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Mirada inversa

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Por JOHANNA PÉREZ DAZA

«Mi acogimiento del otro es el hecho decisivo por el cual se iluminan las cosas»

Emmanuel Lévinas 

«Porque solo entenderemos nuestra identidad si la contrastamos con otras identidades.

Es el otro quien me cuenta mi historia, el que me dice quién soy yo»

Irene Vallejo

No hay casualidades para quien mira, para quien convierte la observación en lugar de encuentro. Mirada y hallazgo delinean coordenadas; imágenes y palabras trazan puentes. En las rendijas de la memoria distinguimos señales de aquello que no solo nos complementa, sino que sobre todo nos completa, generando una unidad, una totalidad.

Entre preguntas y afirmaciones, vaivenes de formas y texturas se asoma un ojo que presiente, que sigue el rastro de la naturaleza tanteando su propia huella y el eco de la vida. La revelación dibuja, perfila, enfoca. Descifrar y escarbar se convierten en acción lúdica o pausa profunda. Así, convergen lo íntimo y lo colectivo, los impulsos mutan, suman y congregan. Recordamos que no estamos solos, que no somos entes aislados, que formamos comunidades, habitamos un mismo espacio y transitamos un mismo tiempo.

La mirada inversa devuelve nuestro propio reflejo, nos sitúa frente a lo distinto sorprendiéndonos ante lo obvio camuflado por la indiferencia, la prisa o la distancia. Invertir la mirada conlleva despojarse de prejuicios y convencionalismos, suprimir los filtros que distorsionan y confunden. Invertir la mirada implica reconocer al otro, identificar su existencia y el lazo invisible que lo une a la nuestra. Reconocer: hermoso palíndromo que nos recuerda que nos conocemos en el otro.

Este libro compendia puntos de vista. A veces, retazos de recuerdos y certezas. Otras, extravío de semejanzas. La fotografía reúne formas y confronta el ocultamiento. La palabra ofrece posibilidades interpretativas extendidas a la imaginación. En mitad de la vida surge el descubrimiento: un rostro donde antes no había nada, un gesto tallado en piedra, una señal apenas perceptible. Una colección de analogías conectadas por el asombro. Se devela, de este modo, un tesoro arropado por el velo del instante. Luces y colores nos exhortan a mirar pues, como afirma Jacqueline Goldberg: “Mirar, después de todo, es un desafío”, uno que nos conmueve entre pactos y silencios, entre ideas susurradas y estruendosa revelación.

Más allá de los grises, verdes y marrones están los fragmentos originarios que nos miran de regreso, devolviéndonos en la materia y lo tangible una senda hacia lo inasible, un retorno a la contemplación tantas veces desplazada.

Buscar con sosiego y atención, afinar el instinto, desechar el hartazgo visual y dejarse seducir tanto por figuras recién estrenadas como por texturas añejas. Todo hay en la naturaleza. Abismos de madera ceden ante el vértigo de lo inexplorado y la extrañeza de lo desconocido. Sedimentos, rastros y representaciones. Grietas, cicatrices y rutas. Todo hay para quien mira.

En este libro, los planteamientos se sintonizan y enriquecen entre sí. De nuevo el hallazgo emerge como resultado, las piezas se engranan porque entre ellas existe correspondencia, de manera que las inquietudes autorales de Elizabeth Schummer y Daniela Díaz Larralde coexisten y hacen de cada página un espacio de encuentro y reflexión. El libro, entendido por Jorge Luis Borges como prolongación de la imaginación y la memoria, resulta el formato ideal para que los lenguajes de ambas dialoguen y desplieguen ante el lector una invitación a la complicidad del que escudriña y se atreve a superar la obviedad.

Los micro paisajes aquí reunidos permiten hallar donde tal vez no hay, o simplemente hay otra cosa. Pareciera, en este sentido, un error o una confusión. Es, sin embargo, una aproximación intencionada. Sensibilidad y disposición nos permiten relacionarnos e interactuar con el mundo externo, acercarnos a lo incierto y constatar que encontrar al otro es encontrarnos a nosotros. Todo esto, mientras se extiende la generosa posibilidad de que cada mirada haga sus propios hallazgos.


*Prólogo del libro Mirada inversa. Fotografías de Elizabeth Schummer y textos de Daniela Díaz Larralde.

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