I
En las relaciones y tensiones que ocurren en el complejo mercado del arte emergen actores con funciones y papeles claves. Dependiendo del contexto en que las asociaciones se van produciendo, unos roles se ubican como guías marcando una pauta, pero tarde o temprano son desplazados por otros que toman el testigo. El protagonismo jamás será ejercido permanentemente por un actor. Ello estimula el análisis, es difícil establecer constantes, pero todo le da movilidad al mercado y lo hace atractivo para su examen. Las leyes de oferta y demanda del mercado del arte se comportan siguiendo patrones más o menos esperados que impactan en la fijación de los precios y en el atractivo que presentan determinadas obras, creadores y escuelas. Son actividades de intercambio de bienes que se producen en un ámbito social interactivo en el que se ofertan y demandan obras de arte y en el que intervienen quien las crea y quien las adquiere, y una serie de eslabones que definen dicho ámbito a través de variables que recogen el impacto que generan esos roles.
Trayendo los planteamientos de la Escuela de los Annales, uno de cuyos exponentes fue R. Chartier, dos actos al menos determinan el proceso de aprehensión de una obra de arte: adquisición y apropiación. La primera supone, por ejemplo, la compra; la segunda, el consumo a través de herramientas de aprehensión que lleva a reelaborar el bien individualmente. Para cada individuo que reelabora la obra resulta un bien diferenciado. Surgen interrogantes: ¿qué otros actores existen en la relación adquisición-apropiación de una obra?, ¿de qué manera tales roles impactan el comportamiento del mercado? Una trama de influencias ocurren entre el acto creador, la oferta de la obra, su demanda, el pago del precio y la reelaboración. Es preciso conocer la cualidad de los actores. ¿Quiénes además de los identificados?: los críticos, curadores, museos y galeristas, las ferias de arte y los procesos comunicacionales. El fin es determinar las influencias de los actores y las correlaciones entre las variables del mercado: oferta, demanda, valor, herramientas para el consumo-reelaboración de la obra, información. Se trataría de representar el proceso de oferta, adquisición, apropiación y conformación de capitales y capitales culturales. Cada mercado es excepcional y cada individualidad creadora posee su nicho específico en el cual los actores intervienen observando las singularidades del nicho. Nichos que pueden albergar a un creador o a un grupo, una escuela, tendencia, moda o hasta influencias desplegadas para posicionar intereses en nichos de mayor valor que actúen como guías al mercado y creen, ¿por qué no?, espejismos que vayan más allá del acto y la valía real del creador o la escuela.
Se está hablando de impactos de los involucrados en el mercado que determinan lógicas dominantes entre acto creador-adquisición-apropiación-reelaboración-capital-capital cultural, cuyo rol es ejercido por la crítica al influir en las tensiones entre la propia crítica y esta y el mercado del arte. Porque no es posible hablar de una crítica que ejerza una influencia decisiva sobre el mercado y sus nichos, sino que diversas críticas pugnan por un impacto en los compradores y accionan para marcar pauta a través de una influencia real y reconocida por quienes adquieren arte. Que esa influencia tenga como retribución una valía en el tiempo es la base de la respetabilidad del crítico y se asocia a otros factores como, por ejemplo, el prestigio del coleccionista.
De la crítica y la lógica del mercado del arte surge una correlación: si la crítica de un nicho es positiva y avala su trascendencia se espera que sus componentes tengan una alta demanda y un incremento de su valor; si la crítica es responsable y sustentada se espera que tales adquisiciones tengan utilidad en el futuro, lo que da prestigio a la crítica y al adquirente. ¿Este rol asociado a la crítica responsable ha sido siempre así? Hoy día y gracias a las posibilidades de información disponibles, el criterio de los compradores para adquirir posee altos niveles de autonomía sustentado en, además de la información disponible, una libertad y valoración individual del gusto como guía de la decisión. Con esos dos elementos buena parte del coleccionismo de iniciación prepara su camino.
II
Las fichas que mueven el mundo del arte y del arte contemporáneo son galerías, museos, ferias, subastas, curadores y críticos, coleccionistas especializados o no y por supuesto los artistas. Cada uno tiene un rol, aunque algunos han ido solapándose. Como señaláramos, el contexto impacta en el mercado y Venezuela no es la excepción, por lo que la propuesta artística y la crisis presente han condicionado el mercado, pero sin menoscabar la estética-calidad de la obra, lo cual es muy importante.
En el caso de las galerías, Beatriz Gil Galería, por ejemplo, se ejerce un rol de proyección local e internacional de la cartera de los artistas. Se hacen esfuerzos por ejecutar un programa expositivo en casa y algunas logran tener participación en ferias internacionales. Las galerías han asumido la labor de investigar y descubrir nuevos talentos, captar artistas de trayectoria, difundir sus obras para que sean reconocidos y adquiridos por coleccionistas, museos e instituciones. He allí uno de los fines emergentes de las galerías, más allá de la comercialización de la obra de arte.
Los museos nacionales han abandonado, con contadas excepciones, la investigación para la exhibición y adquisición de obras, espacio que ha sido parcialmente ocupado por las galerías. En contraste, los curadores internacionales visitan estos espacios y se hacen parte de ellos, además tienen una agenda visitando las ferias del continente y del mundo, cuando es posible. Se confrontan con nuevas propuestas, con obras que provienen de talleres o del mercado secundario, todo un universo para nutrirse y que debería ser el ámbito para adquirir obras para las instituciones y los museos que representan. Es conocido que en el caso de los museos venezolanos los procesos adquisitivos se han visto drásticamente reducidos.
En el caso de las ferias, que poseen un rol esencialmente mercantil, han proliferado en los últimos años. Solo en diciembre de 2018 durante la Art Basel Miami hubo más de 20 ferias en paralelo. Sus directores buscan diferenciarse presentando propuestas para captar nuevas galerías con proyectos que atraigan instituciones y nuevos coleccionistas cada vez más educados e informados en arte. Estos compran arte en función de ir creando una colección, algunos se enfocan en fotografía, otros en pintura o por región: arte latinoamericano, por género, arte geométrico, incluso se apoyan en un curador que les asesore para dar criterio a sus colecciones. Vemos cómo las ferias, para diferenciarse, crean espacios curados contratando curadores reconocidos en el medio y estos invitan a las galerías a presentar propuestas que vayan con el objetivo del proyecto de la curaduría y puedan interesar al mundo del arte especializado. En 2018 Beatriz Gil Galería fue invitada a dos proyectos de este tipo: en la Feria de Chile con la curadora Cecilia Fajardo-Hill, artistas invitados: Amalia Caputo y Pepe López; y, en la feria de Pinta Platforms, Miami, del curador Roc Laseca, proyecto de Marylee Coll.
En las subastas, sus resultados son referencias para la valoración de obras, dado que son generalmente especializadas por nichos de arte: moderno, contemporáneo, latinoamericano, etc. Estos referentes pueden jugar en sentido contrario y en lugar de coadyuvar a estimar el valor de una obra, pueden distorsionar.
¿Cuál es el rol del curador? Participa como parte del staff que da sentido a la colección, se ocupa de la adquisición, plan expositivo, préstamos de obras, restauraciones, almacenaje y un sinfín de responsabilidades. Debe darles vida a los museos y presentar exposiciones acordes con la realidad del país, con los cambios sociopolíticos nacionales e internacionales, evitando el panfleto politiquero y apuntalando el capital cultural tangible e intangible estimulando la reflexión crítica. Los curadores independientes, apoyan y acompañan a las galerías a realizar exposiciones individuales o colectivas donde se investiga y trabaja una temática, idea, grupo de artistas, de obras que dialoguen, una museografía para que en el espacio haya un hilo conductor y/o una confrontación, buscando que el espectador asimile un mensaje, la idea que se quiere dar y se haga con herramientas de aprehensión y reelaboración.
En las galerías la curaduría maneja múltiples elementos definiendo/proponiendo una estética mediante elaboraciones que enriquecen el discurso artístico. En cada exposición una discreta línea separa los límites de la curaduría y la comercialización, ya que es menester generar recursos para el proyecto de cada galería, el sustento de artistas e involucrados. La conducta de esta línea de lo curado en comparación con lo comercial no debe ir en detrimento de muestras sustentadas y con criterio, para que el espectador (coleccionista o público) disfrute y procese el mensaje. El galerista conoce el mercado y a los coleccionistas y es responsable de ayudar a formar colecciones, jugando un rol importante y asumiendo riesgos económicos. Lo curado y lo comercial deben complementarse.
En Beatriz Gil Galería la curaduría ha estado presente en los últimos años, conformándose una interesante dupla galería-curador, concretando un perfil y un norte. Se ha visualizado el gusto y la expectativa de los coleccionistas, fundamental eslabón. Es por ello que las galerías deben enfocarse en ofrecer propuestas que perduren en el tiempo, ganen la confianza y avalen y acompañen una buena colección. Se menciona el apoyo en los últimos tres años de insignes curadores: Ruth Auerbach (directora artística de Beatriz Gil Galería), Lorena González, María Elena Ramos y Víctor Guédez, a ellos nuestro agradecimiento.