Por HERNÁN CASTILLO
Cuando América Latina parecía que había resuelto el problema del lugar que los militares deben ocupar en el Estado, de seguridad y defensa militar de la nación, y en la sociedad, de estricta subordinación al sector civil con rigurosos y efectivos controles institucionales; Venezuela, en las dos primeras décadas del siglo XXI, se encuentra atravesando una de las más devastadoras crisis en todos los campos de la vida, como resultado de la intervención de los militares en política y su participación masiva en el desarrollo. Y esta tragedia le sucede a Venezuela después que, en la segunda mitad del siglo XX, fue un modelo político para el continente y una de las principales referencias democráticas y de progreso material.
Las raíces de la catástrofe humanitaria que vive Venezuela son muchas y todas ellas complejas, pero una, y quizás la más importante, es el incubamiento y desarrollo del virus pretoriano entre los militares, debido a la falta de atención y poca importancia que tradicionalmente se le ha dado al problema de la intervención de los militares en política, al control civil de las Fuerzas Armadas, y al poco estudio de la teoría política y de la historia de los problemas de las relaciones entre los civiles y los militares, a partir de la creación del Ejército nacional por Juan Vicente Gómez.
Soy un historiador convencido de este problema, y el tiempo me está dando la razón. Pero ahora, el punto es comenzar a pensar en tomar medidas para erradicar todas las condiciones que permitieron, buscar el origen y ver la continuidad y propagación del virus pretoriano, que viene desde Juan Vicente Gómez y pasa por Eleazar López Contreras, Isaías Medina Angarita, Marcos Pérez Jiménez, Wolfgang Larrazábal y profundiza su actividad corrosiva con el teniente coronel Hugo Chávez. Sin olvidar los alzamientos militares y las guerrillas entre 1959 y 1969, cuando se iniciaba el experimento democrático en Venezuela.
Así como la lucha caudillista luego de 1830 fue una de las causas que destruyó la posibilidad del progreso económico e institucional de Venezuela en el siglo XIX, la intervención en política de los militares venezolanos en el siglo XX, es probablemente uno de los residuos políticos del siglo XX más perversos que ha contribuido a obstaculizar el desarrollo nacional y la entrada de Venezuela a los avances de la civilización en el siglo XXI. Tomando en cuenta estas referencias, se puede afirmar, sin temor a equivocarse que la reconstrucción de Venezuela, luego del fracaso de los militares en el poder en América Latina, depende en gran medida de la separación definitiva de los militares de la política, tal como sucedió en la última parte del siglo XIX con Antonio Guzmán Blanco, cuando separó la religión del Estado. De tal forma, que uno de los mayores desafíos políticos de Venezuela en el siglo XXI, con apenas dos décadas, está en lograr que la institución armada y los militares funcionen tal como funcionan las Fuerzas Armadas en los países modernos avanzados, para quitarnos de encima, la espada de Damocles del activismo partidista y la lucha por controlar el poder del Estado por parte de los militares.
Entre las razones de la existencia de la perniciosa intervención en política de los militares venezolanos, se encuentran los bajos niveles de cultura y debilidad de la sociedad y el desprecio y subestimación de la élite civil por los militares. Pero con miras al futuro, la modernización de Venezuela no solo pasa por la industrialización, desestatización y liberación de la economía, entre otras cosas, sino que igualmente pasa por la erradicación de las condiciones que han permitido el incubamiento y desarrollo del virus pretoriano en la formación y educación de los militares; ya que en una nación civilizada y moderna, los militares no son para establecerle definiciones a la sociedad y al Estado. El estamento castrense no es formado para participar activamente en el desarrollo nacional, las Fuerzas Armadas técnica y profesionalmente son, bajo control y dirección civil, para la defensa militar de la sociedad, el Estado, la soberanía nacional y las nuevas amenazas a la seguridad y defensa que surgieron con gran fuerza luego de la caída del comunismo en Europa; como el terrorismo, el narcotráfico, el comercio ilegal de armas cortas, el tráfico de personas e inmigraciones clandestinas, para el apoyo a los ciudadanos en las catástrofes naturales, la defensa militar de los recursos naturales y de los minerales y piedras preciosas, la ecología y el ambiente en general, y el tráfico y comercio de materiales radioactivos, entre otros problemas.
La tragedia que ha vivido Venezuela durante los gobiernos militares, y especialmente durante estas dos primeras décadas del siglo XXI, es el resultado de la crónica inexistencia de control civil efectivo y riguroso sobre los militares, tal como quedó demostrado en la discusión política parlamentaria durante los años de la lucha armada en los gobiernos de Rómulo Betancourt y Raúl Leoni, pero también a todo lo largo de la vigencia de la Constitución Nacional de 1961 no se implementaron ni actualizaron los mecanismo institucionales, jurídicos, normativos y reglamentarios para controlar efectivamente la actuación de las Fuerzas Armadas (1).
La inexistencia de control y seguimiento civil sobre los militares ha permitido la constante conspiración política militar para tomar el poder en Venezuela, y es lo que yo llamo: “La conjura pretoriana” contra el sistema de libertades y la democracia. Es decir, luego de la restitución de los derechos políticos de los militares venezolanos por la Constitución de 1999, la intervención de los militares en política, se ha constituido en uno de los principales obstáculos para el desarrollo de Venezuela, lo cual ha quedado ampliamente demostrado con el fracaso militar al frente del Estado venezolano durante los años que llevamos del Socialismo militar bolivariano del siglo XXI. Nunca antes Venezuela había tenido tantos recursos financieros, humanos y naturales, entre otros, como en estas dos primeras décadas del siglo XXI, pero igualmente, jamás el país había vivido una crisis humanitaria, política y económica tan profunda como la que hemos tenido bajo el régimen del militarismo bolivariano.
Se trata entonces, de que en adelante la sociedad civil venezolana; las universidades, los partidos políticos democráticos, los medios de comunicación social, las Organizaciones No Gubernamentales, los sectores económicos, los productores del campo y las ciudades, el Parlamento, las academias, los sindicatos, los gremios profesionales, los grupos de interés y de presión, los intelectuales, la presión de las organizaciones interamericanas y los acuerdos y tratados internacionales que obligan a los Estados a respetar los derechos humanos y a desconocer a los gobiernos surgidos de la violencia militar, en fin, que la sociedad civil en su conjunto se plantee la necesidad de arrancar de raíz y erradicar las condiciones y circunstancias en que se ha incubado y desarrollado el virus pretoriano en la formación y educación de los militares y en la cultura política, con el propósito de organizar en la democracia venezolana la implementación de un riguroso y efectivo control civil sobre la actuación de los militares y sus instituciones armadas y así, avanzar hacia el desarrollo institucional y económico de Venezuela.
En otras palabras, una vez que Venezuela ha pasado por la destructiva y dolorosa experiencia de la intervención de los militares en política y la conjura pretoriana, son demasiadas las interrogantes que le corresponde a la sociedad civil empezar a buscarle respuestas, y alternativas a un conjunto de temas sobre la seguridad y defensa de la nación, que no deben seguir siendo exclusividad de los militares ya que afectan la vida y supervivencia de la sociedad venezolana en su totalidad. Problemas que nuestros principales países vecinos tienen bastante resueltos. Tenemos que responder con claridad a temas vitales para la supervivencia de la sociedad civil venezolana, como por ejemplo: ¿son necesarios los militares en Venezuela? ¿Para qué son los militares? Y si los militares no son para la guerra, entonces ¿para qué sirven? ¿Va a continuar el proceso de educación, formación y el ingreso de jóvenes venezolanos a las academias e institutos militares fuera de control, vigilancia y supervisión de la sociedad civil venezolana? ¿Por qué la sociedad venezolana y el Parlamento Nacional no han asumido hasta ahora el establecimiento de fuertes, efectivos y rigurosos controles sobre la actuación de las Fuerzas Armadas? ¿La sociedad venezolana va a continuar manteniendo los abusivos privilegios de los militares por encima de los ciudadanos? ¿Van los militares venezolanos en el siglo XXI, a continuar como una cierta especie de árbitros de las crisis venezolanas? ¿O es acaso que la principal misión de los actuales militares en el poder es la represión a la oposición política y la violación a los Derechos Humanos? ¿Va a continuar el negocio de las adquisiciones militares y la compra de armas, sin control por parte de la sociedad civil venezolana? ¿Vamos los venezolanos a resolver y solucionar, o por el contrario se van a agravar, nuestros problemas del desarrollo político y económico y las amenazas a la seguridad y defensa del Estado democrático bajo el régimen militarista y la violencia estatal? ¿Van los militares venezolanos a continuar llamándose chavistas, socialistas, revolucionarios, anti imperialistas, nacionalistas, al servicio político del partido de gobierno el PSUV y no al servicio de toda la nación venezolana? En definitiva, ¿qué tipo de guerra tiene planteada Venezuela actualmente y contra quienes y qué tipo de militares necesitamos ya que tenemos cerca de doscientos años sin guerras internacionales? ¿De qué tamaño deben ser las Fuerzas Armadas en sus distintas áreas, en relación con los problemas de seguridad y defensa de la nación?
La posibilidad de una guerra, tipo Segunda Guerra Mundial o tipo guerra de independencia, para Venezuela no existe; modernamente el combate a las amenazas a la seguridad y defensa de la nación requiere de nuevas tecnologías, nuevas ideas y nuevas estrategias militares a las cuales Venezuela debe adaptarse o crear.
En la actualidad la tecnología es un factor decisivo en las acciones bélicas. De tal manera que la reorganización de las Fuerzas Armadas venezolanas requiere revisar su tamaño y sobredimensionamiento en relación con la sociedad y el Estado al cual debe servirle, o es que ¿acaso, repito, los militares venezolanos quedaron para la persecución, represión, violación de los Derechos Humanos de la oposición política y las libertades civiles, tal como las dictaduras militares de los países del Cono Sur y del continente en la década de los años sesenta y setenta? ¿Van a continuar las Fuerzas Armadas venezolanas aceptando la existencia de organizaciones civiles paramilitares “Colectivos”, y las milicias bolivarianas inconstitucionales, al servicio político del gobierno? En pocas palabras, ¿va a continuar avanzando la desprofesionalización de las Fuerzas Armadas y la militarización de la sociedad venezolana?
En el campo de las relaciones internacionales. Para Venezuela resolver sus diferencias, amenazas, problemas y reclamaciones ¿va a predominar la fuerza militar o el derecho, las leyes y los tribunales internacionales? ¿Qué tipo de amenazas militares internacionales tiene Venezuela? ¿Vamos los venezolanos a prepararnos para resolver las diferencias y problemas políticos internacionales, fronterizos y limítrofes con los países vecinos por medio de la amenaza de la guerra? ¿Va a continuar Venezuela geopolíticamente aislada, fuera del Hemisferio Occidental?, porque la Guayana Esequiba pertenece a la Commonwealth y tiene acuerdos de defensa con Cuba, de cooperación con Brasil y Colombia se orienta a establecer relaciones con la OTAN. ¿Vamos a invadir militarmente a la Guayana Esequiba para recuperar el territorio en reclamación? ¿Los países vecinos, limítrofes y las actividades en las fronteras representan una amenaza para la seguridad y defensa de Venezuela? Repito, y si los militares no son para ir a la guerra, entonces ¿para qué son? ¿Para qué la sociedad y el Estado mantiene a los militares, mientras todos los problemas de seguridad y defensa de Venezuela, se agravan? Para el tipo de problemas y amenazas a la seguridad y defensa de Venezuela, ¿no son excesivamente grandes y sobredimensionadas las Fuerzas Armadas? ¿No requerimos más bien de unas fuerzas armadas pequeñas, con relativamente pocos hombres, pero altamente tecnificadas y profesionalizadas?
En relación con los problemas y amenazas que tiene Venezuela, ¿qué tipo de equipos y sistemas de armas y tecnología deben tener las Fuerzas Armadas en el mar, en las fronteras terrestres y el espacio aéreo? Todo el complejo tema de las relaciones del gobierno venezolano con misiones militares extranjeras tiene que ser revisado, en particular aquellas con países con pretensiones de dominación imperial como Rusia, y la inveterada injerencia política de la Cuba comunista en los asuntos internos de Venezuela, entre otros. Igualmente las relaciones internacionales con organizaciones guerrilleras narcoterroristas, el papel de Venezuela en el mundo árabe y el absurdo pugilato con Estados Unidos como la primera potencia mundial.
En fin, en vista del tradicional abandono de los estudios de las relaciones civiles y militares y falta de atención por los problemas de seguridad y defensa por parte de la sociedad civil venezolana, quedan planteadas más interrogantes, preguntas, preocupaciones, dudas e incertidumbre, que soluciones, respuestas, alternativas y salidas. El problema es tratar de superar el atraso cultural, el tabú sobre el tema militar, las relaciones civiles y militares, y la seguridad y defensa de Venezuela, de tal manera, que el tema militar en general, se pueda comenzar a estudiar con total tranquilidad, rigor académico, científico y libertad, tal como funciona en las sociedades modernas abiertas.
El objetivo es combatir la perversidad del pretorianismo y el militarismo venezolano, e incentivar a la sociedad civil a realizar los cambios constitucionales, legales, educativos, culturales y la actualización y modernización de la normativa que permita eliminar la intervención política de las Fuerzas Armadas, ya que podemos regresar a la violencia que dejó la guerra de independencia y la matanza de gente por el caudillismo del siglo XIX, o, como a la guerra civil colombiana de baja intensidad, en la segunda mitad del siglo XX.
Finalmente, ¿va la sociedad civil a continuar indiferente a las condiciones que han permitido la constitución de logias militares y el incubamiento y desarrollo del virus pretoriano, la conspiración, la felonía militar por el poder político y el control del Estado, que tanto daño le han hecho a Venezuela?
Hoy, en condiciones y circunstancias muy difíciles luchamos para que el siglo XXI, que apenas comienza sea dominado por la sociedad civil venezolana y no por la barbarie y salvajismo de la conjura pretoriana y así, nuestros hijos y nietos puedan vivir en Venezuela en libertad y progreso, para siempre.
Si en alguna medida, aunque sea modesta, estas palabras contribuyen a crear conciencia sobre el poder destructivo del militarismo, erradicar el pretorianismo de las Fuerzas Armadas y a elevar el nivel cultural del venezolano, me sentiré satisfecho.
NOTAS
1. Hernán Castillo (2018) Militares, control civil y pretorianismo en Venezuela. En www.amazon.com