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La obra de Marisol en espacios públicos

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Por ANNY BELLO

Recientemente Marisol ha estado en la palestra noticiosa por una importante exposición individual que se presentó desde finales de 2021 en The Andy Warhol Museum en Pittsburgh, y luego en el Perez Museum Miami, en 2022. Uno de los puntos más significativos a revisar en esta muestra fue la relevancia de Marisol en el ámbito norteamericano, como líder femenina del Pop Art, al lado de Andy Warhol.

En el contexto nacional, sigue siendo una deuda revisitar sus contribuciones a la historia de las artes plásticas venezolanas. Uno de ellos es su obra para espacios exteriores. Pese a la excelencia de su trabajo, éste se encuentra envuelto en una veladura de desconocimiento. Desafortunadamente, el olvido y falta de valoración ha signado su legado. Además de estar afectado por pésimas intervenciones y los embates de la desidia.

En torno a la artista, hay una especie de distanciamiento que no la hace cercana al contexto local, aunque tiene una buena representación en la colección del Museo de Bellas Artes, un núcleo importante de su producción en el Museo de Arte Contemporáneo, así como en otros museos públicos y colecciones privadas.

Buena parte de los trabajos para espacios exteriores que mencionamos datan desde finales de la década del sesenta hasta los ochenta, tiempo en el que mantuvo relaciones activas con el país. Por ejemplo, Bolívar y Bello, de 1971, ubicado en los jardines del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC), es un relieve realizado en concreto, bronce y vidrio que presenta la austeridad y humor de su estilo. El bronce del Padre Sojo, de 1976, fue realizado con motivo del centenario de la Basílica de Santa Teresa en Caracas. La del beato José Gregorio Hernández en Isnotú, estado Trujillo, es una pieza a la que le fue hurtada el venado y el maletín, y luego a la figura del mismo José Gregorio le cubrieron la pátina oscura del bronce con pintura dorada. En 1983 Marisol fue invitada a formar parte del programa de intervenciones artísticas del Metro de Caracas con Homenaje a Gardel, para la estación de Caño Amarillo. Presenta a Gardel, acompañado por dos músicos y un perro, que hoy día ha desaparecido. Otra de sus obras emblemáticas, también de 1983, es el medallón de bronce con el rostro de Rómulo Betancourt. Estuvo destinada para la entrada principal de Parque del Este —hoy Parque Generalísimo Francisco de Miranda—. Marisol recibió el encargo para homenajear a Rómulo Betancourt, quien había inaugurado el parque en 1962. El medallón fue removido y no hay información de su paradero. Otra escultura es la de Juan Pedro López, pintor y escultor de la Colonia, ubicada en la plaza de nombre homónimo, en la Parroquia Altagracia de Caracas. La artista moldeó la figura en bronce y complementó con un relieve adosado a la pared, en el que emula la pintura de Nuestra Señora de Caracas. Otra pieza es Isabel la Católica, realizada en bronce, para la Plaza Isabel La Católica de La Castellana, en Caracas.

En este breve inventario que incluye las obras más conocidas, se percibe una especie de disociación entre el estilo de la obra para espacios urbanos y el resto de su producción, lo que probablemente genere una falta de identificación hacia su trabajo. La frase de Rolando Peña, “pienso que Marisol es una extraordinaria ‘documentalista” de su entorno”, nos permite resaltar ciertos aspectos que nos aproximan a explicar la ‘energía’ de su obra para espacios exteriores en el ámbito venezolano. Uno de ellos es la modalidad del trabajo por encargo, que seguramente la ciñó a ciertas pautas ajustadas a los lugares donde se ubicarían las piezas. Sus esculturas de bulto y los relieves conservan una resolución en consonancia con el canon tradicional. Se ubicaron en plazas y parques, en armonía con la escala del entorno, y aunque estaban destinadas para sitios emblemáticos, progresivamente éstos se convirtieron en áreas residuales. Además, casi toda la obra realizada en bronce, material adecuado para resistir los embates del clima, paradójicamente suma un problema de conservación. Una de las situaciones que enfrenta este tipo de piezas es el comercio ilegal de metales, que tiene en las esculturas públicas una mina ilimitada de materia prima. No se trata sólo de Marisol, este panorama no ha sido diferente para buena parte del patrimonio público nacional.

Apasionada por el retrato, con frecuencia los temas giran en torno a personajes de la historia nacional. En ellos la resolución formal es la de una figuración con cierto acento expresionista o humorista, que no llega al desconcierto y fuerza emocional del resto de su trabajo realizado en madera con la técnica del ensamblaje, en el que prevalece el sentido simbólico, mordaz y una clara vinculación al Pop Art. Se observa un carácter gentil y sereno, no en el sentido irónico al que nos acostumbró, sino vernáculo, con una narrativa descriptiva. En el contexto internacional, es distinto el caso con Escondidos en el agua, con la que ganó el concurso para el Memorial a la Marina Mercante Americana en Battery Park, Estados Unidos. El monumento inaugurado en 1991 es un conjunto conmovedor de cuatro marineros que transmiten la angustia de la desesperanza, al intentar salvarse en un barco que se hunde. Es una composición dinámica de complejos puntos de tensión. También es importante mencionar la escultura Father Damien, de 1969, ubicada, una, en la fachada principal del Capitolio Estatal de Hawai, y otra, en la National Statuary Hall Collection, en el Capitolio de Estados Unidos, con un estilo más cercano a las formas cúbicas de los ensamblajes.

Marisol fue una artista laureada en el exterior y en el país, reconocida por su personalidad y su estilo artístico parco, enigmático, único e inconfundible. Posiblemente el sello que la elevó también cubrió su memoria y desvaneció la identidad de su presencia en la historia local.

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