Por DAVID RUIZ CHATAING
I
Mariano Picón Salas fue un testigo de excepción de los grandes acontecimientos mundiales del siglo XX. Su función diplomática, que lo llevó a Europa en diversas oportunidades, le permitió presenciar u observar de cerca las guerras mundiales, la crisis del capitalismo internacional y el surgimiento del fascismo, el nazismo y el régimen soviético. Como escritor y como pensador, intentó comprender esos fenómenos en función de diseñar una política latinoamericana y venezolana ante ellos. Se asumía parte de una élite dirigente, un “comando”, que advertía al pueblo sobre la necesidad de guardar distancia, desde una perspectiva socialista democrática, ante esos regímenes opresivos. Durante los años del lopecismo, Rómulo Betancourt, a la cabeza del Partido Democrático Nacional (PDN), repudia el nazifascismo, considerándolo la peor forma de totalitarismo e imperialismo que había confrontado hasta entonces la humanidad: “No disimulaba, sino que exhibía con arrogancia su brutalidad para agredir naciones débiles, y su arbitraria división de razas en superiores e inferiores le suministraba un argumento seudofilosófico para anexarse pueblos y para esclavizarlos” (BETANCOURT, R: 1986, p. 124).
Picón Salas observa, en Miranda (1945), que las grandes revoluciones liberales del siglo XVIII son antecedentes de la polémica contemporánea. Por un lado, la Revolución Francesa de 1789 con sus jacobinos estatistas y por otro sus girondinos liberales, la Revolución de Independencia de Estados Unidos con su Estado de derecho, división de poderes y autoridad de la ley. Igualmente, la previa Revolución Inglesa, de 1688, cuya síntesis histórica fue la monarquía constitucional, derivada del progresivo control del poder real y la ampliación paulatina de los derechos ciudadanos. (PICÓN SALAS, M: 1953, pp. 367-368 y 379). Había dos percepciones de lo público: la política abstracta, metafísica, utópica, del roussoniano “obligar a ser libres” y otra más serena, práctica, escéptica, de resolver los problemas que van surgiendo sin ofrecer a los pueblos la tierra prometida ni panaceas. Picón Salas concuerda con John Locke en que, en la búsqueda de la libertad absoluta, se suele arribar a la tiranía. Que no se puede construir un orden social perfecto, con la falible condición humana. Con estas certezas, se adentra Picón Salas en las causas, en los orígenes, del fenómeno fascista y nazi.
II
Picón Salas denuncia, en el semanario Claridad, de Santiago de Chile, en septiembre de 1927, una tendencia a fortalecer el Estado, no para que realice la justicia social, sino para que se imponga contra los derechos de los trabajadores. Un Estado, enarbolado por chovinistas como el italiano Benito Mussolini, que destruye los derechos de los ciudadanos e impone la razón de Estado. En Italia se practica: “… Una mística de exclusión y odio que pareciera destruir el espíritu mismo de la cultura”. (PICÓN SALAS, M.: 1952, p. 101).
En una reseña de un libro del escritor francés Julián Benda, publicada en la revista Atenea, de la Universidad de Chile, en diciembre de 1927, observa que desde finales del siglo XIX significativos intelectuales en vez de enarbolar los valores de la igualdad, la libertad, la tolerancia y la convivencia se han dejado arrastrar por las pasiones políticas y los odios de razas y facciones. Basta nombrar a Mommsen, Treitschke, Ostwald, Brunetiére, Barrés, Lamaitre, Peguy, Maurras, D’Annunzio y Kipling. Es también el caso de Jorge Sorel, quien considera bajeza y cobardía buscar la unión humana. Se debilita la idea integradora de humanidad y es sustituida por las excluyentes de raza, nación y clase. Claros antecedentes de comportamientos presentes en el fascismo italiano y el bolchevismo ruso. También el excesivo individualismo contemporáneo conduce a la negación de todo concepto universal y conduce al nihilismo filosófico. (PICÓN SALAS, M: 2010, p. 110-111). Muchos años después, en 1962, retomando estos temas, dirá que otro antecedente del totalitarismo nazi fue la radical reacción contra los valores de la cultura occidental que formuló el escritor alemán Federico Nietzsche. Otro pensador venezolano, de muchas maneras cercano a Mariano Picón Salas, el trujillano Mario Briceño Iragorry, también cuestiona la reivindicación de la bestialidad y su exaltación como virtud por parte del filósofo alemán. Nietzsche decretó la muerte de Dios, de los valores de la cultura occidental y del nacimiento de un superhombre. Al respecto, Mario Briceño Iragorry comenta un escrito de Mariano Picón Salas en carta que le escribe a éste desde Costa Rica el 12 de junio de 1940. Indica Briceño Iragorry que cuando parecía la humanidad más fuerte materialmente se encontraba débil en el ámbito espiritual. El autor de Mensaje sin destino responsabiliza, también, al positivismo durante el siglo XIX y al marxismo en el siglo XX de haber socavado con su interpretación materialista los valores cristianos y humanísticos de la cultura Occidental. (BRICEÑO IRAGORRY, M: 1990, vol. 6, p. 29). Esto significó que la humanidad estableció plena soberanía sobre su destino, pero avanzó por ese camino, las próximas décadas, de manera excesivamente tecnocrática, dictatorial y terrorista. Quizás no fue la Divina providencia la que murió, sino que fue el hombre el que espiritualmente se aniquiló a sí mismo. Y también seres humanos fallecieron, físicamente, por millones.
III
En un texto de 1937, Apaciguamiento y precatástrofe, retoma la indagación sobre los orígenes de los regímenes totalitarios, principalmente el nazi. Señala que el hambre, la desesperación, la crisis económica, llevaron a las muchedumbres enardecidas en los mítines a buscar su destino personal y colectivo en regímenes de fuerza. De la primera guerra, regresaron los soldados y se encontraron sin empleo, sin familia, hasta con graves trastornos psicológicos. Este fue el caldo de cultivo para que los discursos de superioridad de raza y antisemitismo calaran en los pueblos angustiados. A todas estas, las democracias parecían aletargadas ante la emergencia en que vivían sus poblaciones seducidas por la rápida solución de la fuerza. Dice Picón Salas al respecto: “De sus rencores hicieron mitos. El resentimiento se convirtió en idea política”. (PICÓN SALAS, M: Ibíd. pp. 1001-1002). Los enloquecidos arrastraron a los cuerdos. Y esto sucedió en la culta Alemania. Aunque Picón Salas recuerda que las grandes mayorías no disfrutaban siquiera de una mediana cultura y educación que los protegiera de la demagogia de los falsos líderes.
El resentimiento alemán contra el Tratado de Versalles y otros pactos, el miedo a la guerra entre los pueblos europeos, la ineficacia de la Sociedad de Naciones, el pavor al comunismo de la Europa capitalista, le fueron abriendo el camino a una agresiva Alemania rearmada. Mientras que las democracias tienen que mostrar de manera transparente sus gastos militares, el régimen nazi dejó de hacerlo a partir de 1935. El gobierno hitleriano exporta productos subsidiados y atrae divisas e inversiones. Alemania, con una economía de guerra, disminuye la tasa de desempleo que había alcanzado en 1933 10% de la población laboral. Los nazis abiertamente repudian la concepción occidental cristiana de derecho. Esgrimen una política de superioridad racial, de antisemitismo y un exagerado nacionalismo. Mientras tanto España es sacrificada, y la política entendida como diálogo, como la asumían los franceses, ve estrecharse sus oportunidades.
Los pueblos europeos, seducidos por las prédicas demagógicas, percibieron que la ciencia, la cultura, en nada resolvieron su calamitosa situación. Mussolini y Hitler arremetieron contra la libertad intelectual, contra las universidades. La verdad pasó a ser no el resultado de arduas investigaciones, reflexiones y debates científicos, sino lo que les conviniera al líder y al pueblo alemán. Y lo falso lo que no les conviniera a estos. Prevalecieron un espíritu, de secta, la cerrada ideología del partido y del Estado. Las ciencias y las artes para los nazis son especies de sirvientas del aparato estatal. Desde estas criadas se construyó el “mito germánico”. Se edificó una suerte de imperialismo espiritual: “… Surge el tirano con el plan de configurarnos el alma; de rehacer las gentes a su imagen y semejanza”. (PICÓN SALAS, M.: Ob. Cit., p.133). Como convencer es más difícil que vencer, el Partido Nacional Socialista Alemán de los Trabajadores, NAZI, se fue por el camino rudo de la violencia para obligar la conformidad, y la ordenación totalitaria. Impusieron la disciplina del rebaño. Los que no compartieran los dogmas del partido NAZI perdían la cabeza. Y un maniqueísmo intolerante dividió a los individuos en réprobos, que no aceptaban las verdades sagradas y los bienaventurados que sí las abrazaban. (PICÓN SALAS, M: 2007, pp. 244-249). Los militantes implacables tenían una semántica propia que eleva o degrada a cualquier persona. Basta llamar a alguien “revolucionario”, “burgués”, “reaccionario” para que ese fulano o zutano gane el cielo o se hunda en las candelas del infierno. (PICÓN SALAS, M: 1959, pp. 118-119).
¿Por qué surgen estos fanáticos del odio y la violencia que embarcan a los pueblos en terribles catástrofes? Picón Salas, más allá de la pura explicación histórica referida a la situación económica, social, política y cultural de las sociedades, encuentra causas psicológicas profundas. Localiza en algunas figuras descollantes de la Historia Universal que han sido resentidos y que no han sabido amar. Menciona a Savonarola, Calvino, Robespierre y Hitler. Sus utopías castigadoras reglamentan todo. Y al que no se someta le espera la guillotina o el paredón. Los justos disfrutarán de una felicidad planificada, a los otros les espera el campo de concentración. No son auténticos Mesías como ellos se proclamaron. Para Picón Salas lo que caracteriza a un auténtico dirigente espiritual es su capacidad de dar amor y de construir el mundo a partir de ese hermoso sentimiento. (PICÓN SALAS, M.: Ob. Cit., p. 94).
Pero retomemos la reflexión de Picón Salas sobre el surgimiento y desarrollo de los totalitarismos en Europa. En otro escrito del año 1937, Preguntas a Europa, en especial en la “Meditación alemana”, indica que en Alemania las ideas en vez de difundir los valores de la tolerancia y la convivencia apuntalaron las situaciones de fuerza. Basándose en un relativismo moral y en el irracionalismo, Alemania erige la violencia como su principal atributo. En vez de razón, pasión. En vez de la realidad, el mito. Un romanticismo exacerbado exaltó, exageró, las virtudes nacionales del pueblo germano. Mito de la sangre, del ideal, de la fuerza y del poder. Los alemanes se apropiaron de la Historia y de la Filosofía, de la Metafísica, y consideraron que eran los únicos que sabían interpretarlas. Nacionalizaron a Dios. Entendieron el derecho como subordinación y fuerza. Convirtieron en ley e institución la voluntad personal ilimitada. Los apologistas del Tercer Reich, muchos de ellos universitarios, lamentablemente, en vez de alentar conceptos como la libertad, la igualdad de derechos, la tolerancia, el respeto a la diversidad, se solazaban en acentuar la diferencia, en la idea de superioridad e inferioridad de los pueblos y en el mito del superhombre. (PICÓN SALAS, M: 1953, pp. 927, 938-953). El totalitarismo, en el ámbito educativo como lo practican fascistas y nazis, denuncia Mario Briceño Iragorry en Temas Inconclusos (1942), niega la libertad de cátedra y de conciencia. Establece como fin único del hecho pedagógico un exagerado misticismo estatal. Toda la enseñanza es controlada por el Estado. Se impone un laicismo excluyente de los valores espirituales.
Ese mismo año 1937, escribe Los anticristos, donde sigue reflexionando sobre la experiencia alemana. Encuentra como un cáncer del alma, una malaria del espíritu, en el partido NAZI que los hace despreciar lo que provienen de un pueblo que consideran inferior. Desde ese punto de vista odian la poesía de Heine y la ciencia de Albert Einstein, porque son judíos. El totalitarismo pretende destruir la relación equitativa entre los pueblos contemplados en el Derecho de Gentes, la tolerancia, el pluralismo, la igualdad y la libertad. Mario Briceño Iragorry sostiene, en 1934, que el fascismo y el nazismo son contra-revoluciones que: “Disminuyen el valor de los conceptos que constituyen parte esencial de la dignidad humana…” (BRICEÑO IRAGORRY, M.: 1989, vol. 4, p 21). Picón Salas insiste en que los valores humanos, prevalecerán por sobre las fuerzas irracionales. Porque son eternos y representan lo mejor de la humanidad que no puede ser destruido. (PICÓN SALAS, M.: Ob. Cit., pp. 1102-1107). Afortunadamente su profecía se cumplió casi una década después.
Referencias
Betancourt, R. (1986). Venezuela, política y petróleo. Caracas, Colección Tiempo de Venezuela, Monte Ávila Editores.
Briceño Iragorry, M. (1988). Obras completas, Caracas, Ediciones del Congreso de República
Picón Salas, M. (1952). Dependencia e independencia en la historia hispanoamericana. Caracas, Edición de la Librería Cruz del Sur.
Picón Salas, M. (1953). Obras Selectas. Caracas, EDIME.
Picón Salas, M. (1959) Regreso de tres mundos. México: Fondo de Cultura Económica.
Picón Salas, M. (2007). Suma de Venezuela. Caracas, FEDUPEL.
Picón Salas, M. (2010). Prosas sin finalidad (1923-1944). Caracas, UCAB.