes.
“No obstante y en descargo de la red –aclara Guanipa– es justo señalar que su interactividad hace posible una mayor y más rápida relación entre emisores y receptores (uso de correo de voz, de correos electrónicos, consultas en línea). El poder no será solo del emisor ni este se verá sometido al sordo esfuerzo de escribir para que nadie le escriba”. Es urgente meditar también sobre los problemas que tienen que enfrentar los artistas en la cultura globalizada, a saber: el ciber-plagio y los derechos de autor.
Periodismo: ¿se aprende, se hace?
Existen tres posturas claramente definidas respecto de la formación profesional de los periodistas. Hay quienes sostienen que el ejercicio del periodismo requiere de la adquisición de conocimientos universitarios. Otros defienden la concepción tradicional de que el periodista aprende su oficio desde la misma dinámica de los acontecimientos, desde la “adrenalina” que se experimenta en una sala de redacción. Y hay quienes tratan de valorar la importancia de la teoría y la práctica en el quehacer periodístico.
Humanes y Ortega (Algo más que periodistas) y Abraham Santibáñez (Los desafíos para la enseñanza del periodismo en el siglo XXI), suscriben esta última posición y, por lo tanto, comparten la tesis de que “el desafío de las escuelas es, precisamente, dotar a los estudiantes de una sólida base cultural, en saberes humanísticos y de las ciencias sociales, así como de herramientas técnicas que hagan posible el manejo de la información alejada de la fragmentación y la espectacularidad”.
De modo que el periodismo se aprende y se hace desde la academia hacia la calle y desde la calle hacia la academia, esto es, la teoría nos permite hacer una lectura crítica del entorno cultural mientras que la práctica nutre de experiencia cualquier abstracción teórica divorciada de la realidad. Queda de alguna manera resuelto este dilema “hamletiano” donde la convergencia entre teoría y práctica debe aprovecharse a favor de la multiculturalidad y diversidad de los pueblos.
P.D. Moraima Guanipa es una experta en periodismo cultural y una profesora universitaria que ha demostrado con creces que es posible poner a dialogar lo académico con la práctica profesional. Prolífica ha sido su trayectoria como periodista especializada en información cultural. Moraima es compromiso con la Escuela de Comunicación Social de la UCV y con la democracia comunicacional en Venezuela. Larga vida a la poeta de Ser de agua, Bogares, Voces de sequía y La jaula de la sibila.