Papel Literario

Nuestro amigo común: Los Batman de Nolan

por El Nacional El Nacional

Por NARCISA GARCÍA

I

Luego de los atentados del 11 de septiembre los ciudadanos estadounidenses cambiaron. Se inició la guerra contra el terrorismo, y con ella, un periodo de paranoia y cinismo. Un resultado que no podía ser otro, luego de los peores atentados en la historia de la nación. El entonces presidente George W. Bush promulgó la Ley Patriota en octubre del 2001, un texto que amplía el control del Estado para combatir el terrorismo, hace las penas por estos crímenes mucho más severas, y establece nuevos delitos. Tras la llegada de las tropas norteamericanas a Afganistán y el desmantelamiento de las conexiones terroristas con el régimen talibán, se lleva a cabo la acción militar en Irak. Ambas suponen sendas victorias para el Ejército estadounidense. Saddam Hussein es capturado, juzgado y ejecutado en 2006. De nuevo la nación se encontraba en guerra, aunque haya salido victoriosa. Por alertas constantes de amenazas terroristas y altos niveles de control para la seguridad en aeropuertos, lugares turísticos, centros comerciales, el estadounidense promedio se ha visto forzado a enfrentar la atmósfera de ansiedad y desasosiego junto a la sensación de indefensión y la frustración por no poder volver al statu quo. De un estado como ese a querer tomar justicia por las propias manos solo hay un paso, y el cine logró canalizarlo con la adaptación de las historias de superhéroes.

Sin duda mucho más cínica, desencantada y descreída que cualquiera de sus adaptaciones anteriores, la primera entrega de la historia del hombre murciélago del enfant terrible Christopher Nolan cuenta, ahora sí, la historia de un hombre con una niñez terrible en tono psicológico y noir; con toda la ambigüedad que el género implica. Filmada en 35 milímetros (Nolan es uno de los grandes defensores de que se siga usando película, junto con Quentin Tarantino), Batman inicia (Nolan, 2005) tiene esa textura que da el celuloide, con esas sombras que no son del todo negras sino que parecen tener tonalidades. La verosimilitud, aunque se trate de la historia de un hombre que se viste de murciélago y se convierte en vigilante y vengador de las víctimas en la ciudad más corrupta del mundo, está en toda la trilogía de Nolan. Como dice Ebert, la película no es realista, pero actúa como si lo fuese.

Batman inicia no solo vuelve a presentar a los personajes de siempre: Wayne, Alfred, Lucius, el comisionado Gordon, etc., sino que escoge como primer villano al Espantapájaros, uno que tiene bajo control a aquellos que han perdido la razón. El plan del villano no es sino acabar con la capacidad de los ciudadanos de Gótica de reconocer la realidad: quiere acabar con la cordura, digamos, la poca que queda en la ciudad. De este modo Batman se enfrentará no solo a un villano sino a la ciudad entera, además de aquellos a quienes ha «decepcionado» en su entrenamiento al inicio de la película. El acierto de Nolan es haber hecho esta historia plausible, y haberla hecho paralela a la crisis norteamericana de seguridad y de fe en la sociedad.

II

Como consecuencia de las denuncias hechas en contra del Ejército estadounidense por su conducta en Afganistán e Irak, muchas por torturas o violación de los derechos humanos, el presidente George W. Bush pierde respaldo en las elecciones legislativas de 2006. En noviembre de 2008 gana las elecciones presidenciales Barack Obama, quien cesa la guerra de Irak y retira las tropas en 2011. Ese mismo año anuncia que miembros de los Navy Seals mataron a Osama Bin Laden en Paquistán. Las relaciones de los Estados Unidos con Oriente Medio a partir de la administración Obama trataron de mejorarse, sin embargo la avanzada de las fuerzas del dictador Muamar el Gadafi en Libia en 2011 provoca la orden de Obama de que se realizaran ataques aéreos sobre el territorio, a los cuales la OTAN se une días después. La administración Obama también respalda a los rebeldes sirios en contra de la dictadura de Bashar al Assad desde 2011. Dentro del territorio estadounidense, aunque Obama firma leyes y regulaciones para la equidad salarial, la restricción de emisiones de gases invernadero, el control de armas y la mejora de la crisis de las hipotecas y la recesión que esta produjo, continuaron las matanzas en colegios y cines. Una de ellas, la masacre de Aurora de 2012, se dio durante el estreno de El caballero de la noche, en el estado de Colorado. 12 muertos y 59 heridos. El asesino al ser detenido se identificó a sí mismo como el Guasón.

La participación de Jonathan Nolan en el guion de El caballero de la noche (Nolan, 2008) resultó determinante: es el mejor de la trilogía. Desde el inicio la manera en la que está editada la película sugiere que nos enfrentaremos al caos (uno muy bien orquestado). Escenas aparentemente inconexas aparecen en mitad de la acción, sin explicaciones. Nos encontramos en la antesala a un crimen, no sabemos de qué clase, quién lo lleva a cabo, y mucho menos las razones, los motivos. El villano al que el héroe debe enfrentarse en esta secuela es, como él mismo dice, un agente del caos. Y todo lo que el héroe tiene para hacerle contrapeso es (además de muchísimo dinero) su sentido de la justicia y su voluntad por que prevalezca el orden. «Esto pasa cuando una fuerza en movimiento choca con un objeto inmóvil», en palabras del villano. Y es que se trata de uno que no solo obliga a todos a tomar decisiones morales imposibles, sino que «solo quiere ver el mundo arder». El Guasón es cercano al terrorismo en ese sentido: no hay cómo amenazarlo, sobornarlo, razonar o negociar con él. Es a su vez el alivio cómico de la película: la risa como gesto diabólico.

Uno de los rasgos principales de la cinta es que, por más que lo intenten esconder o disimular, el mal ha triunfado en ciudad Gótica. El Guasón lo sabe y le apuesta a eso en una de las mejores secuencias de la película: la de los dos barcos. La facilidad con la que el Guasón consigue que la esperanza visible de la ciudad se transforme en muerte y resentimiento es reflejo de la conducta de muchas sociedades, pues sucede como en Otelo: no tenía por qué matar, sin embargo lo hizo. Es como si siempre hubiese querido hacerlo y solo necesitaba una excusa («un pequeño empujón», de nuevo en palabras del Guasón).

III

El 17 de septiembre de 2011 se inician las protestas conocidas como Occupy Wall Street, inspiradas en las manifestaciones españolas provenientes del movimiento de los indignados. Cerca de mil personas se reunieron para protestar en Zuccotti Park en Manhattan por la corrupción, la desigualdad social y la avaricia de las grandes corporaciones. Se acusaba a 1% de la población de tener acumuladas la mayor parte de las riquezas, asunto que para los manifestantes procura que la brecha entre aquellos y 99% restante se haga cada vez más grande. El cineasta Michael Moore apoyó las protestas, así como escritores como Noam Chomsky, Juan Gelman y Salman Rushdie, y celebridades como Susan Sarandon y Yoko Ono. Para los primeros días de octubre el movimiento se había dispersado, no solo por las acciones de la policía de Nueva York, sino por falta de cabeza en las manifestaciones, lo cual fue duramente criticado: se trata de grupos de jóvenes de izquierdas, como los españoles, que si bien el sismo inmobiliario los llevó a una situación de crisis muy difícil, se encuentran espetando una serie de demandas anticapitalistas y quejas que procuran protestas más radicales y peligrosas. El New York Daily News los describió como «un montón de niños malcriados» y hay mucho de eso: el infantilismo de creer que los problemas, las crisis, son siempre responsabilidad del otro.

En El caballero de la noche asciende (Nolan, 2012) Batman debe enfrentarse a lo que nunca antes: la personificación de la fuerza física. En la primera entrega enfrenta a la razón, en la segunda la moral y en esta cinta a Bane, la fuerza bruta. No es casual que lleve la boca cubierta: el Guasón habla mucho y es torpe para la pelea cuerpo a cuerpo; Bane habla poco y es el único que quiebra en combate al héroe casi sin esfuerzo. Además de tratarse (como suele hacerlo la tercera parte de una trilogía) sobre el regreso del héroe a su statu quo, esta vez «renacido», El caballero de la noche asciende presenta nuevos personajes que acompañan al protagonista en la superación de sus pruebas.

Bane a su vez es una fuerza política: la escena en Wall Street es referencia directa a las manifestaciones. Sus intenciones son por demás revolucionarias: tiene la voluntad de hacer caer a las clases gobernantes en una suerte de Toma de la Bastilla, como comenta Roger Ebert. Pero más allá de eso no aparenta haber nada, sino una vaga intención de tomar venganza, de revanchismo, uno que a veces ni parece ser propio. Lo que Batman encuentra detrás de la fuerza bruta de Bane es algo que se supone su opuesto pero que debía complementarlo: un infantilismo consecuencia de la ausencia de familia, un camino que el villano y el héroe han recorrido pero que se bifurca radicalmente en hacer el bien y el mal. Batman y Bane comparten una infancia atormentada llena de infortunios y pérdidas, y ocupan lugares opuestos en la historia por el simple hecho de que uno decidió no pagar sus desgracias con los otros, sino hacer el bien.