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Luces y puntos ciegos del paradigma kuhniano

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Por CARLOS COLINA (1)

…Un paradigma es lo que comparten los miembros de una comunidad científica y, a la inversa, una comunidad científica consta de personas que comparten un paradigma…T.K. 294.

La lectura de la obra de Kuhn y de su noción de paradigma no puede hacerse sino desde un paradigma, categoría que dejó de ser kuhniana, desde hace tiempo, por reformulaciones y precisiones de otros autores. En efecto, se ha transformado en una categoría más compleja con líneas de desarrollo rizomáticas.

La importancia del libro canónico intitulado La Estructura de las Revoluciones Científicas (1962, en adelante, ERC) de Thomas Kuhn viene dada por su significación e influjo en el debate epistemológico y teórico de más de medio siglo. Inicialmente, gran parte del clima filosófico, en el que se inscribió su texto cimero, fue adverso, pero se constituyó, a la postre, en el autor más citado en las ciencias sociales, donde se acogió con beneplácito desde sus inicios. Desde finales del siglo XX su influencia se expandió a todos los campos señalados, favorables y desfavorables. Cabe acotar que algunas de las interpretaciones de sus seguidores no contaron con su aquiescencia.

Ahora bien, no podemos circunscribir la producción intelectual kuhniana a la archiconocida ERC, sin considerar sus publicaciones y glosas posteriores, que contienen elementos sumamente ricos y fértiles (Melogno, 2020). En este ensayo, debido a su centralidad y a razones espaciales y temporales, será nuestro eje de análisis y citación. A pesar de algunas inconsistencias y polisemias  que podemos identificar en dicho texto, y de una tensión epistemológica no resuelta entre posturas dispares, no tenemos que ser kuhnianos para reconocer su singular aportación al  acanalamiento del nuevo paradigma de la ciencia, en la segunda mitad del siglo XX. Es un paso pionero, parcial pero gigante, a pesar de los traspiés.

Una de las contribuciones fundamentales de la ERC fue la imbricación entre la filosofía de la ciencia y la historia de la ciencia, en ciclos de retroalimentación interactiva. De esta manera, surgió la filosofía historicista de la ciencia, contrapuesta a la concepción tradicional, ora ligada al positivismo lógico, ora vinculada al racionalismo crítico popperiano, que aplicaban a las teorías científicas métodos formalistas de análisis.

En la ERC, el historiador estadounidense aborda la falacia presentista. “La historiografía presentista propone una cronología teleológica donde los actos relevantes del pasado son aquellos que sembraron la semilla para obtener el conocimiento científico actualmente válido, concibiéndose entonces dicho conocimiento como de naturaleza acumulativa…” (Giri, L. y Giri,2020:84). Hoyningen-Huene plantea que el anti-presentismo es el principal criterio de relevancia histórica de toda la historiografía Kuhniana. El diacronismo de su postura anti-whig lo desmarca del anacronismo y la unidireccionalidad de la disciplina. No obstante, ciertas concepciones anti-anti-whig reconocen que no podemos deslastrarnos por completo de nuestro presente.

Las falencias de la ERC, tipificadas desde  la perspectiva de Leandro Giri y Matías Giri (2020), habrían llevado a Kuhn a lustrar su propuesta en  textos y ponencias posteriores. Las Conferencias Thalheimer del año 1984 en la Universidad Johns Hopskins, recuperadas en el texto intitulado Desarrollo Científico y Cambio de Léxico, resumirían como ningún otro esta apuesta de reformulación. Los autores citados resaltan tres aspectos de este marco interpretativo renovado:

“En primer lugar, Kuhn refinó su posición internalista para no dar lugar a la idea de que las elecciones de teorías son irracionales, aclarando que los cambios de teorías no son netamente con base en factores extracientíficos. En segundo lugar, Kuhn refinó su anti-presentismo a fin de sostener la posibilidad conceptual de progreso científico racional al contemplar una metodología hermenéutica por la cual un hablante de un lenguaje científico es capaz de entender al hablante de un lenguaje antecesor. En tercer lugar, Kuhn modificó su comprensión de la dinámica científica: el ‘paradigma’ (o matriz disciplinar) dejó de ser la unidad de análisis fundamental de su método historiográfico, para poner el foco sobre el cambio lexical” (Giri, L. y Giri, M. 2020:95). El pulimento intelectual tardío trasladó el locus privilegiado de la dinámica científica hacia el cambio lexical. No se genera una transformación del  modelo de cambio científico pero sí del foco del análisis; observaríamos el desplazamiento de un cuerpo de conocimientos por otro, y sobre todo, del léxico empleado por la comunidad para expresar sus enunciados  y el conocimiento de la naturaleza.

En realidad, si consideramos la ERC, podemos señalar que la misma aportó elementos de complejidad a la filosofía e historia de la ciencia y desplegó una alfombra regia, hace más de cinco décadas, a la sociología de la ciencia. A la luz del paradigma contemporáneo de la complejidad, eso no implica suscribir un sociologicismo simplificante de la ciencia, sino la posibilidad de articular una dimensión crucial a un objeto poliédrico como el conocimiento. El que no pueda estudiarse exclusivamente, a un nivel teórico, lógico y racional, no implica que debamos negar el papel relevante de dicha dimensión. El conocimiento científico no es exclusivamente el resultado de la aplicación de métodos lógico-racionales pero sí los presupone. La intervención de intereses y valores y de aprendizajes tácitos y cogniciones de otro tipo (incluso del pre-consciente e insconsciente), no niega una de sus bases fundamentales.

Las condiciones sociales de producción de la ciencia deben ser estudiadas, a sabiendas de que es una modalidad cognoscitiva que ha logrado mayores grados de autonomía que cualquier otra. No estaría nunca exonerada de este tipo de análisis pero sí considerada como una modalidad cognoscitiva con un estatus especial. Los logros y amenazas transculturales y globales de la ciencia y la tecnología (como ciencia aplicada) dan cuenta de ello.

La obra kuhniana surge y se desarrolla inicialmente durante las décadas de los años 60 y 70, caracterizadas por la confrontación con la concepción heredada del empirismo lógico y del neopositivismo. Desde los años veinte, el Círculo de Viena había ejercido una influencia relevante, al expresar la imposibilidad del conocimiento metafísico y distanciarse, de modo paralelo, del empirismo clásico. La experiencia es crucial, pero el método inductivo no es suficiente. Si solo sí, un enunciado es reductible a experiencia y, de seguidas, es verificado, genera un conocimiento válido. En resumidas cuentas, el conocimiento obtenido debe someterse a un análisis lógico: igualmente, las décadas germinales aludidas están signadas por el debate Kuhn-Popper sobre el dinamismo de la ciencia y el relativismo. En el apéndice (1969) de la ERC, Kuhn comienza a armar su alegato e indica que su posición no puede equipararse con un mero relativismo. El desarrollo y progreso científico es arborescente como la evolución biológica. Las teorías científicas posteriores son mejores que las anteriores para resolver rompecabezas en los medios a menudo muy distintos en los que se aplican (341).

El paradigma de Thomas Kuhn

La obra principal de Kuhn abrió una puerta florentina a la sociología del conocimiento; y merece aplicársele a sí misma, uno de sus principios fundamentales, compartido por la sociosemiótica: todo texto debe analizarse en su contexto.

Con toda su polisemia inicial y en el marco de una concepción discontinua de la historia de la ciencia, la categoría de paradigma, inscrita en la ERC, se cuenta como el gran aporte de Kuhn. En su momento, marcó un hito al permitir establecer la agrupación consensual de la ciencia e identificar, sin reduccionismos, al sujeto epistémico; la comunidad científica. Esta última y el paradigma, pasan a ser dos caras de la misma moneda. La psicosociología Kuhniana, con apoyo conceptual gestáltico, operará a un nivel meso y microsocial.

En el excursus (1969) a la ERC, Kuhn reivindica la estructura comunitaria de la ciencia pero ya problematiza la articulación aludida. La comunidad y el  paradigma no mantienen siempre relaciones biunívocas. La definición circular de la categoría paradigma no dejó de arrojar problemas y críticas. El físico estadounidense profundiza en esa interrelación y manifiesta que la estructura de la comunidad (fronteras, tamaño, etc.) y su relación con las especialidades no es siempre, como en la ciencia normal, clara y distinta. En consecuencia, la identificación de las comunidades científicas podría realizarse también con otros criterios, más bien descriptivos, y sin la apelación necesaria previa al paradigma. Los elementos que producen las crisis pueden afectar un campo de especialistas pero haberse generado en otro. Kuhn apunta la presencia de mutaciones a pequeña escala y no sólo a gran escala, como las vinculadas con Copérnico, Newton, Darwin o Einstein. Asimismo, la identificación de este sujeto comunitario no desdeña ni anula los relevantes tributos individuales, en especial, en los momentos de crisis paradigmáticas y de elección entre teorías rivales. La aplicación de valores compartidos por parte de los individuos concretos es aquí decisiva.

La ciencia se inscribe en un devenir cíclico y progresivo, en etapas que incluyen fases pre-paradigmáticas, ciencia normal, saturación de anomalías y crisis, ciencia extraordinaria, revoluciones y la reemergencia de una nueva ciencia normal. El proceso inicial de instauración de un paradigma es difícil e intrincado, hasta que finalmente una teoría capta la atención, la aceptación y la lealtad consensual de la comunidad. Entonces, se institucionaliza una ciencia normal y comienza el ciclo. En la historia de la ciencia surgen las anomalías y las crisis, es decir, consecuencias no anticipadas por el paradigma y señales evidentes de su ineficiencia. Para resolver esta situación, la práctica científica de la comunidad realiza muchos esfuerzos. Si la ciencia extraordinaria logra resolver dichas anomalías, se genera una revolución científica y se instaura una nueva ciencia normal y recomienza el ciclo. En suma, las revoluciones son cambios paradigmáticos.

En los momentos de crisis, para decidir entre paradigmas y teorías rivales, resultan centrales los valores compartidos, a saber: predictibilidad cuantitativa, consistencia, simplicidad, plausibilidad y compatibilidad con otras teorías suscritas y, sobre todo, la capacidad de resolver rompecabezas, criterio que, en caso de conflictos de valores, prima sobre los otros. Cabe acotar que las ciencias naturales clásicas constituyen el objeto privilegiado de estudio de Kuhn y comparte con ellas muchos elementos del paradigma respectivo. Posteriormente, el paradigma de la complejidad incorporará criterios cualitativos y la noción de incertidumbre.

Leonardo Díaz (2017) habla de filosofías de la ciencia en plural, en la ERC, para dar cuenta de una supuesta tensión no resuelta entre dos concepciones filosóficas, que conllevarían inconsistencias en la obra. Esta heterogeneidad originaria habría producido un legado igualmente disímil. No obstante, esta contraposición entre la concepción de la ciencia como sistema  de conocimientos (estático)  y filosofía de las prácticas científicas es artificiosa y falaz, porque para Kuhn, estas últimas no dejaban de ser igualmente conceptuales o teóricas. En el planteamiento kuhnniano encontramos también la indisolubilidad entre teoría y práctica. La resolución de rompecabezas del paradigma ejemplar  presupone una red conceptual, instrumental y metodológica. Los paradigmas son transmitidos por el modelado directo de resolución de problemas en los libros de texto, en las clases y en los laboratorios. Los conceptos, leyes y teorías no se enseñan en abstracto sino a través de sus aplicaciones. La teoría es importante para la definición y resolución de un problema, y suele estar implicada en el diseño de los dispositivos que intentan resolverlo. “…Una teoría novedosa se anuncia siempre junto con sus aplicaciones a algún abanico concreto de fenómenos naturales, sin los cuales ni siquiera podría ser un candidato a la aceptación…” (Kuhn, 95). El  epistemólogo cincinnatiano estudia también el papel del paradigma ejemplar en  la modalidad pedagógica de la ciencia, ya que permite la socialización del estudiante en una comunidad científica específica y la continuidad de una tradición.

Por otra parte,  Juan Mayoral (2020) identifica posiciones filosóficas encontradas en las notas privadas de Kuhn en la Society of Fellows de Harvard (1948-1951), una década antes de la ERC. Entre una perspectiva neokantiana que asume precondiciones (variables) para el conocimiento y un naturalismo epistemológico “…que promueve la investigación empírica de la cognición humana y la crítica de una epistemología clásica, basada en principios últimos (i.e., no en una base empírica revisable, como en el naturalismo) (2020:51).

Los numerosos malentendidos que surgieron de la ambigüedad terminológica de la ERC trataron de ser solventados por Kuhn en el post scriptum del año 1969. En esta posdata, el físico harvardiano reconoce la paradoja de la categoría paradigma. En sus propias palabras, es el elemento más oscuro pero el más importante de su planteamiento. Cita a un lector favorable, quien identificó 22 acepciones del término. Procede entonces a circunscribir el término paradigma a dos acepciones básicas:

  1. La matriz disciplinar, como neologismo que incluye generalizaciones simbólicas o componentes formales o fácilmente formalizables; leyes, definiciones, teorías, modelos ontológicos y heurísticos. Igualmente, incorpora valores compartidos, significativos para el comportamiento grupal, aunque sus miembros no los apliquen de modo idéntico. Los compromisos grupales funcionan como un todo.
  2. Paradigmas como ejemplos compartidos. Empleo de problemas y sus modelos de resolución incorporados en la educación científica y en publicaciones periódicas. Al solucionar problemas, el científico o el estudiante de ciencias aprende elementos de la naturaleza, leyes y teorías. Es un aprendizaje tácito que se produce en el quehacer disciplinar más que adquiriendo reglas. Entre los científicos hay un acuerdo sobre la clase de problemas y las modalidades de abordaje legítimos. Es también un componente de la matriz disciplinar.

El progreso de la ciencia no se da de manera acumulativa, como planteaba la concepción heredada, sino de manera disruptiva, con el cambio de perspectivas. La Gestalt visual contendría los prototipos elementales de este fenómeno. En las crisis, se suele romper con el conocimiento prestablecido e inclinarse a la búsqueda de nuevos marcos de interpretación. Ahora bien,  en la selección del nuevo paradigma entran en juego factores que van más allá del marco racional clásico.

En la ERC encontramos por lo menos tres acepciones de inconmensurabilidad o desacuerdo  entre comunidades científicas enfrentadas. 1. Disenso en torno a los problemas o normas que debe suscribir un paradigma. 2. Diferentes visiones del mundo por habitar en mundos diferentes. 3. Intraductibilidad de los lenguajes de las teorías. Esta acepción semántica del término ha sido defendida por Kuhn en su famoso Epílogo. No obstante, algunos autores, como Rivera-Novoa (2020), plantean que este alegato se sustenta en un error metodológico, al separar de manera radical interpretación y traducción. Posteriormente a la ERC, en otro alegato, Kuhn empleará la versión taxonómica de la inconmesurabilidad, que resulta parcial y aún permite cierta comunicación entre comunidades dispares.

La versión semántica de la inconmensurabilidad es una tesis lingüística;  se postula un cambio semántico en el significado y en el referente de los conceptos. Los significados de los términos teóricos no se preservan. Verbigracia, cuando la cinemática aristotélica y la cinemática newtoniana aluden al “movimiento”, se refieren a un conglomerado de fenómenos disímiles, es decir, son inconmensurables. No existe equivalencia semántica entre el (aparente) mismo término. Por otra parte, el significado de un concepto tiene un carácter holístico, es decir, depende de un entramado categorial (Flores, D.2020).

El giro pospositivista, posempirista y constructivista

La obra fundamental de Kuhn, junto a otros filósofos, antropólogos, historiadores y sociólogos de la época, coadyuvó al establecimiento de un escenario posempirista y constructivista y catalizó desarrollos en estas direcciones. Algunos autores como Olivé catalogan al mismo Kuhn como un constructivista moderado y pluralista, por la incorporación de cierto realismo interno o pragmático, que lo “salvaría” del relativismo extremo. Según el epistemólogo mexicano, el constructivismo kuhniano es de filiación kantiana y no se vincula a la versión devastadora que desestima cualquier papel  de la realidad en la construcción del objeto. En definitiva, existe el juego y la confluencia entre lo que es enunciado y lo que es impuesto al sujeto.

Inclusive, desde la acera epistemológica contraria, Apablaza ubica a nuestro autor en un relativismo moderado, a partir de la incorporación posterior a la ERC, del concepto de taxonomías lexicales y la inclusión concomitante de “… el principio de no solapamiento en conjunción con las clases biológicamente ancladas y la proyección de las clases…” (2018:137).

La ciencia es un producto, pero además, es el  resultado de un proceso de construcción en donde intervienen también los valores e intereses de  actores sociales ubicados en un contexto específico.

Para Kuhn, la teoría está presente desde la observación misma: los datos y los hechos no nos vienen dados. En el  proceso y contexto del descubrimiento científico se imbrican novedades fácticas y teóricas. En efecto, la conceptuación y el hecho se encuentran inextricablemente  unidos. Los cambios paradigmáticos se ven acompañados de mutaciones en la percepción científica. En consecuencia, en la praxis científica se recogen datos distintos y se identifican rasgos diferentes. Los datos no son brutos ni estables. La teoría es importante para la definición y resolución de un problema, y suele estar implicada en las estrategias y procedimientos diseñados que intentan resolverlo. Asimismo, descubrir no es un acto único y simple, ni atribuible inequívocamente a un individuo o instante temporal.

Ningún lenguaje puede arrojar informes meramente neutrales y objetivos sobre lo “inmediatamente dado”. Los paradigmas abarcan grandes campos de experiencia de fenómenos interrelacionados. “…presuponen un mundo ya dividido perceptiva y conceptualmente de cierta manera…” 221. Las mediciones cambian y si persiste una misma operación y manipulación de laboratorio, generan resultados diferentes que pasan a reproducir un aspecto distinto de la regularidad de la naturaleza.

Con la mutación revolucionaria no asistimos a un mero cambio de interpretación. En todo caso, este último se produce desde un paradigma específico. El científico que subscribe un nuevo paradigma incorpora otros lentes (inversores). “…Aunque se enfrenta a la misma constelación de objetos que antes, y sabe que es así, con todo los encuentra transformados completamente en muchos de sus detalles…” 210.

Kuhn contribuye a deconstruir la noción tradicional del hecho científico pero su ontología no es del todo clara: “…aunque el mundo no cambie con  un cambio de paradigma, tras él, el científico trabaja en un mundo distinto…” 209. Empero, no hay un mundo en singular, como veremos más adelante.

Según James A. Marcum (2020), a partir de las obras y ponencias de los años noventa, Kuhn abandona la filosofía histórica de la ciencia de tipo disruptiva o revolucionaria y transita hacia una filosofía evolutiva de progreso por la creciente especialización de las disciplinas científicas. Análogamente a la especiación biológica, se produce la ramificación de una especialidad o la unión de dos especialidades para formar una nueva. La ciencia progresa con el aumento del número de especialidades, la interacción inter-especialidades y la apertura de nuevos nichos. Verbigracia, la biología de sistemas resulta de  la simbiosis de dos especialidades; la biología molecular con la teoría de sistemas. A pesar de esta unión, las antiguas especialidades continúan existiendo de manera independiente. “…la ciencia avanza a través de la evolución de especialidades que capturan estos mundos (plurales) cada vez con mayor detalle…” (2020:.32). La evolución científica podría representarse también de manera arborescente. Para nosotros, cabría avanzar hacia una  historia de la ciencia que, desde el principio de la conjunción, postule una hipótesis que integre evolución por especialización y disrupción, y que sopese y calibre el lugar de ambas en el devenir científico.

Por ahora, el cambio disruptivo parece ser el que ha garantizado cambios radicales de mayor calado. Es lo que confirmó el trabajo intelectual de Gaston Bachelard y su concepto de ruptura epistemológica en el Psicoanálisis del conocimiento científico y Epistemología. Cabe rescatar la presencia de un imaginario científico y del inconsciente, identificados por el  autor galo en su historiografía de la ciencia, y que constituyeron una  base paralela de sus poéticas. Más allá del planteamiento del  profesor de Harvard  y del MIT, y su fallida incorporación y alegato sobre el papel de las intuiciones en la ciencia.

El dogmatismo que Kuhn identificó en las prácticas del aprendizaje de las ciencias naturales lo encontramos también en el debate epistemológico en las ciencias sociales. Más allá del eclecticismo o sincretismo, inviables, en muchos casos, por incoherencia epistémica, los macroparadigmas epistemológicos han tendido a descalificarse mutuamente sin reconocer ningún aporte teórico del contrincante. En ocasiones, la crítica, amparada en las relaciones de saber-poder académicas,  ha sido tan simple o más que el objeto de la crítica. La legítima crítica del empirismo y del positivismo ha incurrido en disyunciones simplificantes. El cuestionamiento del biologicismo ha estado aparejado del olvido inexcusable de nuestra dimensión orgánica. En el campo metodológico, la oposición a la imposición de recetas de cocina científicas ha tenido como contrapartida un relativismo radical de tipo procedimental.

En la comunicología, en un nivel de análisis más bajo, las corrientes críticas marxistas, fuertemente ideologizadas, han descalificado sin más a la communication reasearch y todas sus aportaciones, verbigracia, el carácter multivariable del fenómeno comunicativo, emparentado con la posterior perspectiva de las mediaciones (múltiples), que no suele reconocer dichos antecedentes.

El conocimiento como un sistema complejo de abordaje transdisciplinario

El conocimiento es un fenómeno o sistema complejo con tres subsistemas: biológico, psicológico-mental y social (García, R.2000). Ninguno de estos elementos admite un programa fuerte, a riesgo de incurrir en un reduccionismo simplificante. La modalidad de interdependencia y afectación mutua dependerá del enfoque. Esta multimensionalidad debe ser abordada por equipos inter y transdisciplinarios, que permitan la comunicación y la comprensión más profunda de los distintos lenguajes.

Los cimientos de la dimensión social de la ciencia han sido esbozados en las secciones anteriores y deben ser desarrollados desde una matriz constructivista. Ahora bien, en el estudio de la ciencia como actividad socialmente organizada, no podemos obviar los alcances y límites de los aportes de los clásicos y modernos institucionalismos, aunque sea en un nivel medio y descriptivo de análisis. El ethos mertoniano y su revisión crítica posterior nos apuntan hacia la especificidad de la cultura científica. La sociología de la ciencia nos indica que ella es una institución social. Además del papel de los valores, deben considerarse sus reglas y normas específicas.

En la dimensión psicológica, los hallazgos de la teoría cognitiva, posteriores a la publicación de La ERC, respaldan el postulado paradigmático kuhniano, en relación con el funcionamiento de los problemas ejemplares. De hecho, el autor se nutrió del trabajo empírico en psicología y empleó elementos teóricos embrionarios de los procesos cognitivos.  De esta manera, buena parte de la cognición científica puede explicarse a través del tratamiento de los ejemplares. Los científicos piensan analógicamente, aunque no se percaten de ello.

Existen momentos en los cuales los ejemplares dejan de proporcionar soluciones a los problemas novedosos, generando una crisis y, de seguidas, una revolución, en la que las antiguas creencias son abandonadas y reemplazadas. La analogía, con los cambios concomitantes de Gestalt, apunta hacia el reconocimiento del papel de una cognición no racional en el cambio científico. No estamos hablando ya del razonamiento clásico; consciente, secuencial y reglado. De este modo, más allá de la analogía, existe una capacidad humana de reconocer patrones que Kuhn no podía percibir en el momento. La teoría de los esquemas se desarrolló después de la ERC.

Desde hace tiempo existen avances en la ciencia cognitiva y en la identificación de las estructuras psicológicas que organizan la experiencia y dirigen las expectativas, acciones y percepciones del sujeto. Dentro de esta perspectiva, los paradigmas pueden considerarse como particulares conjuntos sofisticados de esquemas relacionados (Bird, 2020:70-71). En el razonamiento analógico, sobre todo en la fase de formación científica, se aplican esquemas que abstraen el conocimiento a partir de los ejemplares y se aplican a nuevos casos.

Kuhn no negó la racionalidad de la ciencia, más bien propuso una concepción alternativa al funcionamiento de la cognición racional. Al contrario de lo que piensan los positivistas lógicos, “…la ciencia no puede ser solo una cuestión de aplicar las leyes de la lógica a la evidencia o desplegar un método científico que sea general y algorítmico…” (Bird, 2020:65). El  método tiene un lugar relevante en la praxis científica, pero existen otro tipo de cogniciones y la intervención de elementos a-racionales o irracionales. Con toda su alta cualificación, el sujeto científico no deja de ser, como cualquiera de nosotros, homo-sapiens-demens.

Para abordar la dimensión biológica del conocimiento hemos de recoger los aportes de la neuropsicología y la neurobiología, en especial, los hallazgos de Varela y Maturana y su biología del conocer. Nuestras habilidades cognitivas son  fenómenos biológicos. El proceso cognoscitivo se produce desde un cuerpo que a nivel celular tiene una dinámica autopoética. Más allá de la metafísica occidental de la realidad trascendental, el mundo y el objeto no pueden explicarse sin el hacer de un sujeto.

Los observadores no pueden conocer una realidad objetiva independiente de su experiencia, signada por una estructura que los determina. El “mundo exterior” solo gatilla cambios que determina en última instancia el sistema nervioso. A través de operaciones de distinción lingüística, el observador coadyuva a la constitución del mundo y de sí mismo. “…Todo lo que el observador distingue está constituido en su distinción…” 28 (2011). La distinción originaria desmarca el sistema u objeto del umwelt.

El desierto es lo que encontramos por fuera del lenguaje y de nuestras redes de conversaciones. El camino de la objetividad entre paréntesis es la senda de la objetividad que se constituye. Las distintas ontologías y realidades dependen del hacer de los diferentes observadores. En lugar de universo o mundo en singular, pasamos a hablar de multiverso, es decir, la existencia de muchos universos o dominios de la realidad. Percepción e ilusión son indiscernibles en la experiencia.

Los seres humanos somos racionales, pero también emocionales. En nuestra vida cotidiana y en los procesos cognoscitivos ambas dimensiones se entrelazan. La consciencia y la reflexividad nos caracterizan pero también la incidencia del inconsciente y del preconsciente, estudiado primero por el psicoanálisis y, ahora, de diversa manera, por las neurociencias. En este doble aniversario, celebrar al maestro ohioano es  labrar denodadamente en la complejidad rizomática del conocimiento.

Referencias

1 Investigador PPI, Nivel III, y profesor titular de la UCV. Sociólogo. Comunicólogo del Ininco con postgrado en la Universidad Complutense de Madrid. 19 libros en calidad de coautor (8), compilador (6) o autor exclusivo (4). Condecorado con la Orden José María Vargas. Más de cuatro decenas de artículos en revistas especializadas y arbitradas.

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