Por MARÍA DI MURO PELLEGRINO / CARLOS CONTRERAS MEDINA
La crisis como punto de partida
Constatar hoy en día el papel protagónico que ha asumido la tecnología digital en el común desenvolvimiento de nuestras actividades no parece requerir de un esfuerzo particular. Son cada vez más los ámbitos de nuestra vida en los que se encuentra presente la téchne digital. Esta constatación global adquiere un matiz particular cuando pensamos en la situación actual de nuestro país. Ténganse en cuenta dos acontecimientos recientemente vividos: los tiempos de la pandemia del COVID 19 y los apagones nacionales. Agreguemos a esta consideración las dificultades presentes en el sector educativo de nuestro país, la crisis económica y la dramática migración de venezolanos hacia el exterior. Puestos a analizar el papel que lo digital ha jugado en nuestras circunstancias particulares, salta a la vista el carácter atenuante que ha tenido frente a muchas de estas contrariedades. Aunque, lamentablemente, no se trate hoy de una posibilidad compartida por todos de igual manera, la tecnología digital ha sido una puerta que ha permitido a muchos continuar con su proceso académico, conseguir un medio de subsistencia, así como un modo de permanecer en contacto con seres queridos. En este sentido, en Venezuela, toda reflexión en torno a la relación entre lo humano y lo digital pasa por considerar el modo en que lo digital ha permitido, en una medida considerable, humanizar nuestras vidas.
Este carácter humanizador, que es posible conseguir en la téchne digital, parece responder también a una problemática asociada al campo de las humanidades y que se trata, prácticamente, de una constante en nuestros tiempos: su continuo estado de crisis. En efecto, es una opinión compartida por diversos autores considerar que las humanidades atraviesan hoy una crisis profunda. Ahora bien, más allá de los problemas “materiales” que supone el desarrollo adecuado de facultades (o departamentos) de humanidades, debe tenerse en cuenta que la raíz de la crisis propia de todo estudio humanístico responde, en su sentido más hondo, a la naturaleza de una las preguntas de mayor cariz filosófico: ¿qué es el hombre? Es a lo que se refieren Reitter y Wellmons cuando afirman que “la autocomprensión de las humanidades modernas no tomó forma simplemente como respuesta a una crisis percibida (aquella relacionada con el desarrollo avasallante de las disciplinas científicas): también hizo de la crisis una parte central del proyecto de las humanidades”.
¿Qué significa hoy ser humano? Una adecuada comprensión del impacto que generan, por ejemplo, las inteligencias artificiales en las personas pasa por volver a plantear, en el contexto digital contemporáneo, la pregunta por el hombre. Es a esto a lo que parece referirse Floridi cuando afirma que “necesitamos que la filosofía esté a bordo y comprometida, porque las tareas que tenemos por delante son serias. Necesitamos filosofía para comprender mejor la naturaleza de la información misma. Necesitamos filosofía para anticipar y dirigir el impacto ético de las TIC en nosotros y en nuestro entorno. Necesitamos filosofía para mejorar la dinámica económica, social y política de la información. Y necesitamos que la filosofía desarrolle el marco intelectual adecuado que pueda ayudarnos a semantizar (dar significado y darle sentido) a nuestra nueva situación. En definitiva, necesitamos una filosofía de la información como filosofía de nuestro tiempo para nuestro tiempo”. La necesidad a la que se refiere Floridi parece encontrar un eco en la frecuencia con la que encontramos trabajos de investigación en los se concluye que la IA hace más urgente invertir en la investigación y el desarrollo de las humanidades y las ciencias sociales.
Algunas ideas en torno a las humanidades digitales
Precisamente, en este espíritu de las palabras de Floridi y con la intención de repensar nuestra relación con la tecnología digital, podríamos referirnos a las humanidades digitales. En principio, habría que decir que su historia no es reciente, sino que sus inicios, como problema metodológico, se plantean ya en la década de los años cuarenta del siglo XX, específicamente con el trabajo conjunto entre el padre Roberto Busa, s.j., y la compañía IBM en la conformación del Index Thomisticus, lo que permitió la digitalización –en tanto que traducción en data– de la obra de Santo Tomás de Aquino.
Por supuesto, la categoría “humanidades digitales” comenzó a tener una mayor resonancia en el ámbito académico durante la primera década del siglo XXI, sobre todo con las publicaciones de textos como A Companion to Digital Humanities (2004), editado por Susan Schreibman, Ray Siemens y John Unsworth y con la creación de diferentes instancias y asociaciones de investigación relativas, tales como el Center for Digital Scholarship at Brown University –fundado en 2006– y de la Alliance of Digital Humanities Organizations (ADHO) en el 2009. Vale decir que hoy en día existe una cantidad considerable de grupos, centros de investigación y programas de estudio relacionados a dicho ámbito. Podemos mencionar, sobre todo en Hispanoamérica, algunos nombres: Humanidades Digitales Hispánicas, Red de Humanidades Digitales, Red Colombiana de Humanidades Digitales, Asociación Argentina de Humanidades Digitales, UPR Caribe Digital, entre otros.
Por otro lado, la pregunta por una definición del concepto de humanidades digitales es un asunto que sigue generando gran controversia entre los académicos, técnicos, diseñadores y los distintos participantes que forman parte de las diversas redes de este campo heterogéneo, señalándose, de hecho, que un elemento recurrente en esta área tiene que ver con la propia dificultad para llegar a un concepto unívoco, tal como apuntan Hernández-Lorenzo (2022), Eder et al. (2017), Unsworth (2014) y Svensson (2010). Incluso, se ha desarrollado, curiosamente, una página web titulada “What is digital humanities?” (whatisdigitalhumanities.com), que se actualiza constantemente y en la que se pueden consultar más de ochocientas definiciones generadas por los distintos usuarios. Aun así, lo que sí podríamos sostener es que cuando nos referimos a tal noción, lo hacemos considerando un espacio interdisciplinar que procura articular los esfuerzos necesarios para afrontar los retos propios de nuestra era digital, teniendo como base el valor perenne de los estudios humanísticos, sin perder de vista el papel decisivo que juegan hoy las tecnologías digitales en esa labor constructiva.
Del mismo modo, su existencia supone, como punto de partida, el replanteamiento metodológico de los estudios humanísticos y de las ciencias sociales a través del trabajo con los distintos recursos digitales para investigar, analizar, enseñar y presentar temas y materiales en las áreas de literatura, historia, filosofía, arte, música, entre otras. A su vez, se debe resaltar que ya no solo lo académico tiene un rol protagónico, sino que, al mismo tiempo, se trata de canalizar el conocimiento humanístico en una dirección práctica desde la que puedan emerger distintos proyectos en pro de la comunidad.
Asimismo, los humanistas digitales se valen de técnicas diversas, como la visualización de datos, la minería de textos, la cartografía digital, la modelización 3D, la realidad virtual, entre otras, para abordar preguntas de investigación y presentar hallazgos de maneras innovadoras y atractivas. Además, exploran las implicaciones y el impacto de las tecnologías digitales en la sociedad y la cultura, desde los cambios en la comunicación y las prácticas de lectura hasta las cuestiones de privacidad y el acceso a la información. Es un campo interdisciplinario en rápido crecimiento que está cambiando la manera en que se practican las humanidades y se conectan con audiencias más amplias.
En este sentido, Galina Russell (2011) y, a su vez, Hernández-Lorenzo (2022) sostienen que las humanidades digitales se distinguen por algunos objetivos fundamentales: primero, la creación de bases de datos con recursos digitales relevantes para las humanidades, poniendo especial atención a la captura, estructuración, documentación, preservación y diseminación de los datos. En segundo lugar, al desarrollo de metodologías que permitan generar nuevos elementos derivados de estos datos. Esto lleva a enfoques innovadores y metodologías que abren nuevas posibilidades de análisis y que, a su vez, permiten generar nuevos datos. Finalmente, se busca promover la generación de investigación y conocimiento para incrementar nuestra comprensión en las humanidades. Ello supone que los humanistas continúen en sus distintas áreas de conocimiento, pero también abre el horizonte a un trabajo interdisciplinario en el que la recolección y curaduría de la data puede facilitar diversidad de vínculos.
Pudiera decirse, entonces, que se trata de una alianza, de un esfuerzo en conjunto, entre humanistas, científicos y tecnólogos en el que, en función de la condición humana –y las inquietudes inherentes– compartida por todos, se intenta dar razón de la relación entre lo humano y la téchne digital contemporánea. Desde un punto de vista académico, las humanidades digitales, además de tratarse de un ámbito en el que se procura asumir el avance tecnológico digital con una perspectiva crítica y reflexiva, también se presentan como un espacio para repensar, con un sentido esperanzador, el futuro de las humanidades en un contexto en el que lo digital está cada vez más presente, abriendo de esta forma un camino hacia nuevas oportunidades de trabajo e investigación. Por tanto, su nacimiento y desarrollo lleva consigo la herencia perenne de la vitalidad de la crisis humanística de la que venimos dando cuenta.
Un programa de humanidades digitales en la UCAB
Habiendo referido brevemente a este panorama, habría que preguntarse cómo se están pensando las humanidades, y específicamente en su relación con lo digital, en Venezuela. En esta ocasión, les presentamos una iniciativa que se está llevando adelante en la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB). Así pues, desde hace algún tiempo, se han desarrollado en el Centro de Investigación y Formación Humanística (CIFH) distintos proyectos académicos vinculados a la cultura digital. Estos han devenido en la conformación de distintas alianzas nacionales e internacionales y en la creación de seminarios, congresos, foros, libros y artículos que hoy conforman la interesante trayectoria –en continuo desarrollo– de la línea de investigación Maya: cultura digital y estéticas contemporáneas, dirigida por los profesores Lorena Rojas Parma y Humberto Valdivieso.
Así pues, en dicho marco se ha conformado una propuesta académica desde la que se introducen las humanidades digitales al ámbito universitario de nuestro país: el Programa de Estudios Avanzados (PREA) en Humanidades Digitales, recientemente aprobado e incorporado a la oferta de postgrados de la UCAB y llevado adelante por los profesores Carlos Contreras Medina (Centro de Investigación de la Comunicación, CIC) y María Di Muro Pellegrino (CIFH).
Tal iniciativa busca promover la apertura de nuevas líneas de investigación en el área de las humanidades y se piensa, especialmente, bajo la premisa de que la tecnología digital resulta un factor ineludible y fundamental en nuestros días. Así, Ashford Lee (2021) nos dice que más que cualquier otra invención humana, la tecnología digital está cambiando la manera como interactuamos unos con los otros, el modo de trabajar e incluso nuestra manera de pensar. Necesariamente, esto nos lleva a meditar en los modos en los que los estudios humanísticos se repiensan a partir de este asunto, no solo por la incorporación de diversos medios, sino también por el trabajo a partir de distintos métodos. En tal sentido, el PREA abogará por un marcado carácter interdisciplinar, referido tanto a la convivencia entre las humanidades y el campo de la tecnología digital, así como también a los diferentes ámbitos que componen y amplían el conjunto de las humanidades: la filosofía, la educación, la literatura, la música, el arte o la historia.
Además, el programa ha sido concebido para mantener un equilibrio entre lo teórico y lo práctico. En este sentido, se enseñará a los estudiantes cómo recopilar y preservar información, así como los fundamentos de la creación de contenido. También recibirán capacitación en el uso de las herramientas y aplicaciones digitales más relevantes en el campo. Un componente esencial se centra en la elaboración de un proyecto final en el que se buscará identificar y abordar problemas prácticos en el amplio espectro de las humanidades digitales. Al mismo tiempo, se considerará cómo estos temas interactúan con diferentes entidades sociales, empresas a nivel nacional e internacional, y organizaciones tanto públicas como privadas.
Dicho lo anterior, el PREA tiene una duración de dos semestres y con un itinerario de seis asignaturas: Fundamentos de las Humanidades Digitales, Metodología para la Investigación en Humanidades Digitales, Cultura Digital, Herramientas y Recursos Digitales, Seminario Electivo y Proyecto en Humanidades Digitales. Todas ellas suman la cantidad de 15 unidades de crédito, que podrán ser cursadas según la disponibilidad del interesado.
*María Di Muro Pellegrino: mdimuro@ucab.edu.ve; Carlos Contreras Medina: cacontre@ucab.edu.ve.