Fue tanta la fama alcanzada por el genial humorista y caricaturista Leoncio Martínez, “Leo” (Caracas, 22/12/1888 – 14/10/1941), que muchos han llegado a atribuirle una o dos caricaturas antigomecistas que nunca dibujó. Pero, lo que es casi desconocido es el hecho de haber dibujado, en realidad, varias caricaturas a favor de Juan Vicente Gómez, las que más nunca se reprodujeron ni siquiera en las varias antologías de sus obras a cargo de diversos recopiladores y editoriales, quizás en razón de ese espíritu condescendiente a veces, pacato otras o terriblemente amnésico las más, que se advierte en las biografías de nuestros hombres notables.
Ha sido Carlos Eduardo Misle, “Caremis”, cronista insigne de Caracas y vigilante sin tregua dedicado a la conservación del rico patrimonio histórico, cultural y sentimental que guarda la capital, quien ha podido establecer con más propiedad que unas supuestas caricaturas antigomecistas de “Leo”, trasmitidas por tradición oral de generación en generación, no fueron creadas por el fundador de Fantoches, al menos durante los 27 años de la dictadura del tirano de La Mulera. He aquí dos ejemplos: se dice que en una de ellas aparecen dos “turcos” comiendo, y uno de ellos le dice al otro: “¿Hasta cuándo gomes?”. Y se dice que otra caricatura de “Leo”, con el título “Esquinas de Caracas” y la leyenda “Gobernador a Muerto” fue publicada días después del oscuro asesinato de Juancho Gómez, vicepresidente de la República y gobernador del Distrito Federal, en 1923.
Ahora bien, unas caricaturas que “Leo” dibujó en sus años mozos han pasado completamente al olvido, no obstante el valor que tienen no solo para reconstruir la trayectoria del artista, sino también como documentación histórica que confirma el carácter de “luna de miel” de los primeros años de gobierno de Gómez, y la eterna disposición de ciertos intelectuales y pensadores, transportados al limbo por la ingenuidad de sus ideas, al intentar depositar sus esperanzas en los “hombres fuertes” o “providenciales” para arreglar los entuertos de los “gobiernos anteriores”.
En diversas entregas de 1909 del diario El Pregonero, dirigido por Rafael Arévalo González, pueden verse, en su primera página, varias caricaturas firmadas por “Leo”. Unas llevan la firma Leo Martínez, con cabalgamiento entre la M, la a y la r, y en otras simplemente aparece la firma Leo. En la del Nº 3.542, del 25 de enero, a pocos días de la reacción contra Cipriano Castro, aparece Gómez propinándole un garrotazo a un cerdo que lleva escrita en su lomo las palabras “monopolio cigarrero”, y dice la leyenda: “A cada cochino gordo le llega su San Martín”. En el mismo número, un artículo editorial, presumiblemente escrito por Arévalo González, afirma que “el acto de Gómez del pasado sábado contra el citado monopolio bastaría, si no hubiera otro más, para captarle la eterna gratitud de la Nación”.
En la del Nº 3.582, del 13 de abril, “Leo” la emprende contra el Cabito: “Castro se encerró en un cuarto y la policía de Martinica lo sacó por la fuerza para embarcarlo”.
En la del Nº 3.588, del 21 de abril, con el título “Viaje presidencial”, aparece Gómez diciéndole al vicepresidente: “Amigo José Antonio, voy a apearme para que montes un ratico; pero cuídame la yegua, y no le apliques las espuelas, porque corcovea”. La alusión al pasado 19 de diciembre anterior salta a la vista.
En la del Nº 3.610, del 17 de mayo, bajo el título “Fuera el disfraz”, la leyenda dice: “El pueblo está despojando a este Representante de la piel de carnero con que ha ido al Congreso en otras ocasiones. Ya no es necesaria”. Es decir, el Congreso gomecista actuará con sinceridad.
En la del Nº 3.614, del 22 de mayo, bajo el título “Regocijo general”, se puede leer: “El café, el cacao y el ganado bailan de contento porque ya les quitaron los impuestos castreros”.
En la del Nº 3.727, del 4 de octubre, bajo el título “Los intereses creados”, ya se advierte un síntoma de aprensión, porque empieza a despertar resquemores en el Gobierno la actitud independiente del periódico, que no es de oposición, de ninguna manera. La leyenda dice: “—¡Prensa disociadora!— grita el Ministro de Fomento. —¡Prensa asalariada!— grita el periódico castrista de Trinidad. Y El Pregonero, en tanto, da tranquilamente a Castro lo que es de Castro, y a Gómez lo que es de Gómez”.
Finalmente, en la del Nº 3.736, del 14 de octubre, puede captarse toda la ingenuidad política que cubría a Gómez con el manto de salvador porque, supuestamente, era el intérprete del sentimiento nacional entero, por encima de todas las parcialidades, para enterrar el pasado del régimen corrupto y bochornoso de Castro. Bajo el título “Lazo de unión”, se lee: “Un personaje díjole al general Gómez que la Compactación pensaba ofrendarle un pabellón amarillo, y el Presidente contestó: —Entonces tendría yo que coger con la otra mano un pabellón rojo y con la boca uno azul, porque no soy, ni debo ser sino el lazo de unión de los colores nacionales”.
En efecto, los áulicos de Gómez habían recogido este sentimiento y acuñaron la consigna “Gómez Único”, y fue precisamente Gómez quien le clavó las espuelas a la yegua de Venezuela durante 27 años.
Al ver la ingenuidad de los cantos a Castro cuando reaccionó contra Ignacio Andrade y los dirigidos a Gómez cuando reaccionó contra Castro, vale decir: la historia se olvida, pero se repite. Y se repite porque no es verdad que ella enseñe, o que —si recuerda— prevenga.