Papel Literario

La forma elusiva: señales disruptivas

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“El liderazgo de la red de museos nacionales como instituciones rectoras del devenir de las artes visuales se fue desdibujando con la entrada del siglo XXI”

Por TAHÍA RIVERO

Referirnos al arte contemporáneo venezolano implica, lejos de resumir, tomar en cuenta un panorama amplio de alternativas expresivas disímiles que, a su vez, responden a los diversos contextos geográficos donde se realizan. Y es que, si bien son apreciables los cambios recientes ocurridos en las formas, técnicas y tendencias, es fundamentalmente en el soporte conceptual donde se perciben estos desplazamientos.

A la escala del país, el arte contemporáneo se presenta vigoroso, comprometido y con un horizonte promisor. Este resurgir es relativamente reciente, no era así una década atrás, cuando se agudizó la crisis social y económica, y comenzó la diáspora masiva que nos sigue afectando.

El liderazgo de la red de museos nacionales como instituciones rectoras del devenir de las artes visuales se fue desdibujando con la entrada del siglo XXI. Ausencia que propició un vacío en casi todas las actividades vinculadas a las artes pero que poco a poco han comenzado a llenar algunas organizaciones privadas con la apertura de nuevas galerías y centros de arte. Se atenuó sensiblemente el crecimiento de la industria cultural. Situación que impactó negativamente el surgimiento de nuevas generaciones de artistas, porque los espacios, sean institucionales o alternativos, son el continente necesario para reacomodar la órbita de lo contemporáneo.

Personalmente creo que ha sido la crisis lo que ha transformado la manera como los artistas gestionan sus procesos y también como se han reestructurado los espacios expositivos. Muchos se quejan con nostalgia, de no haber disfrutado las oportunidades de otros tiempos y quizás tengan razón. En los ochenta y noventa, proliferaban eventos, salones, bienales y obras comisionadas representativas que dimensionaron la difusión y visibilidad del arte venezolano local e internacionalmente, pero a la larga, los caminos forjados a contracorriente, con el esfuerzo personal y colectivo que se requiere hoy en día, resplandecen con firmeza y voluntad.

La ruptura con el canon no es siempre perceptible porque, en ocasiones, se trata de respuestas críticas sutiles, aplicadas a los constructos epistemológicos históricamente asentados en las prácticas artísticas. Señales disruptivas que requieren su interpretación en el tiempo y lograr  abrir las pesadas puertas del “alto arte” que delimitan la separación con el arte popular, las tradiciones y los oficios, y su integración al repertorio del arte contemporáneo. No en balde se denominó como el artista del año 2024 al italiano Maurizio Cattelan, autor de la famosa banana pegada con cinta adhesiva a la pared titulada Comedian, 2019. Pero no todos los gestos artísticos suelen ser tan drásticos como el de Cattelan, cuya sólida trayectoria como conceptualista le permitió una acción tan provocadora.

El arte de hoy da muestras de su emancipación en tanto se ha transformado en un espacio inteligible desde donde se produce conocimiento, reflexión y cuestionamientos. Las destrezas pictóricas no son un valor aunque la pintura ha reaparecido con fuerza por razones prácticas de viabilidad. Los soportes de las obras se resignifican desde un lenguaje franco y sencillo, distante de estridencias tecnológicas, lo que sin duda constituye un viraje con respecto a la herencia modernista de la Venezuela desarrollista.