IMMANUEL KANT (1724-1804), EDUCABRAS

Por MIGUEL CABRERA – MACHADO (1)

En líneas muy generales, uno podría describir la relación de la filosofía analítica anglosajona con Kant como una de amoríos tempranos, luego rechazo —con algo de odio— y finalmente de aceptación crítica —con algo de amor—, en ese mismo orden. Asimismo, sería imposible entender las teorías y doctrinas emanadas de la filosofía analítica, especialmente en el primer período de esta, sin tener en cuenta a la obra de Kant.

En este artículo haré una revisión sumaria a la relación de la filosofía analítica anglosajona con Kant, vista a través de algunos de sus más conspicuos representantes. Con fines expositivos los agruparé en dos períodos históricos. Dicha agrupación, muy genérica, sólo pretende destacar a algunos autores y temas, sin que pretenda ser exhaustiva ni taxativa. Por las razones indicadas excluiré a la multitud de destacados filósofos analíticos que han escrito en idiomas distintos al inglés, así como a figuras menos conocidas del ámbito anglosajón.

Comencemos introduciendo un par de precisiones respecto a la tradición o tendencia filosófica conocida como “analítica”. En primer lugar, hoy día su nombre se emplea como una especie de “paraguas” que abarca a una gran cantidad de sub tendencias y autores. La filosofía analítica es muchísimo más que filosofía lingüística, o que lógica filosófica, como quizás sea conocida mayoritariamente. Lo que plausiblemente tienen en común los filósofos que se identifican con la tradición analítica pudiera consistir en su orientación al análisis de los conceptos, su significado y uso en la experiencia tanto científica como cotidiana; en su tendencia hacia alguna variedad del empirismo; en su disposición hacia las ciencias y la lógica; y en un cierto estilo literario caracterizado por la claridad y la precisión, evitando la oscuridad y los estilos oraculares. Respecto a los temas, todos entran en el campo de los analíticos de hoy: la ontología, la ética, las ciencias, la epistemología, la mente, la lógica y las matemáticas, así como los autores clásicos de distintas tradiciones (grecolatinos, medievales, modernos, contemporáneos).

En segundo lugar, que sea conocida como filosofía anglosajona sólo expresa el hecho de que la mayoría de sus practicantes iniciales lo hicieron en idioma inglés. No debe verse en ello un sesgo cultural, por la misma razón que el hecho de que la mayor parte de la ciencia hoy se escriba en inglés no la clasifica como “ciencia anglosajona”. Pero mucho más importante para nuestro tema de la relación con Kant, es que los orígenes de la filosofía analítica no son exclusivamente anglosajones; fueron tan importantes las influencias de filósofos alemanes y austríacos, como de ingleses y norteamericanos.

Los períodos históricos que abarcan la relación de la filosofía analítica con la kantiana muestran la influencia de esta en la conformación de muchas de las teorías de los analíticos. Tal influencia se forjó mediante la interpretación crítica de las teorías kantianas, en especial lo concerniente a lo que hoy llamamos la epistemología, y con un poco de menos peso, a través de la discusión de su filosofía moral. Por su parte, la Metafísica Trascendental kantiana siempre ha sido objeto del rechazo mayoritario en los círculos analíticos.

1880-1950. Frege, Russell y el positivismo lógico

Los filósofos dominantes en la Europa del siglo XIX, incluyendo a Inglaterra, eran Hegel y Kant. Esto era particularmente cierto en el ámbito universitario. En las universidades de Oxford y Cambridge la tendencia principal era la que se conoció como el idealismo británico, basada en los autores mencionados. Esto no quiere decir que Locke, Hume y Mill no fuesen importantes; lo eran, y mucho, pero en lo que respecta a las universidades, el idealismo era predominante.

Sintomático de lo anterior es que la primera obra filosófica de uno de los “Padres Fundadores” de la filosofía analítica, Bertrand Russell, fue un estudio neokantiano —con añadidos hegelianos— de la filosofía del espacio: Ensayo sobre los fundamentos de la geometría, de 1897, la cual fue su disertación para instalarse como investigador y docente en Cambridge.

Hay tres asuntos que conviven en este primer período. Primero, la tendencia analítica que de la mano de Russell surgió a fines del siglo XIX y se desarrolló en las primeras cinco décadas del siglo XX promovió el análisis lógico —tanto lógica formal como lógica del lenguaje corriente— para estudiar los problemas de los significados y usos del lenguaje, y de la ciencia para el conocimiento de la realidad, desplazando a los problemas ontológicos y metafísicos clásicos, así como lo que era tenido como psicologismo en el ámbito de la epistemología. Segundo, el ascenso de la filosofía analítica marcó el fin del dominio de la filosofía kantiana en las universidades inglesas, aunque ello no significó la desaparición de Kant de las universidades; si bien no tuvo el predominio de antes, mantuvo en ellas un importante grupo de cultivadores. Tercero, la filosofía analítica acusó la impronta de la filosofía de Kant al establecer varias de sus teorías principales en abierta discusión con las concepciones kantianas, en especial en lo concerniente a la posibilidad de los juicios a priori y de los juicios sintéticos a priori, y respecto a la definición de los juicios analíticos y los sintéticos.

Muy sumariamente, para Kant los juicios a priori son aquellos que se fundamentarían exclusivamente en la razón, sin influjo de la experiencia; los sintéticos a priori, que aun siendo productos de la razón, se apoyarían en la experiencia, bien sea para imponerse sobre esta (como en el caso de la moral) o bien sea para comprender la experiencia que tenemos del mundo natural; los analíticos serían aquellos en los que el predicado al cual aluden estaría contenido, formaría parte del propio juicio analítico; y los sintéticos aquellos que se formarían a partir de la experiencia.

Gottlob Frege, el otro “Padre Fundador” de la corriente analítica, publicó a partir de 1879 sus tratados sobre las bases de las matemáticas. En ellos expresó su rechazo a la teoría de Kant de que las matemáticas eran sintéticas a priori, afirmando que eran de tipo analítico como verdades derivables de leyes lógicas universales. Por su parte Russell, bajo la influencia, primero de G.E. Moore, y luego de los escritos de Frege, abandonó su posición neokantiana volcándose al proyecto de fundamentar la matemática en la lógica. Asimismo, su desarrollo filosófico evolucionó hacia el análisis lógico como método de analizar el lenguaje y los problemas filosóficos; de la ciencia como la disciplina que proveería la comprensión de la realidad, constituyendo la filosofía un auxiliar o complemento para dicha comprensión; y del rechazo hacia la Metafísica en general, kantiana y no kantiana.

A lo largo de su obra, particularmente entre 1905 y 1930, Russell estuvo lidiando con varios problemas presentados por las teorías kantianas. Un ejemplo sería el de los juicios sintéticos a priori, que desde su punto de vista era imposible que existieran. Sin embargo, sus teorías de esa época no parecían dar una solución del todo satisfactoria al respecto, puesto que afirmaba que el conocimiento a priori era posible y necesario, fundado en las deducciones de la lógica, pero que requería de la experiencia para que efectivamente constituyese conocimiento. Su teoría del conocimiento como acquaintance, es decir, de percepción sensorial de las cualidades de los objetos del mundo físico y como description, quiere decir, de construcciones lógicas y lingüísticas que, apoyadas en las primeras, permiten afirmar que tal cosa es “esta y de cierta manera” puede ser esgrimida como ejemplo de la señalado.

Con el advenimiento del positivismo lógico a partir de los años 20, se avanza en la crítica y redefinición de los conceptos kantianos señalados. Los positivistas lógicos, algunos de ellos miembros y otros relacionados con el Círculo de Viena (Wittgenstein, Schlick y Carnap, entre otros), plantearon que las proposiciones —ya no los juicios, sino las oraciones o proposiciones— eran o bien a priori y analíticas en función del significado y uso de las palabras y signos que emplean; así, la lógica y la matemática serían a priori y analíticas, y su necesidad y certeza dependería sólo de eso; o bien sintéticas, que serían aquellas fundadas en la experiencia, como afirmó Kant. Pero descartaron como inexistentes a las sintéticas a priori.

Para el positivismo lógico, las proposiciones sintéticas serían verdaderas si podían ser verificadas por la experiencia. Este criterio verificacionista constituyó una interpretación de la teoría según la cual las afirmaciones son verdaderas si corresponden con hechos de la realidad. A pesar de que los positivistas estaban muy claros acerca del tipo de trabajo teórico involucrado en la ciencia, con dicho criterio aún no quedaba dilucidado el rol constructivo de las teorías respecto a los hechos.

Otro grupo de filósofos analíticos se orientaron a la filosofía moral. Si bien la tendencia mayoritaria fue hacia las ética de orientación humeana, fue usual la referencia a la kantiana, e incluso se planteó la posibilidad de la integración de esta con la filosofía analítica. Una muestra de esto la tenemos en la obra de R.M. Hare.

1951 en adelante. Quine, Sellars, Strawson, Popper, Rawls

En este período comienza lo que podríamos llamar una redefinición del empirismo, bajo el influjo principal de W.V. Quine y W. Sellars. El primero, en su afamado artículo de 1951 “Dos dogmas del empirismo” rechazó la distinción, primero kantiana y luego del positivismo lógico, entre las proposiciones analíticas ∕ a priori y las sintéticas, más allá de la conveniencia de referirnos a unas y a otras por motivos prácticos. La totalidad de nuestro conocimiento sería una compleja red hecha por el hombre en sus intentos por comprender la realidad, de forma tal que las que llamamos proposiciones analíticas son instrumentos formales para entender la realidad y evitar en lo posible contradecirnos, y las que llamamos sintéticas son aquellas que están más cercanas a la experiencia; pero esta impregna a ambas. De modo que por un lado tenemos el rechazo a la distinción kantiana —y también positivista— entre proposiciones analíticas ∕ a priori y sintéticas. Pero por el otro, podemos ver un reconocimiento implícito a la propuesta kantiana acerca del rol constructivo de las teorías que nos permiten conocer al mundo.

De los filósofos analíticos de mayor peso, Sellars fue el primero y el que con más ahínco intentó una fusión del empirismo con el kantianismo. Su proyecto, que comenzó con sus escritos a partir de los años cincuenta, fue el de “llevar al empirismo de su etapa humeana a su etapa kantiana”, no sólo con relación a la epistemología, sino también con la moral. Hizo énfasis en el carácter constructivo —en sus palabras, normativo— de la mente con respecto a nuestros conocimientos, tanto en sus aspectos lógicos como empíricos. En su teoría moral abrazó la idea kantiana de una moral universal y “categóricamente razonable”, que en la interpretación de Sellars significa que sea válida para todos tanto por motivos lógicos como empíricos.

Sellars mantuvo la distinción positivista entre proposiciones analíticas ∕ a priori y sintéticas. Pero al igual que Quine, afirmó que dicha distinción es más bien pragmática, puesto que las proposiciones analíticas también se fundan en la experiencia; en ese sentido aceptó que hubiese proposiciones sintéticas a priori.  Asimismo, ambos compartieron la teoría de que es el uso del lenguaje el que da origen a las proposiciones analíticas y de que el lenguaje es un hecho natural fundado en la evolución biológica, que es aprendido mediante mecanismos conductistas de estímulo, refuerzo y observación de las conductas y las relaciones con el entorno.

El rol constructivo de la mente humana y de las teorías científicas había sido destacado por K. R. Popper a partir de 1935. Sin embargo, su obra alcanza amplia difusión a partir de los años 50, cuando es traducida del alemán al inglés. Su teoría acerca de la ciencia estaba dirigida contra el criterio positivista de verificación, proponiendo como alternativa el de falsación de las proposiciones científicas. Para Popper que Kant era una de sus mayores influencias, mucho más que Hume, por ejemplo. En ese sentido, definió a su filosofía como racionalismo crítico.

El renovado interés por Kant fue secundado por P. F. Strawson, quien publicó en 1966 su estudio de la Crítica de la razón pura. En él, intenta separar los aspectos epistemológicos de los presupuestos metafísicos kantianos, una línea que va a seguir, en forma más empática hacia Kant, por H. Allison. En 1971 J. Rawls publicó su Teoría de la justicia, la cual está influenciada por la ética kantiana. Las décadas posteriores han visto un notable incremento en la discusión de la obra kantiana bajo criterios analíticos. Como ejemplos, tenemos a O. O’Neill en ética, y R. Brandom en epistemología.


1 Departamento de Filosofía de la Universidad Simón Bolívar


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